EfÍmero

Asesina

El hombre viene contra mí, me abraza a su cuerpo fuertemente diciendo...

—"Desde que te vi sentí deseo sexual por ti, y hoy voy a satisfacer ese deseo".   

—¡No, no por favor, no me toques, me das asco...!

Empieza a besarme el cuello, entre gritos y bajando el nivel de voz sigo suplicando no me toque, para no despertar a mi madre e hija y ponerlas en riesgo.

Le muerdo los labios y me golpea con el puño cerrado en la cara, siento mi cuerpo caer en el sillón de mi sala, pero inmediatamente me levanta y me acerca a su cuerpo desabrochando su pantalón para sacar su miembro, me toma la mano y la lleva a su parte íntima a lo que me dice cínicamente... 

—Siente que grande la tengo, acaríciala.

Ya no resisto más y comienzo a llorar y golpearlo sin fuerzas, con mucho sufrimiento.

Recuerdo que siempre pongo mi palo afilado del jardín cerca de mi refrigerador, trato de calmarme para pensar fríamente. Lo beso llevándolo lo más cerca de la cocina, él está confundido y aprovecho esa confusión contra él mismo. En cuanto estiro el brazo y tomo el palo... él se da cuenta...  

—¿Quieres pelea? Vamos a ver que puedes hacer si estás sola... —Le respondo enojada y muy segura.

—No, te equivocas, aquí está mi esposo y está justo detrás de ti. 

Voltea y ve a mi madre con una lámpara en su mano para golpearlo, cuando voltea de nuevo a verme me dejó ir sobre él encajando el palo en su cuello, a lo que brota de golpe y fuerte su sangre en mi cuerpo... ¡En toda la sala!  Desquiciada comienzo a gritar, a pedir ayuda, como loca salgo de mi casa y afuera me encuentro un policía y una mujer policía.

—"Lo maté"... Soy una asesina, allí está dentro su cuerpo.

Ella me dice que me calme, yo no puedo dejar de gritar, de llorar, se acerca a mí el otro oficial, me toma con un brazo y me da una bofetada para calmarme, sigo sin control, me abraza fuertemente a su cuerpo...

—Tranquila Isabel, no eres una asesina, solo te defendiste como lo tenías que hacer, ese hombre se lo merecía, escuché todo por teléfono, todo está grabado para tu defensa. Fué inteligente que no colgaras para rastrear la llamada.

Llega una ambulancia y paramédicos, unos corren con él y otros vienen hacia mí, sacan algo de una caja y sin pensar más me inyectan, empiezo a sentir mucho sueño... Entre mis lágrimas, suspiros y gritos, pierdo el conocimiento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.