EfÍmero

¡Mi madre!

Al entrar a casa le comento a mi madre que me esperaba ya en la mesa.

—Mami, acabo de conocer a un oficial de policía allá afuera... —Me interrumpe asustada.

—¿Qué te dijo? ¡Dime que te dijo!

—Nada, solo me invito a desayunar. 

—Que imprudente, le pedí no se te acercara nunca más.

—¿Nunca más? ¿Que no se volviera acercar? ¿Qué diablos está pasando madre? Yo no lo conozco.

—Nada hija, no pasa nada, ese oficial desde que te vio en el hospital me dijo que sintió amor por ti y le pedí no se te acercara y no dijera estupideces.

No dije más nada, solo pensé que algo estaba raro y algo me ocultaba, pero yo lo iba a averiguar.

—Hoy debo ir con Blanca madre, me llevaré el carro ¿Me puedes cuidar a mi princesa?

—¿Tu sola? No hija, que te lleve Julio o que te acompañe, no te vayas a sentir mal y estés sola, no, que te acompañe Julio, ahora le digo.

—Está bien, como te sientas más tranquila mamá. 

Le pido a Julio me lleve con Blanca. Quien vive cercas de mi anterior aldea. Llegamos y le digo que me espere  una hora en el auto, me pierdo de su vista y camino temerosa a mi aldea, quiero saber que ocurre, quiero ver que todo esté en orden en mi casa.

El oficial de la caseta me ve diferente, siento su mirada rara, camino más aprisa y llego a la puerta, todo se ve igual, me doy vuelta para marcharme pero algo en mi mente me hace regresar y sacar de mi bolso las llaves para pasar, no tengo porque ocultar que vine, es mi casa y lo seguirá siendo.

Mi sala esta igual como recuerdo haberla dejado, entro a mi habitación y todo está en orden, respiro tranquilamente inhalando paz.

Recuerdo que no regué mis plantas y no quiero que se mueran de sed, así que voy detrás del refrigerador por mi palo del jardín y al buscarlo no está, pero ese nadie sabe dónde lo tengo, mucho menos para que lo uso.

Voy con el intendente para preguntar quién ha cuidado mis plantas, pero al pasar por la sala no veo el teléfono sobre el centro de mesa, lo busco y lo encuentro en el suelo, cojo el auricular e instintivamente remarco el último número. 

¡Es el de la policía!

¿Qué está pasando? 

Eso quiere decir que no fue un sueño el asesinato, que de verdad lo hice, siento frío en mi cuerpo, el miedo me  invade y recorre cada gota de mi sangre, mis ojos empiezan a ver todo lo que pasó en mi supuesto sueño, veo que el vidrio de mi ventana está recién puesto, aún tiene la cinta azul en las orillas. 

¿Por qué me están ocultando todo?

¡Mentes perversas, me quieren volver loca!

Escucho un ruido y volteo asustada, allí está el oficial Alberto.

—¿Qué demonios hace usted aquí? ¿Me está siguiendo? No se me acerque... ¿Dígame qué hace aquí?

—No temas por favor Isabel, solo te estoy protegiendo... 

—¿De quien o de qué? Yo no le pedí lo hiciera.

—Si, lo hiciste hace meses cuando tu madre empezó a darte un té con medicamento para hacerte perder la memoria y tener control de ti y de tu hija.

—¿De qué carajos me está hablando? No recuerdo nada de eso. 

Me duele mi cabeza fuertemente, llevo mis manos para apretarla y trato de recordar... Solo revivo una vez más esa escena en mi aldea, donde yo asesino a ese hombre. Recuerdo que él es ese policía que me golpeo y me calmó. 

—Soy investigador de la Agencia Federal de Investigación. Estoy protegiéndote y me he enamorado de ti.

—No. no, no, todo esto es de nuevo un sueño"Despierta Isabel" Despierta" —comienzo a gritar desesperada entre llanto— ¡Mi hija! ¿Mi hija corre peligro Alberto?

—No, no te preocupes, tu madre la ama realmente igual que a ti.

—Entonces qué pasa conmigo y ella, te exijo me digas todo, quiero pruebas, ahora mismo.

—El sueño que tuviste no fue un sueño, fue real, mataste a ese hombre por defenderte y defender a tu hija y madre. Ella solo te está protegiendo de no ir a la cárcel, pero desea tener el control de tu vida, te ha enfermado de los nervios, tienes alucinaciones por las bebidas que te ha dado, tú no tienes cáncer, todo es manipulación de ella para tener el control de tu vida.

Esto debe ser otro sueño, mis manos tiemblan, mis mejillas sienten el caer de mis lágrimas saladas, no puedo creerlo, no de mi madre, el ser que me dio la vida.




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