Me levanto, nada más hacen mis pies tocar el suelo es como si una onda de electricidad me recorriera el cuerpo y vienen recuerdos.
Recuerdos que parecen ser míos pero que yo no siento que viví. Mis pies avanzan hasta el espejo de cuerpo completo y me quedo estupefacta con lo que veo. ¿A dónde se fue mi cara, mi cuerpo y mi pelo? ¿Quién demonios soy ahora? porque claramente no soy yo.
Mi pelo antes cobrizo ahora es similar al dorado, no lo puedo describir bien, antes tenía ondas y ahora tengo ¿rulos? Mis ojos verdes ahora son oscuros, casi negros. Mi cuerpo bien formado y atlético ahora es menudo y se siente incluso más ligero.
Y ¿cómo es que me llamó Laura? ¿Princesa Miriam? ¿Princesa? ¿Y cómo es que sé que se llama Laura?
Espera, espera. Yo morí, pero estoy aquí. ¿Qué es esto? ¿El supuesto cielo? ¿Ahora soy princesa? "Princesa Miriam" ¿no me llamó igual la tal Lia? ¿Será que no morí solo me desangré y estoy delirando?
Siento que la cabeza me va a explotar, son muchas cosas que no entiendo, tantas preguntas sin sentido.
—Laura.
-—¿Desea algo princesa Miriam?
—Si em, ¿serías tan amable de traerme a Lia?
—¿La hechicera Moreau?—dios, entonces si está aquí.
—Si, por favor.
—Imposible, usted la mandó ayer a recoger bayas a un pueblo, con nombre raro, creo que era... bueno, no recuerdo el nombre del pueblo pero se que estaba en Francia, Lia no vuelve hasta dentro de unas semanas señorita.
—¿Me puedes decir la fecha de hoy Laura?
—Si, claro, dieciocho de mayo de 1757.
—¿1757?
—Si. Perdone mi intromisión pero, ¿está bien?
—Si, si, prepárame el baño para ir a ver a Dylan por favor.
De nuevo ¿Qué está pasando?
—Señorita, el baño está listo, y el príncipe Dylan le dejó está carta.
—Gracias, puedes retirarte por unos segundos.
Roma
Dylan Russo
17 de mayo de 1757
Estimada princesa:
Las palabras no me dan para expresar lo contento que estoy de que haya aceptado mi invitación al castillo y a una cita conmigo. Demás está decirle que su presencia ilumina los alrededores y si me permite la osadía querría atreverme a decirle que la he besado más de mil veces en mis sueños, que la veo cada que cierro los ojos, que la pienso día y noche y me hace preguntarme. ¿Cómo puedo extrañar tanto algo que nunca tuve? Espero que esto no le suene a exceso y que no malinterprete mis intenciones. La espero con ansias en nuestro lugar de encuentro.
Se despide,
Dylan
Vale, tengo que aceptarlo, hasta que llegue Lía y me explique que está pasando tengo que adoptar la vida de esta princesa y parece ser que tengo sus pensamientos y recuerdos así que no debe ser muy difícil.
+_+_+_+
Tomé un baño con la ayuda de Laura y me coloqué los cien trapos que hay que ponerse aquí, Laura me peinó y me medio maquilló así que ya estaba lista para ir a ver a Dylan.
Me dirijo a las caballerizas y me reprocho el no haber pensado en que mi atuendo no es el más adecuado pero eso no quita que la princesa Miriam no haya tenido algo acorde a la situación.
Uso el abanico que está en mi mano para recibir algo de aire ya que el calor de esta época está empezando a hacerse presente.
Un rubio se me acerca con un traje de equitación y mi cerebro me notifica <es Dylan>.
—Princesa.
—Señor—Hago una reverencia y se siente tan natural que parece que este cuerpo está hecho para eso.
—Me alegra que haya aceptado mi invitación. ¿Recibió mi carta?
—Si, Laura me la hizo llegar.
—Espero que no le haya parecido algo excesiva.
—Para nada, es usted muy amable. Es un honor para mí estar en sus pensamientos.- <solo es conveniencia Miriam>
—Me alegro de que le guste porque no veo la hora de unir nuestros pueblos.
—Me pasa igual—Le doy una sonrisa <Se casan dentro de dos meses>
Mi cerebro me envía constantemente información que no se de dónde sale ni con qué sentido aparece.
—¿Me daría el honor de observarla desde el campo?
—¿Quiere que lo observe montar?—<si eso quiere eso harás>
—Si no es molestia.
—Claro que no, observarlo nunca es molestia—<Muy bien, Lucía, tienes que pactar esa boda, o no vivirás mucho aquí>
—Cállate ya.
—¿Qué?
—Oh, no, nada, son delirios míos.
<¿Qué haces tonta? se lo va a decir al reino>
<¿Cómo desactivo mi cerebro?>
<No puedes>
—Señorita, la hechicera Moreau volvió pronto.
—Oh. Mi Lord
—¿Si?
—Le pido una disculpa pero me tengo que retirar, unos del personal me están esperando y es de carácter urgente.
—Vaya, mi princesa, la espero en los jardines.
—Con permiso.
Subo por las escaleras con Laura casi corriendo, dejo que ella me guíe ya que aunque siento que conozco el palacio aún estoy un poco perdida.
—Ya estamos—dice y siento como se abre una puerta detrás de mí.
—Princesa Miriam—hace una reverencia.
—Déjennos solas.
Se van y yo la observo, no hay la más mínima similitud. La tal Lía del bosque era más anciana y esta parece de la edad de Miriam. <21> eso, veintiuno.
—Puede que note las diferencias joven Lucía, pero yo le voy a explicar todo.
—Tú pareces más joven que yo así que llámame Lucía solamente.
—Bueno, Lucía, ¿tomas asiento?—me siento delante de ella y no sé qué hacer así que me quedo en silencio y solo miro alrededor—Bueno, para empezar, como puedes notar no estás muerta-<No me diiigas>— Por cierto, viniste antes de lo que creí, ¿Qué pasó?
—Armand me mató.
—Ah.
—¿Quieres empezar de una buena vez?
—Vale, vale.—Suelta un largo suspiro y ya me estoy hastiando de esto—Estás viva por las bayas.
—¿Qué?
—Bueno, voy a empezar diciéndote quién soy. Como te debe haber dicho Laura soy una hechicera. Ahora lo que solo sabe la antigua princesa Miriam es que…
—Puedes prolongar la existencia del alma y viajar en el tiempo—las palabras salen de mi boca antes de que las procese y me quedo anonadada con lo que acabo de decir.
—Sí.
—C…Cómo yo… ¿De dónde salió esa respuesta?
—De Miriam.
—No entiendo nada.
—Soy capaz de hacerte vivir varias vidas en varios cuerpos más no de quitar una vida. Mi magia consiste en meter tu alma en el cuerpo de una persona a la que le queda el mismo tiempo de vida que te quedaba a ti en el momento en el que me viste. El que estés aquí tan pronto solo quiere decir que a la princesa Miriam tampoco le queda mucho.
—¿Quieres decir que el alma de la princesa Miriam también está aquí?
—Sí.
—¿Y no puedo hacer nada para evitar morir?
—Según mi libro… no
—¿Entonces voy a “vivir” en varios cuerpos para al final morir al poco tiempo?
—No es mi culpa que hayas dejado que te mataran tan rápido
—¿Qué te hace pensar que quería morir?