PASADO
Unos años atrás
Estaba terminando los entrenamientos cuando mí teléfono suena, luego lo reviso, ahora necesito una ducha, saludo al resto del equipo, sip, yo era la única chica del grupo y lo había conseguido tras mucho esfuerzo, estaba orgullosa de eso, a mí me encantaba el fútbol, bueno era una de las cosas en mí lista de "Preferidos" luego seguían bailar, los autos, leer y así, ninguna era mejor que otra, las disfrutaba todas por igual, y me ayudaban a dejar atrás el boxeo, me había propuesto dejarlo y aprender a sobrellevar mí situación familiar de otras maneras, Aaron me ayudó mucho con eso y le estoy agradecida, él apareció justo en el instante perfecto.
Por cierto Aaron es mí novio, lo conocí a los 16, él era todo lo opuesto a mí, a decir verdad él era lo suficientemente difícil como para atraer mí atención y lo bastante imponente como para lidiar con alguien con mi carácter. Él me conoció en un muy mal momento, por lo que sabía de mis problemas en casa, nunca entendí porque decidió acercarse a mí la primera vez, no fue porque tenga un rostro amable eso es seguro, aunque soy muy extrovertida y risueña no lo demuestro a menos que me sienta cómoda y ese día en particular no me veía muy amigable que digamos. Siempre me han dicho que mí apariencia no va para nada con mi carácter.
Cuando iba saliendo del instituto leo el mensaje de Aaron:
Doncella, te espero afuera cuando termines tus prácticas de fútbol.
Por fin salí, ahí estaba él sentado sobre su auto como si fuera una especie de modelo.
—Ni que fueras modelo de Paco Rabanne— le dije mientras me acercaba a él para darle un sonoro beso en la mejilla.
—No lo soy, pero podría si me lo propusiera
—Si si, claro
—Además tengo otras ambiciones Doncella— me dijo mirándome fijamente y con una media sonrisa.
—Se que soy irresistible Aaron pero al menos procura disimularlo— le respondí de la misma forma.
Bueno, yo no era de esa clase de chicas típicas, como la nerd o la niña bonita con la que todos querían, ni mucho menos era la bad girl. No, yo era simple, me esforzaba por mis notas, pero no era estúpida, no dejaba que me pasaran como alambre caído (o sea por arriba), yo no me metía con nadie si nadie se metía conmigo, sencillo.
Tampoco me gustaba ir de fiesta en fiesta, prefería un buen libro o una película con un buen grupo pequeño, cosas así, yo tenía principios y no dejaba que los demás me obligaran a hacer cosas que no quería, eso era algo que a Aaron le gustaba, decía que me hacía diferente, sus palabras no las mías.
Últimamente no habíamos pasado mucho tiempo juntos ya que él era mayor que yo por 3 años, él ya estaba en la universidad y yo terminando mi último año en el colegio.
—¿Cómo está tu padre?—soltó de repente buscándome con sus ojos, sabía que no me gustaba hablar de él y temía mi respuesta.
—Sabes que no lo considero como tal, para ganarse ese título primero debió haber estado en mí vida y él es un cero a la izquierda. Pero según lo que el médico nos dijo ayer, no le queda mucho, pero eso ya lo esperábamos— le contesté esquivando su mirada tratando de que no cayera ninguna lágrima.
—Liv, sé que por más daño que les haya hecho, sigue siendo tu padre, y te duele, no tienes que hacerte la fuerte conmigo, para eso estoy yo, para ser fuerte por ti en tus momentos de debilidad— dijo mientras me abrazaba y yo le correspondía, la verdad es que tenía razón.
—Gracias Aaron, de verdad, pero no quiero hablar de esto ahora, vamonos todavía tengo que ir a comprar las cosas para la cena, tengo clase y luego debo ir a trabajar, me toca el turno de media noche.
Me miró con desagrado, primero porque eché a perder el momento, y es que no puedo evitarlo cada vez que él se pone sentimental algo en mí hace ebullición y digo alguna estupidez, y segundo porque no le gustaba que fuera a trabajar, pero debía hacerlo, era nuestra responsabilidad lo habíamos decidido con mi hermana.
—De acuerdo, pero yo te llevaré y luego me avisas cuando sales, sabes que no me gusta la idea de que andes sola a esas horas.
...........
Al fin estaba terminando mi turno en el restaurante cuando recibo una llamada de Bella, mi hermana:
—¿Qué sucede? Sabes que estoy en horario de trabajo.
— Es papá, él está muy mal, los médicos dicen que no va a pasar de esta noche, me acaba de llamar el hospital, estoy yendo para allá.
Me quedé en silencio un rato hasta que caí en cuenta de lo que eso significaba, sin siquiera notarlo las lágrimas descendían por mis mejillas como cascadas.
—E-esta bien, tranquila- logré articular— No le digas a mamá todavía podría empeorar si se entera.
No lo podía creer, es decir, él nunca había estado presente en nuestras vidas pero sabíamos que estaba vivo, ahora eso cambiaría, no podía evitar llorar al recordar esos pocos momentos en que él actuó como un padre normal con nosotras y no pude evitar pensar en cómo podrían haber sido las cosas si él hubiera sido un buen padre.
— De acuerdo, pero por favor apresurate, te necesito— me dijo mientras la escuchaba sollozar y luego colgó.
Salí lo más rápido que pude, luego daría explicaciones, corrí con dirección al hospital mientras seguía pensando en los pocos buenos momentos que tuvimos con él, cuando todavía estaba cuerdo, esos breves instantes en el que él se portaba como padre, cuando nos enseñó a jugar fútbol, a levantar una pared, a elegir bien los materiales para construir, ojalá hubiera durado más tiempo esa faceta suya. No me había dado cuenta pero las lágrimas no dejaban de caer, a penas y veía por dónde iba.
Cuando al fin logré visualizar el hospital sentía que mí corazón iba a estallar, subí las escaleras con desesperación y una horrible sensación en el estómago, corrí por los pasillos hasta ver la figura de Bella, con una expresión indescifrable en el rostro, me temí lo peor, cuando logró verme corrió a mi encuentro y se desplomó en el suelo conmigo a su lado, entonces lo supe, se había ido y no pude decirle que lo perdonaba, que a pesar de todo, yo lo quería y siempre lo haría.
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Editado: 17.09.2022