Egeo _ El secreto de Poseidón

PROLOGO

Año 1339

El frio estaba recorriendo toda su piel y el dolor estaba recorriendo su cuerpo. En cuanto abrió sus ojos una fina capa de polvo lo cubría.

¿Qué había pasado? —No era capaz de recordar nada

¿Era acaso algún sueño?

¿Cómo había llegado allí?

¿Dónde estaba?

Era lo que se preguntaba el dios Zeus, solo podía observar a su alrededor y, aun así, siendo el creador de aquel mundo, no había nada, todo era oscuro, no reconocía la instancia, le recordaba a su infancia, sin ninguna luz, ¿Podría caer en los brazos de Morfeo nuevamente? O al caso estaba en este momento allí, los pasos que daban no resonaban, ningún sonido se transmitía salvo su respiración,

¿Dónde estaba?

Era señor de todo lo que iba más allá de la tierra. Era omnipresente así que no entendía como no recordaba nada.

¿Cómo había llegado allí?

Cuando logro levantarse de allí, vio que aquel suelo estaba cubierto por una densa niebla. Y allí supo que aquel lugar no era su hogar. Lo sentía. Sentía cada partícula fría filtrarse por su cuerpo, pero era imposible ver sus pasos, no se podía ver nada.

—¿Hola? ¿Hola? ¿Hola?   –su inquietud era más grande a cada segundo. —¡¿Dónde estoy?! ¡Por Hades! –su grito fue remplazado por un eco y no pudo evitar maldecir a su antojo, era señor de todo lo que iba más allá de la tierra.

¿Cómo había llegado allí?

Su desesperación estaba creciendo a cada segundo, Sentía su poder debilitarse a cada paso, invoco una pequeña luz que logro iluminar la estancia y de inmediato el escenario cambio, no era el Olimpo, ni el dominio de los mares, tampoco el inframundo. No sabía en realidad que estaba pasando allí. ¿Desde cuándo un dios no era consciente de lo que pasaba a su alrededor? El lugar se fue aclarando un poco y fue desapareciendo aquella niebla.

Era un templo, como el Olimpo, con columnas a los lados, pero estaban rodeadas de diferentes figuras. No lograba verlas con claridad. Sentía la mente aun nebulosa. Efectivamente ese no era su hogar, entonces, ¿Qué era? Sus columnas eran más elevadas, sus paredes eran blancas. Se acerco a una de ellas y vio rostros. Diferentes rostros. Podía sentir el poder emanar de ellas. Eran humanos. Atrapados allí. No podía entender que estaba pasando. Se fue sintiendo débil a medida que avanzaba.

¿Era eso posible?

Después de todas las batallas en las que había participado. Después de todas las batallas que había superado. Después de todo lo que había vivido, el dolor no era ni siquiera comparable.

Eso fue lo que pensaba hasta que miro su cuerpo, estaba lleno de heridas, estaba sangrando, su torso estaba apuñalado, su mano derecha, tenía una marca, era extraña, ya la había visto antes, pero no lograba recordar donde. Solo en cuanto toco su herida, sintió un dolor aun mayor recorrer su cuerpo, pero ahora era diferente ¿Así se sentía los humanos?

Ante sí y para su sorpresa una luz sobresalió de una de las esquinas de aquel corredor, era una puerta del que sobresalía una bruma más espesa. Decidido a tener una respuesta se fue caminando primero, pero pudo percibir varias pisadas acompañado de murmullos. Se sintió amenazado y pronto corrió cuanto pudo. Se sentía perseguido ¿Pero por qué?

Había algo en su interior que le impedía luchar ¿Cómo era posible? sus poderes eran inútiles. Corrió tanto como el cuerpo le permitió y en cuanto atravesó aquella puerta ya era otro escenario. Escuchaba a cientos si no es que miles de personas a su alrededor. Aunque no veía nada salvo maleza, un lugar baldío y más allá de esa instancia podía divisar una costa. Podría ser por fin un lugar al que podría conocer.  

Se dirigió hacia allí, caminando en línea recta. Empezaba a recordar. Ya había estado allí. Había estado con su hermano Poseidón e incluso había ido con algunas de sus amantes a ver ese magnífico paisaje.

Las voces empezaban a aumentar. Algo allí no estaba bien. Zeus sabía que había algo alrededor que no era normal y no tenía idea del porqué, miro a su alrededor, pero seguía solo, no había nadie, aunque había una presencia poderosa, aquella sensación la conocía muy bien.

Quien quiera que sea. Era un enemigo del Olimpo.

Tenía que anticiparse. Quiso cambiar su forma y para su horror supo que no tenía poderes. Quiso atraer su espada. Y nada paso. Únicamente de sus manos brotaba sangre. ¿Qué más podría pasar en ese caso?

Zeus maldijo una vez más su suerte.

“¿Era el dios del rayo y no podía hacer nada?” –asumió con terror, algo simple para cualquiera, pero no para él. El dios Zeus en su magnificencia, ahora conocía el sentimiento de un ratón al ser acorralado.

Le era totalmente imposible detectar a su enemigo y mucho menos podía conocer sus intenciones. No puede saber el por qué estaba allí, ahora era un simple mortal.




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