Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 07

Hanae no dejaba de darle vueltas una y otra vez en la extraña actitud que puso aquel chico cuando paso por última vez a su mesa, “¿Por qué se taparía los ojos?” podría ser penoso, pero sacudió su cabeza, como le había respondido en un principio, con su sarcasmo deliberante, descarto totalmente esa opción.

Quería conocerlo de alguno forma. Ver que de verdad si él podía sentir la misma atracción que ella.

—¿No te dijo nada el hombre guapetón de allá? –pregunto Carla.

—No, fue extraño… no sé cómo explicarlo –le contesto Hanae.

—¿Qué quieres decir? ¿Te falto el respeto? –inquirió Carla.

—No para nada, pero tu hombre trajeado me dijo que mantuviera los ojos abiertos.

—¿Por qué te dijo eso?

—No tengo idea.

—Mira Hanae, ya se van –señalo Carla –Tal vez quería advertirte de algún cliente.

—Si, tal vez…

—¿Lo habías visto antes?

—Creo… no se… tal vez en una revista o algo…puede ser algún tipo famoso o que se yo.

—Puede ser, pero hoy estas de verdad con suerte, hay un cliente en la barra que no aparta la mirada de ti.

—Tal vez estas alucinando —Odiaba tener ese tipo de atención.

—Ya lo atendí, pero deberías darle una oportunidad a alguien —Hanae volteo a verla con fastidio, habían tenido esa conversación miles de veces y no quería ninguna relación en su vida —Esta bien… no te molesto más, solo piénsalo. Yo por mi parte voy a ver si espera a alguien puede que tenga compañía esta noche —menciono viéndolo con detenimiento —Es guapo –comento Carla

—Definitivamente te falta un polvo Carla.

—Tal vez deberías aprovechar e irte con el guapo de Rinott.

—¡Tal vez lo que deberían hacer es ir a tomar órdenes y servir mesas porque no están haciendo nada en el momento! –menciono Carpo con furia a su espalda.

—Tranquilo Carpo que todos están atendidos –le respondió Carla dirigiéndose hacia unos clientes que entraban en el momento.

—¿Y tú querida Hanae?, no me molestare si a cambio entraras conmigo a la oficina, te puedo enseñar cómo puede de verdad funcionar un hombre –decía mientras acercaba todo su cuerpo gordo hacia ella, su lengua estaba muy cerca de su oreja. Hanae se limitó a apretar sus manos contra la barra para evitar golpearlo, volteo su rostro dejándolo muy cerca al de Carpo.

—Sera mejor que te alejes de mi Carpo, porque no me va a importar dejarte en ridículo ante todos los clientes y el personal, de paso hasta me divierto, porque sabes que no me das miedo.

—Palabra equivocada ángel, todo el mundo le tiene miedo a algo –mientras lo decía susurraba en su oído a su espalda.

—¿Quieres probarlo Carpo? –lo reto, sabía que no se iba a arriesgar a tanto. Y así fue por qué retrocedió.

—Perra…—susurro con rabia —Sera mejor que te pongas a trabajar, porque vamos a seguir de largo y hasta ahora son las once de la noche, y antes de que lo olvide, quiero que todo quede impoluto esta noche, se lavaran los pisos, mesas, sillas y las ventanas de paso, ¿Te quedo claro? –“Mierda, eso va a llevarme toda la noche”.

—Claro –Sonrió con sorna, como si hubiera ganado un cometido, “maldito animal”

—¿Y ahora que te dijo? –le pregunto Carla.

—Pues nada, solamente hay que dejar lavados los pisos, las mesas, las sillas y de paso las ventanas.

—¿Qué? Pero eso nos va a llevar toda la noche y la niñera se tiene que ir a la una.

—Tranquila, yo me hare cargo.

—¡No puedo dejarte sola! Es mucho trabajo Hanae.

—Tranquila, me la debes, te la cobrare algún día.

—Eres un sol –le dijo abrazándola.

—Eres una buena madre y sé que es difícil para ti dejar a la niña sola.

—Te lo compensare, lo juro.

—No hay problema…

Y si tenía razón. Eran las 6:33 de la mañana, Hanae solo miraba a su alrededor, algunas hebras de cabello caían a su alrededor, ya sobre las dos de la mañana su cabello había querido soltarse y no pudo volvérselo a acomodar, solo podía maldecir a Carpo por hacerla quedar toda la noche trabajando, cuando la silla volvió a caer de la mesa dejo el trabajo.

—¡Maldita mierda! es tarde, al menos tendrá que ser un buen turno con el pago y las propinas que recibió Carpo esta noche –susurro para si Hanae, pero solo pensaba en descansar, se sentía exhausta, enferma, sentía su cabeza estallar, decidió alzar de nuevo la silla y dejarla sobre la mesa, ya viendo todo en su lugar limpio se dirigió a la oficina de Carpo por el pago, cuando él la vio en la puerta de la oficina solo recorrió la mirada por sus piernas, seguido de su vientre que se lograba ver por la camisa y después a su busto, al ver su mirada solo pudo desesperarse más, odiaba aquel tipo.

—Mi cabeza está arriba idiota –le espetó con rabia.

—¿Quieres que te lleve princesa? –pregunto Carpo.




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