Hanae seguida avanzando con ese desconocido, ya habían pasado alrededor de veinte minutos para ella, y aun no llegaban a ninguna parte, su cabeza estaba a punto de explotar, el dolor había aumentado conforme corrían.
-Hanae muévete. -No pudo, cayo de rodillas, su mano aterrizo en el suelo. Estaba buscando algo de aire.
—¡Detente por favor! Mi cabeza me está matando, no creo poder seguir.
—Ya hemos llegado –dijo mientras señalo el edificio frente a ellos.
—¡Estas demente o que te pasa! Ese es el Bastión Phokion.[1] ¡¿Qué mierda hacemos aquí?! –Ni siquiera volteo a mirarla, empezó a recorrer la pared hasta detenerse cerca de la esquina. Hanae lo siguió. El solo tocaba la pared empujando los ladrillos sin éxito. Tenía miedo. Podrían encontrarlos. Ese es un lugar turístico, debe haber turistas cerca -Escucha tu… como te llames. No podemos estar aquí, debe haber guardias. Nos van a encontrar. Además ¿Que buscas allí? ¡Estas de…! –No pudo terminar la oración cuando la pared empezó a retroceder frente a sus ojos —¿Qué es eso?
—Vamos Hanae –la jalo de nuevo hacia él y cruzaron la entrada. Era un túnel y bastante largo -Entremos rápido.
—Al menos me podrías decir de una vez hacia dónde vamos –le pregunto Hanae una vez adentro, quería recordar donde era la entrada, sin embargo, en cuanto busco la entrada vio que no iba a ser posible, la pared estaba unida nuevamente -Perfecto -murmuro para sí.
—Aun no... Primero tengo que ponerte a salvo –le contesto.
—¡No! –le grito Hanae, deteniéndolo de inmediato, la estaba volviendo loca toda la situación —¡Ya basta!, eso llevas diciendo durante media hora, pero no me has dicho nada y… y… —Hanae no pude continuar, un dolor inimaginable le tomó por sorpresa, era como sentir una bala de cañón se estrellará en su cráneo y no se detuvo, eran miles de imágenes. Las imágenes no paraban de correr, batallas tras batallas.
Era un campo desolado, a sus pies solo había muertos, hombres con espadas, escudos, todos ensangrentados, algunos decapitados, mutilados…no podía correr a ninguna parte, estaba atrapada. Hanae no sabía en donde estaba, todo a su alrededor era una completa locura. Algunos de esos hombres gemían de dolor, otros agonizaban. Sus pies se cubrían de sangre. No podía moverse por más que lo intentaba, pero hubo una voz clara atrás de ella, que hizo que su piel se erizara por completo.
—Así que… aquí estas…
Hanae sintió un terrible miedo, como hace mucho no lo vivía, cuando volvió sobre su espalda no vio a nadie, aunque el sentimiento seguía allí con ella, es como si no tuviera control de su cuerpo. Sentía su presencia alrededor, era alguien de quien no podía escapar.
Hanae lloraba de la impotencia. Movía su cuerpo con fuerza sin resultados. Sus pies seguían atrapados. Sus gritos se confundían con la de los pocos hombres que estaban aún vivos.
-No más…-Grito con todas sus fuerzas - ¡Quiero salir! ¡Déjenme salir! -A su lado los hombres empezaron a calcinarse. Estaban quemándose en vida. Sus gritos se hacían más fuertes a su alrededor. Hanae llevo las manos a los costados de su cabeza. Podía ver la vida escapar de sus cuerpos. Iba a morir allí. El fuego estaba rodeándola, cuando la misma voz resonó a su alrededor.
—No podrás escapar Hanae… —No lo veía, Hanae miraba a los lados, pero imposible dar con su ubicación.
—¡¿Quién eres?!
—Debiste haberte quedado en casa…
—Estaba en casa
—No lo estabas, mocosa, debiste quedarte en Inglaterra y pudrirte en la alcantarilla.
- ¿Qué es lo que sabes? Me fui de Inglaterra hace años. - “Nadie sabe de mi vida en Inglaterra, ni yo misma recuerdo lo que había vivido en mi niñez, como es posible…”
—¿Qué sepa algo tan insignificante?... –Hanae sintió que el color de su rostro disminuía, aquel hombre pudo leer sus pensamientos —Es posible, lo es…pero no te preocupes, todo acabara muy pronto.
—¿Y cómo se supone que va a acabar? –se atrevió a preguntar.
—Terminando lo que no pude en Red Bridge [2].
- ¿Qué paso es Red Bridge? -Pregunto con miedo.
-Te refrescare la memoria querida. -Había suprimido esos recuerdos de su mente. Las había llevado hacia el lugar mas recóndito de su mente. No era posible… El dolor que estaba sintiendo su corazón no se comparaba con el dolor físico del fuego quemando su piel. Pudo ver el horror de aquella noche.
—¿No había nadie allí ese día? –le susurro, sintiendo como una lagrima desbordaba su mejilla.
—Claro que si pequeña -añadió con una sonrisa -estaba yo.
Y así se hacía realidad su gran pesadilla.
Era el hombre del que llevaba huyendo.
Era él.
Un temblor rodeo su cuerpo de arriba a abajo, aquel era el hombre que abrió el cajón de sus pesadillas.