Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 15

La ventaja de todo dios o semidiós es que pueden contar con cualquier cosa inimaginable o al menos eso es lo que cree Rinott. Él era uno de los hombres más poderosos de Londres. Uno de los empresarios más temibles, pero en ese momento en la oficina de su torre quería simplemente acabar con el grupo de fracasados que tenía a su alrededor, que solo susurraba y no hacían nada. Y el olor ciertamente a humano lo hastiaba asi que salió de la sala de juntas dejando a los presentes con la palabra en la boca.

No quería escuchar a los humanos hablar de las ganancias y estrategias de marketing totalmente innecesarios. Era una simple fachada de mierda. Ya estaba cansado de todo eso. En un arrebato de ira se detuvo frente al escritorio de una de las secretarias vio sus cosas esparcidas por el escritorio y de un golpe lo estrello contra la pared. Todos a su alrededor quedaron pasmados e impresionados. Nunca lo habían visto perder el control de su temperamento. Ciertamente a Rinott le importaba muy poco lo que pensaran ya que ni eso logro calmarlo. Se dirigió al ascensor para ir directamente a su oficina. Quedaba tres horas para el eclipse y no tenía información de Hanae.

Su cuerpo no podía estar quieto, se sentía asfixiado, caminaba de un lugar a otro. Se sentía sofocado en ese maldito edificio, se sentía frustrado. ¿Como un plan que había llevado tanto tiempo, se iba a desboronar en solo segundos? Todo estaba claramente pensado y estudiado.

Si tienes que hacer un trabajo lo tienes que hacer por ti mismo –se susurró con enojo. La ventana frente a el exploto en miles de pedazos — ¡Mierda! — ¿Cómo iba a calmar su enojo? Ni siquiera eso sirvió para calmar su ira. Sentía su cuerpo transformarse

–¡MALDITA SEA, JUSTO SE TENÍA QUE COMPLICAR TODO HOY! –en ese momento Griffin decidió entrar en la habitación, pero se detuvo con horror al ver el estado en el que estaba Rinott.

—Ri… nott… —Griffin se mantenía al borde. Rinott sabía que no iba a producir ninguna palabra, el miedo irradiaba su cuerpo, así que se acercó hacia lo que quedaba de ventana, respirando pausadamente, empezó a calmarse y pudo recuperar su imagen humana a excepción de los ojos, aun se encontraban blanquecinos.

—¡Cómo es posible que haya pasado todo un día y no tengamos ninguna noticia sobre Hanae! Y todos simplemente se encuentran congregados aquí sin hacer absolutamente nada –su voz sonaba tan pausada, su voz grave. Griffin, temblaba ante este, su mirada estaba concentrada en su espalda, sabía que podía explotar y no quería ser parte de su munición —La teníamos, ¿Es eso lo que no entiendo? ¡Por un año completo la tuve en mis manos! ¿Y el ultimo día pasa esto? —Una risa descontrolada salió de sus labios —Y tu imbécil –señalando a Griffin –Y tu maldito escoria… Solo fue encargártela a ti y la perdimos. La perdimos en menos de un minuto.

—Lo siento Rinott –Rinott solo pudo apretar sus dientes para evitar lanzarle una maldición y acabar con su existencia —Yo estoy… —Rinott acerco su rostro al de Griffin.

—Cállate Griffin… —Le susurro —Cierra tu muy estúpida e incompetente boca.

—Rinott…

—Si tu cuerpo se hundiera en el Tártaro estaría en primera fila y lo disfrutaría.

—Rinott…

—Ahora espero que si estás aquí es porque tienes noticias ¿No es asi?...

—No pudieron obtener ningún rastro de ellos.

—Griffin… Griffin… Griffin —Sus ojos destellaron con fuerza. Griffin no quería mostrarse cobarde frente a él, pero le estaba fallando.

—Caesar no pudo obtener alguna información. —Rinott paso su lengua lentamente por su mejilla, podía saborear el miedo de sus poros. Al ver el estado de Griffin rio con ganas. Se alejo de el y vio como Griffin respiraba profundamente.

—¿Caesar? ¡Caesar! –Llamando al hijo de Dionisio.

—Aquí estoy –Dijo entrando en la habitación.

—Dime… localizaste al buscador ¡Necesito al skotádi ahora!…

—Esperen un momento ¿Qué es un skotádi? –pregunto Adara entrando en la oficina.

—Es un guerrero, entrenado para rastrear –Susurro Griffin.

—¿Rastrear? ¿Rastrear qué?

—Semidioses, criaturas, humanos —Respondió Caesar.

—¿Por qué nunca había escuchado de ellos? –Pregunto Adonia.

—Por qué no existen excepto para nosotros.

—¿Qué quieres decir?

—Debieron morir hace años, los crearon los ancianos para futuras guerras o simples venganzas que se tornaban en el Olimpo. Aunque para ellos resulto ser un simple mal experimento fallido y decidieron eliminarlos —explico Caesar.

—Aun no entiendo si ellos lo eliminaron por que Rinott tiene Skotádis a su disposición.

—No los eliminaron a todos Adonia —Le respondió Caesar con ironía.

—Deja de hacer preguntas estúpidas —Le grito Griffin.

—No seas un imbécil Griffin. Además ¿De que vale tenerlos?

—¡Por que los entrenamos nosotros! Adonia, porque no podemos simplemente ir y declarar una guerra… Así que, si ya acabaron con la clase del día de hoy. ¡Necesito respuestas ahora y mi paciencia se está acabando! —Grito Rinott — ¡Maldita sea! ¡Que alguien me diga que fue del skotádi!




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