Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 20

Rinott se encontraba en el apartamento, su mirada fija en un punto muerto del gran mural que tenía en el centro de la sala. Había investigado cada lugar, cada huella, cada paso que dio Hanae y no le encuentra sentido a nada. Ella en ningún momento tuvo una relación con alguien importante. Solo esa amiga humana en el trabajo. Nadie más.

Analizaba cada paso que había hecho hasta el momento. Nada tenía sentido. Ninguna de las cosas que había hecho hasta el momento estaba dando fruto alguno. Tomo la botella de vodka y le dio un trago grande. Es como si Hanae no hubiera coexistido a su alrededor. Los skotádi no lograban tener algún indicio de su paradero. Los pocos guardianes a su disposición no tenían información alguna. Ni siquiera la mortal con la que se había acostado, tenía información. Había esperado que ella al menos tuviera una mínima idea de su ubicación, pero había fallado. No quedaba nada de su aroma. Su foto estaba en el centro de la imagen.

Definitivamente la iba a hacer pagar por cada minuto que le hizo perder tiempo.

 

Otro trago de la botella y ya no quedaba ni una gota más. Lo tiro a un lado. Se acerco hacia el balcón. Viendo el amanecer en el Egeo. Sus manos apretaban con fuerza la baranda. Quería acabar con ese día pronto. No había más por hacer solo quedaba esperar.

Esperar a que dieran frutos todas las averiguaciones. De lo contrario todo iba hacer un perfecto desastre cuando Tritón quisiera acabar con todos, uno por uno.

—Por qué te levantaste tan temprano Rinott… —Una voz somnolienta desvió su atención por un momento. Oculto rápidamente el muro de investigación que por suerte no vio al salir de la habitación.

—No es nada… me gusta la vista –Completamente desnuda se acercó a Rinott, abrazándolo por la espalda. Rinott pudo sentir sus pezones erectos rozar su espalda, sus manos estaban deslizándose hacia su pene.

—Regresa a la cama y te convenceré de la vista –en ese momento interrumpió el sonido del teléfono.

—Espera un momento –dijo alejándose de ella.

—Rinott siento molestarte…

—Dime Apostólos… me tienes noticias…

—Así es –la ansiedad de Rinott creció con cada segundo de espera.

—¿Y bien?

—El hijo de Zeus, Damen Jacob, esta es nuestro poder, lo llevamos a Nashville.

—¿Lo tienes asegurado?

—Esta inconsciente, no podrá defenderse.

—Déjame adivinar, se trató de escapar.

—Así es… Lo encontraron en un bar en medio de un barrio de mala muerte. Fue bastante fácil, pero al despertar le dio a Griffin uno que otro golpe.

—Se lo merece el imbécil.

—No quedo muy contento —añadió con jocosidad.

—Bien ¿Qué sabes de los demás?

—Adrián, vigila a Corban Brown.

—El hijo de Crio,[1] creí que estaba con Zeus al igual que el guardián Deacon… ¿Por qué nos está ayudando?

—Como todos, problemas con papi. Se dejó convencer por un buen precio.

—Bien, quiero que me mantengas informado.

—Claro que si…

La sonrisa en su rostro era evidente. El día no pudo haber empezar mejor, ahora parece que se podía seguir con el plan que estaba destinado a hacer. —El poder de los dioses serán nuestros —Aunque Rinott, sabía que Hanae es la pieza que Tritón necesitaba, sin saber porque, pero de momento podría manejar su furia con la captura del hijo de Zeus.

—Vas a volver a la cama Rinott… —comento la mujer a su espalda.

—Claro que si hermosa...

—Qué bueno amor ven aquí…

—¿No tienes que trabajar hoy Carla? –le menciono Rinott mientras se dirigía hacia ella, desnudándose en el camino, mostrando su erección.

—Si, pero el turno de noche… Carpo me quiere en ese turno y no puedo hacer nada mientras no esté Hanae –Rinott tomo a Carla en sus brazos para dejarla exactamente arriba de él.

—¿Tú de casualidad no sabes nada de ella Carla? Estoy preocupado, es mi amiga –le susurro mientras la empalaba fuertemente, Carla solo lo cabalgaba con placer.

—No… La última vez, fue hace más de tres semanas –Decía mientras gimoteaba su nombre.

—No te dijo nada –mascullo mientras tomaba su pezón entre sus labios.

—No… —sus manos fueron a parar a su pelo. No quería alejarlo de sus senos —quisiera poder ayudarte, pero no sé nada de ella –Rinott, decidió voltearla, sintiendo la rabia emerger de él, la penetraba con fuerza, queriendo terminar lo antes posible.

—Espero que aparezca pronto –decía mientras buscaba su liberación.

—Igual yo… —aseguro Rinott.

—Además de que carpo es una gran molestia en el trasero —su control se estaba haciendo añicos —y más por porque renuncio y se llevó su dinero —Naxos quería que parara de hablar —Dios Naxos, eres genial.

—Ya lo se…

—Y por algún motivo ese hombre empeoro su olor. Son muy pocos quienes lo notan, pero ese olor a algas es horrible —los movimientos de Naxos cesaron de repente.




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