Egeo _ El secreto de Poseidón

CAPITULO 38

Zeus salió de la comodidad de su cama y se detuvo a mitad de camino. Había algo más. Su primer sueño tenía un significado. El acertijo era bastante complicado. Aun sigue descubriendo cosas que solo estaban en su mente. Zeus sabía que en el sueño hay pequeñas pistas y todos. Aquellos mensajes siempre tenían un significado, solo tardo un momento en averiguar la verdad, por lo que tenía que poner en acción un nuevo plan. No iba a permitir más fallas, más traiciones, más insolencias.

—¡KEELAN! ¡KEELAN!

—Mi… mi señor –contesto Keelan, apareciendo frente a él.

—¡Eres uno de los guardianes a cargo de mi ejercito! ¿No es asi?

—Lo soy mi señor —le respondió dubitativo.

—Eres mi mejor guerrero.

—Gracias mi señor –contesto con una inclinación de cabeza.

—Asi que tendrás una nueva misión Keelan. Vas a buscar y a seleccionar el mejor grupo de guerreros y los vas a escoger muy cuidadosamente. Vas a buscar a todo aquel que sirva al Olimpo.

—Si asi lo quiere mi señor. Asi será.

—Debes ser lo más cuidadoso posible Keelan. No confió en muchas personas hoy en día. Creo que… creo que puedo confiar solo en ti.  —susurro viéndolo fijamente.

—Mi señor… Es un honor que me confié en mi ciegamente —comento con total humildad. Zeus camino de regreso a la ventana. Perdiéndose en la vista que tenia delante.

—Eres como un hijo para mi Keelan. Y mírate… eres el único que permanece a mi lado. Ni siquiera en mis propios hijos puedo confiar. Eres mi única esperanza —Menciono acongojado. Una pequeña lagrima rodo su mejilla.

—Asi será mi señor, no lo defraudare. Pero dígame ¿Cuál será la misión mi señor?

—Vas a buscar a todos los semidioses. Cada uno de ellos.

—Mi señor. No entiendo. Son cientos.

—Lo escuchaste muy bien Keelan quiero a cada semidios vigilado.

—Pero mi señor.

—No hay peros Keelan. Cada descendiente semidiós estará vigilado, quiero saber cada movimiento, si estornuda, si caga, ¡TODO! ¡TODO ME ENTIENDES! —Keelan no podía creer lo que escuchada. Cualquiera diría que estaba perdiendo la razón. Lo vio caminar de un lado para otro exaltado —No quiero que le quiten la mirada de encima. Serán su sombra —Keelan vio de nuevo que se acercaba a el y le susurro —Tienes mi mayor confianza Keelan. No puedes fallarme hijo —más lagrimas asomaron a su rostro. Keelan podía ver el miedo rodando su rostro.

—Si mi señor.

—Y Keelan… vas a llamar a toda la tropa.

—¿Pero mi señor?

—Harás lo que digo Keelan, quiero en el Olimpo a todo el que peleo conmigo. Todo aquel que sea leal a mí. Y debes asegurarte que no hallan dejado el Olimpo. Todos debes ser incorruptos. Es esencial. Ya … ya yo no confió en nadie.

—Sera como usted ordene mi señor – Keelan inclino nuevamente su cabeza, se estaba dirigiendo a la salida cuando Zeus murmuro su nombre de manera sutil.

—Y Keelan…

—¿Sí mi señor? —respondió deteniéndose al acto.

—Si descubro que alguien me ha traicionado, pagara la peor de las consecuencias.

—¿Consecuencias mi señor? —le pregunto. Sabia que los dioses eran seres vengativos, pero nunca había podido presenciar estos actos de los que muchos hablaban.

—Así es, estarán gimiendo de dolor en el Tártaro, me encargare personalmente de que quien me traicione. Lo llevare con gusto, lo atare con una cadena de acero hirviendo en azufre y ese ser peleara cada día por salir de ese agujero de mierda. Ese que me traicione deseara nunca haber nacido.

—Así será mi señor –Keelan salió de allí con seguridad. Seguridad que no sentía en lo absoluto. Zeus estaba muy cerca de descubrirlo todo y no podía permitirlo. Tenía que dirigirse hacia el túnel y con rapidez. En la entrada se tropezó con uno de los sirvientes de Zeus —¡Ten más cuidado maldito sirviente! —le grito. El sirviente agacho la mirada y se alejo de el a una distancia prudencial.

—Lo siento mi señor. No fue mi intención. Perdóneme mi señor —Keelan se dirigió a las escaleras ignorándolo totalmente. El sirviente solo lo vio con una sonrisa grande en su rostro. Le gustaba ese juego. Cuando vio al guardián salir del recinto, siguió su camino hacia la recamara de Zeus.

 

Zeus mientras tanto no le quito la mirada de encima a Keelan hasta que desapareció por el pasillo fuera de su habitación. Quería convertirlo en algo más que cenizas sin embargo por el momento debe seguir con el plan. No podía echarlo a perder.

—Maldito bastardo –susurro Zeus, apretando sus puños a un lado de su cuerpo.

—¿En serio? –Le cuestiono una voz atrás de las cortinas de la habitación —“Eres mi mejor guerrero” “Busco guerreros” “Eres como un hijo para mí”. Deberías dejarme mostrarte lo que de verdad es un guerrero padre. Porque todo esta pantomima. –lo imito señalando dos comillas en el aire –Estas preparándote para la guerra o para una travesía vikinga. Y ese… Parecía un robot, no es para nada un guerrero. Solo respondía a lo que tu querías




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