Egoísmo y cobardía

Lo que solía ser

FREDRIK

 

El nivel del agua se intensificaba con cada segundo. El olor a césped recién regado, el singular aroma de la lluvia, los charcos que se formaban en las pequeñas grietas de la tierra. Una suave brisa que pretendía volverse violenta, y el frio que se empezaba a hacer presente en el ambiente.

La lluvia, odiada por muchos y amada por pocos. Solo había algo que te hacia no brindarle importancia. Que tu corazón estuviera roto.

Estaba frente la tumba de mi padre. Hacia un par de minutos ya había sido sepultado bajo tierra, llevándose con él, la última familia que me acompañaba.

A mi costado se encontraba Bastián, igual de apenado que yo, sosteniendo el paraguas que evitaba que me mojara. Tras nosotros estaban la mayor parte de empleados de Akres, con amigos de mi padre, conocidos y socios. Todos habían tomado el primer vuelo apenas la noticia inundo los periódicos, haciendo de esta despedida, un evento más.

Mi padre le había bridado un crecimiento enorme a la economía colombiana. Reconociéndolo como uno de los mayores empresarios que había brindado el país, y ahora, un hijo el cual apenas se le conocía su existencia, era el posible heredero de todo lo dejado en este mundo.

Muchas personas pasaron por mi lado a darme el pésame. Aunque sus palabras se perdían en mis pensamientos. Muchos se marcharon de inmediato por su ocupada agenda, y solo unos pocos permanecieron hasta que yo decidí alzar mi vista. Percatándome de que, la persona que ahora estaba sosteniendo el paraguas era Raquel.

Dirigí mi vista hacia ella para notar sus ojos irritados. Su rostro expresando cansancio y su mirada pretendiendo consolarme sin palabras.

La lluvia ya había bajado su intensidad, logrando solo hacer un sonido suave al chocar con la cubierta del paraguas. Me di la vuelta y observé a las únicas personas que restaban en todo el cementerio.

Verónica, Luca, Arturo y Charlotte.

Mis ojos se perdieron en la última persona mencionada, la que captaba toda mi atención con el color rojo de su cabello. El negro de su vestimenta combinaba a la perfección con su apariencia. Aunque su expresión no me animó del todo.

—¿En qué momento se marchó Bastián? —Hablé sin ganas.

Raquel también se dio la vuelta.

—Dijo que se encargaría de ayudarte, Fredrik.

Sabia a lo que se refería. El día anterior, aunque mi padre hubiera muerto, nos vimos en la obligación de mantener nuestros pies sobre la tierra.

—Sé que es el peor de los momentos, Joven Fredrik. Yo estoy igual de adolorido que usted, pero con la muerte de su padre se vendrán muchos problemas por no haber un presidente electo. Uno de ellos puede ser que los señores Arturo y Sebastián convoquen una votación extraordinaria, ya que juntos poseen sus mismas acciones. Gracias a sus investigaciones, nos enteramos que alrededor de los últimos años han estado ganando el apoyo notarial de muchos accionistas. Usted cuenta con los socios de su padre, sin embargo, no sé si eso será suficiente... Es probable que llamen a una reunión general para destituirlo, joven Fredrik.

—¿Qué recomiendas, Bastián…?

—Estoy al tanto de que el señor Roberto dejó sus acciones a el joven Luca. En el caso dado que el joven Luca ya haya firmado el poder, si usted se casa con la señorita Raquel dividirían acciones con la compañía Als. Eso, sumado al registro familiar lo hará a usted el mayor accionista en compañía de Als, sin embargo, ¿usted desea eso joven Fredrik?

La compañía era todo por lo que había luchado mi padre. y aunque al principio nunca estuve interesado, no sé si estará bien que sus sacrificios fuesen en vano. Mi padre trató de proteger la empresa incluso a costa de su vida.

—No se preocupe joven Fredrik, encontraré otra opción. Por ahora hay que encargarnos de ganar la confianza de la mayor cantidad de accionistas que podamos. Aunque haya que evitar la reunión general, Hay que prepararnos por si llega a suceder. 

 

—¿Tu hermano ya es el presidente de Als? —Inquirí.

—Pronto lo será, pero Fredrik. ¿Qué sucede?

Sin responder, empecé a dirigirme hacia donde se encontraba Luca, a un costado de Charlotte.

Mi cabello se humedeció rápidamente por las gotas de agua. Las suelas de mis zapatos pretendían resbalarse al contacto con el césped, y de apoco, mi smoking estaba siendo humedecido. Los ojos de Charlotte se encontraron con los míos, provocando que mis acciones se involucraran con mis pensamientos.

Todo dependería de la respuesta de Luca.

—Las acciones que dejó mi padre. ¿Ya las has firmado? —Pregunté al segundo de haber llegado.

Él, aunque no se mostró feliz, respondió sin algún tipo de burla.

—Si.

Aunque lo supe en aquel entonces, de igual manera deseaba descartar la posibilidad.

Mi relación con Luca se había rotado desde hacía ya mucho tiempo. Teníamos 12 años aproximadamente. Le tenía un aprecio inigualable al haberse convertido en mi primer amigo. Entre una casa que no me permitía la salida, y el sentimiento de soledad. Luca fue una de las primeras personas en acompañarme. Se dirigía a mi casa todos los días, me traía diferentes tipos de comics y compraba los videojuegos que yo no podía. Pasábamos la mayor parte del día en el gran jardín, jugando béisbol o futbol. Luca se había convertido en mi primer, y mejor amigo.

Nunca pensé que, una sola palabra hubiera convertido nuestra relación en algo irremediable.

Fue la primera vez que se me permitió salir de casa. Era el cumpleaños de Luca y se iba a llevar a cabo una fiesta en su hogar. Ya que, su madre y hermana no estaban en el país, su padre pensó en una gran fiesta para no hacerlo sentir solo.

Me dirigí hacia allá en compañía de un par de guardaespaldas, mi hermano Alex, y con la condición de no mencionar una sola palabra. No tuve que pensarlo suficiente para acceder a las condiciones.



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En el texto hay: romance, drama, jefe y secretaria

Editado: 29.03.2021

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