"Tú creas el mundo del sueño.
Nosotros llevamos al sujeto
a ese sueño y él lo llena con
su subconsciente"
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No sé porqué me siento así.
Edén no entreno a una niña débil que no controla sus acciones, él se aseguró de hacerme fuerte, me entrenó y gracias a él controlo estos elementos, he llegado a pensar que sin él estaría muerta, con mordidas de caminantes por todos lados o peor, convertida en una de ellos.
El bosque se ve hermoso en la oscuridad.
Y pensar que antes le temía.
Mira la oscuridad durante un tiempo y al final verás lo que no hay en ella.
Los grandes árboles y el aire que mueve sus ramas, el ruido de algunos animales sobrevivientes. La luz de la luna iluminando los claros en el bosque.
Hay cierta tranquilidad en eso.
Siempre busco esto cada vez que pasa, el sonido de las hojas arrastradas por el viento me ayuda a recuperar el control, no sé la razón del ¿por qué me pasa a mi? ¿Por qué puedo sentirlo?¿Por qué no puedo decirle a nadie?¿Por qué siempre nos encuentran?¿Por qué hemos estado a punto de morir, muchas veces?
Pero creo que es mi culpa.
El aire azota mi cuerpo, mi piel ya está helada, la roca fría congela mi trasero. Extiendo mi mano izquierda y me quito el guante, un ardor me recorre todo el brazo hasta mi cuello y rostro, mi vista se torna borrosa unos segundos, las venas de mi brazo se vuelven rojas y mi piel blanca las transparenta, se ve como si dentro de ellas corriera lava y no sangre.
No puedo verlo pero sé que mi ojo izquierdo ahora es de color rojo, siento las llemas de mis dedos calentarse. Las pequeñas llamas salen de ellos, muevo mis dedos lentamente, luego acercó mi manos a la otra y ahora los dedos de mis dos manos salen pequeñas llamas de fuego. Veo como éstas crecen hasta cubrir mis manos.
Gracias a los entrenamientos puedo hacer eso, he aprendido a dominarlos, antes el dolor era insoportable pero ahora se ha vuelto parte de mi.
Las llamas de mis dedos me transmiten calidez por todo el cuerpo, las noches serán frías a partir de ahora, eso será un problema, para mantenernos en calor, tendremos que encender la chimenea y el humo puede llamarlos hacia aquí, están por todos lados, los caminantes podrán encontrarnos más rápido así.
Puedo ver a los demás en la distancia, la cabaña no esta lejos. Hemos tenido que huir muchas veces, la mejor opción que encontramos para escondernos fue esta pequeña cabaña, tuvimos que sacar los cadáveres de los dueños, una pareja y una niña.
Puedo ver la silueta de alguien en la ventana, la tenue iluminación dentro de la cabaña deja a la vista su rostro, lo detallo de perfil,su nariz respingada, sus labios llenos, sus mejillas rosadas por el frío.
Sus ojos están clavados en mi.
Sé quién es
Hunter.
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La cabaña es pequeña, hecha de ladrillos, solo tiene dos habitaciones, una mini sala-cocina y un baño, los alrededores están cubiertos por muchos arbustos, y los grandes árboles y la neblina la hacen menos visible para los caminantes.
Ha sido un buen escondite, llevamos dos semanas aquí y no hemos tenido muchos problemas con las criaturas, no han llegado hasta este punto de los bosques.
Pero lo harán.
Me levanto de la roca y sacudo mis pantalones, vuelvo a cubrir mi mano con el guante de cuero negro, la llema de mis dedos están rojas. Camino a través de árboles, arbustos, rocas, en dirección a la cabaña. Mis botas pisan plantas y algún que otro insecto.
Llego a la cabaña y giro la manija de la puerta, ésta se abre dejándome ver el interior, entro y la cierro a mi espalda.
El interior está tenuemente iluminado por fuego llameante en la chimene. Al lado de ésta hay dos sofás, en el muro de la chimenea hay un pequeño estante donde hay algunas fotos de la familia dueña de la cabaña.
Siete pares de ojos me observan, pero unos en especial, me repararon de pies a cabeza, puedo distinguir el color azul de ellos. Me ven con desdén.
-La princesa ya se ha calmado. -Se levanta y camina hacia mí -¿Cuantos árboles quemaste allá fuera? ¿Ah?- El hombre de cabeza calva se acerca al chico -¿Cuantos animales has matado?
-Ya basta Gadiel. -dice.
El chico de ojos azules y tez pálida se acerca a más mi, el cabello negro cae sobre sus ojos.
-Dime ¿Si salimos estarán ahí para matarnos?
El chico de ojos color miel, se separa de la ventana.- Sabes que no es su culpa.
Gadiel suelta una risa ronca, cuando ya está a un metro de mí, estira su mano y sus dedos empiezan a iluminarse.
-Te crees mejor que todos ¿No es así?
La chica de ojos negros se levanta del sofá -Estamos juntos en esto Gadiel.
-Es lo que tu crees.
De sus dedos salen rayos que van creciendo cada vez más, no me muevo, no le tengo miedo. En un movimiento rápido, su mano derecha impacta contra mi rostro, el dolor es soportable.
-No la provoques Gadiel. -habla el más robusto del grupo.
Su puño ésta vez, choca contra mi estómago, los rayos en su mano me atraviesan el cuerpo y me quitan el aliento, me doblo por la cintura colocando mis manos sobre mi estómago. Siento el ardor -ya muy familiar- que recorre todo mi brazo izquierdo, las venas se tornan rojas.
-Vamos, usa tu poder.
El chico se ríe y levanta su mano por encima de su cabeza, las venas de su muñeca van adquiriendo la iluminación azul gracias a la potencia del rayo.
Éstos salen disparados a todos lados.
-Detente Gadiel.
Todos tratan de aserle entrar en razón pero yo sé como es él, y sé que se quiere vengar, pero no tengo tiempo para eso.
Mi vista se vuelve borrosa y oigo el estruendoso ruido y doy un brico hacia atrás, su ataque impacta en el suelo de la cabaña, frente a mí.
Giro mi cabeza y veo mi otra mano, las venas de ésta son azules y se ve como si tuviera rayos dentro de mi piel. De las llemas de mis dedos sales llamas de fuego y potentes rayos.