A más de 20 años luz de distancia en el espacio exterior, un joven Santiano llamado Joee, lucha por su vida en su nave casi destruida, esquivando ataques y enormes rocas espaciales, tratando de escapar de dos naves de asalto que intentan atraparlo y rescatar al prisionero y otras criaturas únicas que este lleva consigo.
Él es el único sobreviviente de una fuerte batalla librada contra Iroshavni, un soldado del ejército del conquistador y tirano Lord Farano.
En la batalla, todos sus compañeros murieron, incluyendo a su capitana a quien esté amaba. Aunque lograron capturar a Iroshavni, el precio fue muy alto.
Ahora Joee debe llevar a Iroshavni ante la corte del planeta Santi para que sea condenado por destruir y acabar con planetas y razas por completo.
—¡Tenemos que acorralarlo! —Ordenó uno de los perseguidores— Dispara a los motores para obligarlo a detenerse.
—Si los pierden, arrancaré sus cabezas. ¡Par de inútiles! —Dijo Lord Farano mientras observaba por los monitores.
—No lo defraudaremos señor.
La persecución se hace más fuerte y varios disparos son certeros sobre la nave.
—SINA (Sistema de Navegación Automática), encuentra un lugar donde pueda esconderme o esto terminará mal— tratando de apagar las alarmas de la nave y mantener el control de la situación.
—Hay un planeta cercano llamado tierra que posee alimentos y una atmósfera compatible. No se han reportado tropas de Lord Farano en él. —Esas palabras le dieron aliento por unos segundos. El conocía el peligro que corría— La mala noticia es que solo tenemos energía para llegar así que perderemos los escudos y el sistema se apagará por completo.
—No tengo opción. Envía toda la energía a los propulsores y entremos en Velocidad Fotónica.
Llevando toda la energía a los motores, la nave pudo volar a gran velocidad como un rayo o más rápido y desapareció de la vista de los perseguidores.
—¿Dónde está?
—No lo sé. No puedo verlo.
Lord Farano estaba muy enojado por la situación —Más vale que lo encuentren. —exclamó con ira.
—Seguiremos buscando Señor.
Nuestro joven héroe logró escapar de su desgracia para llegar hasta el inicio de su mayor aventura.
Eran ya las 10:45 de la mañana en el planeta Tierra y un sujeto llamado Evans se encuentra con su hermana Tina y su sobrino adolescente, Alex, escalando una de las montañas más conocidas del caribe, el famoso Pico Duarte ubicado en la Cordillera Central, de la Isla de Santo Domingo.
Más al Noreste, casi llegando a la Bahía de Samaná, se han activado las alarmas de un Laboratorio de Tecnología Avanzada. Al parecer los satélites han detectado un cuerpo que se acerca a la tierra en dirección al mar caribe.
—Esto parece una nave espacial pero la velocidad con la que se acerca es como si pensara estrellarse.
—Así es señor. Estamos calculando su trayectoria, pero no logramos ver de dónde vino. Se acercó a la tierra en una fracción de segundo. —Respondió el asistente del Dr. Duarte— Si sigue su trayectoria creo que se estrellara en..... ¡¡¡Santos cielos!!!! No caerá en el Mar... Se estrellará en la Cordillera Central.
—Alisten el helicóptero. Debemos llegar antes que el ejército. —El Dr. Duarte tomó su bata y corrió hacia el helipuerto.
Entrando a la atmósfera de la tierra, Joee lucha por reiniciar el sistema de la nave, pero esta no reacciona para nada, así que se coloca su cinturón de seguridad y se prepara para el impacto.
Escuchó hablar a su prisionero —¡Eres un idiota! Ahora morirás con el impacto y yo probablemente sobreviva. Jajaja. A ver si eres tan fuerte, niño Santiano. —Riendo y burlándose por la situación.
—¿En serio? Porque no veo que tengas un cinturón y estas metido en una jaula. Además, ya estás muy herido.
Tan pronto la nave se acercó a la tierra empezó a fallar y a caer en dirección a la tierra. Sin escudos, sin armas y fuera de control, la nave empezó a caer libremente dando vueltas y destrozándose en pedazos.
El daño llegó hasta la parte trasera de la nave donde se encontraba la bodega en la que guardaban en pequeñas cápsulas todas las criaturas que Joee y sus amigos habían capturado. Estas eran llamadas los Punah. La bóveda se rompió y las cápsulas salieron dispersas en el mar caribe.
Desde la montaña. Evans vio la nave que se aproximaba envuelta en humo.
—¿Que rayos es eso? —Mirando la nave de Joee— Parece un satélite o un avión del ejército.
La nave se estrelló a 500 metros de Evans y su familia.
—¡¡¡Hay que ir a ver!!!
—Mejor llamemos a emergencias y no nos acerquemos.
—Podría haber sobrevivientes y morirán cuando lleguen a rescatarlos. Llama a emergencias y esperen aquí mientras yo voy a ver qué pasa.
Con valentía, Evans trata de llegar a la nave lo más rápido posible en busca de algún sobreviviente.
—¡Hola! ¿Hay alguien aquí? ¡Hola! —Entra a la nave para explorar.
—¡Que rayos es esto! Es como una nave de películas.
Mira a los lados sorprendido de lo que había encontrado, pero no se ve mucho por el humo y el polvo que produjo el impacto. De repente, en el fondo, vio este animal que a su vista parecía un oso, un lobo gigante, un hombre lobo o algún gorila mutante, sea lo que sea no es humano, no es de la tierra y es espantoso.
Se trataba de Kytilop, el fiel compañero del prisionero Iroshavni. Un monstruo enorme que a simple vista podríamos pensar que es un hombre lobo, pero en realidad es algo peor y ahora acaba de escapar de su jaula medio rota.
—Santos cielos ¿Es una broma?
Sale corriendo a toda prisa a avisar a los demás.
—¡¡¡Corran!!! ¡¡¡Corran!!!