El Abasayo

el sacrificio

Esa noche, Clara no pudo dormir. El llanto del niño la atormentaba. Decidió que debía regresar al bosque para enfrentar al Abasayo y liberar al niño de su sufrimiento. Armada con una linterna y un amuleto de protección que le había dado la anciana, se adentró nuevamente en la oscuridad.

Al llegar al claro, el ambiente era diferente. El aire estaba cargado de una energía oscura. Clara se sintió atraída hacia el muñeco de trapo, que aún estaba allí. "¡Abasayo!", gritó, su voz resonando en la noche. "Vengo a ayudarte".

El niño apareció nuevamente, su rostro distorsionado por el dolor. "¿Por qué no me ayudas?", preguntó con una voz que helaba la sangre. Clara sintió que su corazón se rompía. "Quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo sola".

En ese instante, el bosque se oscureció aún más. Clara comprendió que debía hacer un sacrificio. "Te ofrezco mi luz, mi vida", dijo, levantando el amuleto. "Liberarte de tu dolor".

El niño se detuvo, y por un momento, su rostro mostró una expresión de paz. "¿Estás dispuesta a hacerlo?", preguntó. Clara asintió, sintiendo que era lo correcto.

Con un grito desgarrador, Clara sintió cómo la energía del amuleto se desvanecía, y una luz brillante envolvió al niño. El llanto se convirtió en risas, y la figura del niño se transformó en una luz pura antes de desaparecer en el aire.

El bosque recuperó su calma, y Clara se sintió ligera, como si una carga se hubiera levantado de sus hombros. Al regresar al pueblo, los lugareños la miraron con respeto. Había enfrentado al Abasayo y liberado su alma.

Clara nunca olvidó aquella noche, pero en lugar de terror, ahora llevaba consigo la paz del niño liberado. La leyenda del Abasayo se convirtió en un recordatorio de que a veces, el sacrificio es el camino hacia la redención.




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