Máscaras sangrientas.
Miedo. Peligro. Dolor.
Todas la personas los perciben de diferentes maneras, me atrevería a decir que todos tenemos aunque sea una historia con uno de esos sentimientos. Yo recuerdo la mía, abarca las tres situaciones. Todo sucediendo tan rápido en una noche que se supone iba a ser inolvidable, y por Dios que lo fue.
No importa donde me encuentre, con quién, incluso mi estado emocional. Siempre vendrá a mi ese recuerdo de varios segundos. Donde todo pasa tan rápido que puedo recordar el sonido de sus huesos romperse contra el suelo.
Sólo hay una incógnita, hay algo que no logro recordar de esa esa noche. Algo que ha evitado encontar al asesino.
Nadie sabe exactamente qué fue lo que le sucedió esa noche, simplemente quiso acabar con su vida. Yo era la persona más cercana a él, aún así nunca vi algo fuera de lo normal en su actitud. Pero según los testigos presentes todo fue muy rápido, muy brutal. Todo fue planeado por él mismo.
-Tierra llamando a Lena, llevo dos minutos sosteniendo este helado frente a ti y no te has percatado, estoy pensando en lamer las gotas que están a punto de resbalar por el cono de galleta. - una sonrisa cálida se mostró en su rostro.
-Lo siento Sam, ando un poco distraída. Pero por favor, no pongas tu lengua sobre mi preciado helado -pronuncié mientras tomaba el helado de chocolate de sus manos.
-Nunca recuerdo la fecha exacta, pero puedo notar por la expresión de tu rostro cuando está pronto tu regreso a Italia. Sabes que no te presionamos con decirnos, pero lo que sea que te tiene así por favor déjalo atrás, que quede en el pasado.
Sam tenía tanta razón como yo tenía ganas de perder la memoria, al menos de los primeros dieciséis años de mi vida, o quizá no estaba muy segura de lo que pensaba.
-Es complicado Sam, son cosas que viven en mi desde hace mucho tiempo. Todos tenemos un pasado el cual nos persigue por el resto de nuestras vidas. -sin ganas probé un poco del helado.
-Con pasado o sin él puedo decir que eres una buena persona Lena, y las buenas personas tienen finales felices.
Esa era una de las razones por las cuales ambos son mis amigos, nunca había conocido personas tan sinceras y buenas, realmente buenas.
-Algún día me sentiré lo suficientemente cómoda conmigo misma como para poder contarles toda la historia.
El día estaba muy nublado, se podía percibir un color azul oscuro teñir todo el ambiente, al igual un olor a humedad, anunciando que la mejor parte del invierno estaba por llegar. En unos días me tengo que ir a Italia, pero trataré de volver lo más pronto posible, lo suficiente como para no encontrarme con nadie en el camino.
-El Ático estará abierto el próximo viernes, deberíamos ir, merecemos ir. Pronto serán los finales y para ese momento tendremos que pasar con las narices metidas en Libros de literatura y números inservibles en nuestra vida diaria.
Sam comenzó a caminar al rededor de la banca, su cabello blanco resaltaba sobre todas las cabezas que caminaban sobre el parque. Solía ser castaño oscuro, conforme se fue aceptando a sí mismo decidió cambiar al color que siempre quiso.
Retomando la idea de Sam, no me caería mal una salida de amigos, hacía mucho que pasaba dentro de mi apartamento, ya era hora de socializar como una chica normal.
-Tienes razón, el viernes iremos. Sara lo más seguro va a querer acompañarnos.
Luego de acompañarme camino a casa Sam se fue, dijo que tenía que ir a comprar algo antes de llegar. Me encontraba a dos calles de mi apartamento, por alguna razón nos olvidamos de que un desfile de máscaras tomaba toda la calle principal el día de hoy. Alguna celebración la cual yo desconocía me impedía llegar a tiempo.
La música tradicional llenaba todo el lugar mientras las personas se mezclaban con las mascaradas y disfraces coloridos. Comencé a caminar entre la multitud, algunos artistas con mascaras se acercaban hacia mí. Traté de esquivarlos pero me llevaron junto con ellos, no sabía exactamente dónde estaba ubicada, pero las mascaras empezaron a parecer un poco extrañas. Colores oscuros y tristes reemplazaron los alegres rostros. Sin comprender lo que acontecía a mi alrededor, los rostros con máscaras, todos, se voltearon hacia mí. Estáticos, me miraban fijo, nadie se movía, nadie emitía un sonido. Caras alargadas y calavericas, rostros con negros agujeros como ojos, otros con pintura roja esparcida de manera abstracta me miraban, y tuve la sensación que era la única en ese lugar, la única diferente a ellos.
De pronto todos empezaron a moverse formando un camino frente a mí, un hombre de contextura delgada comenzó a avanzar sobre el camino, su ropa negra contrastaba con los colores oscuros al rededor, de pronto el sol comenzó a ponerse y el cielo se oscureció un poco más. Mientras tanto él mantenía la cabeza inclinada hacia abajo y con pasos firmes se acercaba un poco más. Yo retrocedí, aún manteniendo la vista sobre él. Choqué contra una persona, al parecer mujer, llevaba una máscara con un rostro desfigurado, colocó sus manos sobre mis hombros, yo me sobresalté y con pánico creciendo en mi interior comencé a correr sin un rumbo definido, los cuerpos se acercaban para deternerme. Cuando pensé que lo había perdido de mi vista, él se apareció frente a mi, su cabeza aún inclinada comenzó a elevarse y junto con ella la máscara que portaba en una de sus manos.
No le reconocía, no podía decir que sabía quién era por que no tenía la menor idea en ese momento. La cabeza me empezó a doler muy fuerte y mi cuerpo comenzó a sudar frío. Sentí que todo a mi alrededor daba vueltas.
Con temor, volví mi mirada hacia él.
Un grito escapó de lo más profundo de mi garganta.
Tenía cuchillos en cada una de sus manos, ambos goteaban sangre, al parecer fresca. La máscara tenía un rostro que yo conocía muy bien, al rededor de este habían palabras escritas. Todas ellas decían "Mi Hai ucciso".