El Actor

Capitulo 7

Irónicamente, la vida de Chloe había cambiado el día de su cumpleaños número 34.
Habían pasado unos quince, 
ella por una parte estaba feliz porque iba a cumplir un gran sueño pero por otro lado era acosada telefónicamente por periodistas internacionales, su teléfono no dejaba de sonar,  todos querian hablar con la suertuda chica argentina y saber que sentía, su nombre estaba en todas las portadas web y no hablan muy bien en algunos sitios. 
Vió una nota dada por la ex mujer de Ferman donde decía que él estaba haciendo un trabajo de caridad. Era una especie de marketing para promocionar su última película y aquel detalle de su parte era una buena estrategia para que los medios vieran su lado solidario.
Toda aquella situación fue un desenlaze de problemas en el matrimonio de Chloe, su esposo ya estaba cansado de las miles de llamadas y las cosas feas que se leian en algunos portales. Daban a entender que era una especie de el principe y la bajabumda.

Peter Ferman, estaba al tanto de todo y por momentos sintió culpa porque sabía que ella no estaba pasando nada bien todo aquello. Èl ya estaba acostumbrado pero era algo cotidiano por la clase de vida que llevaba.

Ella le contó a su amigo de la red social que estaba cansada de aquella situación y que tenía ganas de rechazar la propuesta. Sentía miedo y no le agradaba como algunos la miraban y las cosas que le escribian.
La inocente Chloe no imaginaba que ese nuevo amigo que ella admiraba y apreciaba era el verdadero Peter Ferman, y él debía tomar una desición y contarle toda la verdad. La amaba demasiado para verla sufrir. Y claramente sabía que todo podía caerse a un barranco si ella se enojaba y dejaba de hablarlo. Pero no tenía otra alternativa más que ser sincero y afrontar la realidad.

—Estoy cansado de todo —dijo su esposo —. Al principio crei que era un juego pero las cosas ya han pasado a mayores. Te he notado distante y algo distraida este último tiempo.

—Yo sigo siendo la misma. Una cena no va a  cambiar la persoba que soy. Es sólo una cena —dijo Chloe preocupada.

—No es sólo una cena. Sé lo mucho que te gusta ese sujeto ¿Qué pasa si intenta llevarte a la cama? —gritó su esposo algo alterado.

—¡Por favor, amor, me conoces bien! Sabes que no soy esa clase de mujer —le explicó ella y trataba de calmarlo.

Una mañana de sábado, Chloe trataba de sobrellevar la pelea que había tenido la noche anterior con su esposo.
Desde aquel día las cosas no iban nada bien para ella, no sólo debía soportar las llamadas y los insultos de algunas mujeres sino que ahora esto estaba  mal porque su esposo desconfiaba de ella.

Suena su celular y era su amigo Oliver, el cajero del supermercado que vivía en Menston, hasta donde ella conocía. Esa persona dulce y amable que se había ganado su amistad hacía ya meses. Un amigo incondicional a la distancia con quien ella podía contarle todos sus problemas no era más que el mismo Ferman actuando ser alguien que no era.

 

—Chloe, ¿cómo estás? —preguntó Oliver y añadió —. Necesito hablar contigo.

—Hola Oliver. La verdad no la estoy pasando nada bien. Anoche tuve otra pelea con Gabriel —le confesó ella con un tono de voz quebrado y muy angustiada.

—¿Sigue enojado? —preguntó Oliver —. Todo por mi culpa. Yo jamás tuve intenciones de arruinar tu vida, tu mundo y todo lo que conocías.

Chloe, al oir aquellas palabras tan sentidas de Oliver le dice: —No, no es tu culpa. Fue por todo lo que se armó con la cena que ganè con Peter Ferman. Tú no tienes culpa de nada. De hecho, él sabe de nuestra amistad. Creí que todo esto era un sueño, con un final feliz, donde la chica conoce a esa persona que tanto admira, esa estrella inalcanzable y lograr tenerlo aunque sea una hora en frente, ver su bello rostro y oir su hetmosa voz. Poder pedirle un autografo y tomarse una foto que conservaría para toda la vida. Pero se está convirtiendo en una pesadilla.

—¿Jamás te preguntaste por qué te pasó eso a  tí? —preguntó él —. No será que se enamoró de ti y todo fue para acercarse a ti y todo lo del sorteo al azar de la cena con tu estrella favorita fue una excusa perfecta.

—Me haces reir Oliver ¿A mí? ¿Justo a mí? Es imposible, yo no soy nada y no tengo nada. No soy una mujer deslumbrante. No soy modelo, actris ni cantante. Soy una ama de casa que usa como terapia planchar la ropa como un escape para tener unas horas de soledad. A veces se me olvida hasta peinarme ¡No digas bobadas! Al final, resultaste tener más imaginación que yo y ser más soñador —explicó Chloe.

Del otro lado hubo un absoluto silencio hasta que al fin Oliver dijo: —Chloe, voy a cortar y necesito que hagamos una video llamada.

—Al fin voy a conocerte de cara y no ver tu mirada detrás de una mascarilla —bromeó Chloe —.  Dale, y no te vayas a burlar de mí, estoy sin peinar y todavía con mi pijama de frozen.

Oliver cortó la llamada y ella se peino un poco con las manos su enmarañado cabello rojizo.

 

 

 




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