—¿No era mejor pagar la deuda? —Quincy estrecha la mano de Adolfo.
—No importa como pagué —se encoge de hombros
Los ojos de Quincy se entrecierran.
—Pondré reglas en los próximos juegos de cartas, nada de pagar deudas con hijas —sonríe fríamente —El matrimonio de mi heredero ya está arreglado y por supuesto es con una familia poderosa.
Adolfo finge una sonrisa, Quincy menospreciaba a sus dos princesas.
—Acepté la boda con Lex, porque quiero a mi hijo cerca, sólo una esposa puede lograr que mi hijo se quedé en la ciudad.
Lex vuelve sus manos en un puño, su esposa había sido ganada en un juego de cartas, dirige su mirada hacia la joven que está separada del grupo, estaban en la iglesia, les habían tomado tantas fotos, se había separado un momento ya que estaba cansado, y había escuchado la conversación de su padre con su suegro, la familia estaba recibiendo las felicitaciones hipócritas de los presentes.
Sabía lo que opinaban de él, que era un bueno para nada, un bastardo, hijo de la amante de turno de Quincy Wells.
La familia de Quincy, lo habían tratado con marcada diferencia, no dejaban de recordarle que él y James eran diferentes, uno era un hijo bajo el amparo del matrimonio y el otro era el hijo de una traición. Las escuchó desde que llegó a la mansión Wells, al inicio lo herian las palabras crueles de los adultos, pero se juro a sí mismo que no iba a permitir que la basura de los Wells lo afectarán, a medida que iba creciendo, iba endureciendo su corazón.
La esposa de su padre fue la más cruel, lo miraba con odio por ser el fruto de su esposo revolcándose en otra cama con otra mujer, siempre le recalcaba que él sería un perdedor, y James un hombre triunfador, harto de tanta mierda, tomó sus cosas y se marchó.
Su abuelo le había dado una tarjeta donde había dinero, él se había aventurado en invertir el dinero en acciones, había tenido suerte, la empresa que estudio por meses y que eligió para comprar acciones, lo habían hecho ganar su primer millón, siguió estudiando empresas y eso le ayudaba en tomar las mejores decisiones en la compra de acciones.
Cuando su cuenta bancaria se engrosó, se aventuró en crear una empresa especializada en tecnología, para la familia Wells era un torpe, no fue bueno en las clases, no le llamaban la atención, sólo matemáticas, era el mejor de su clase. Hoy en día su empresa estaba bien posicionada y era su orgullo, no necesitaba el dinero de los Wells, él se había forjado una fortuna por si sólo.
Camina hacia su esposa, ella levanta la mirada hacia él, era una mujer bajita.
—Nos vamos —declara secamente.
La pareja se dirige hacia la salida, se detiene al escuchar la voz de su padre.
—La recepción es el jardín de la casa, el abuelo está esperando —Lex aprieta su mandíbula con fuerza, lo menos que deseaba era compartir tiempo con la familia Wells, todos eran unos hipócritas. Su padre siempre usaba su as bajo la manga el abuelo.
—Gracias —responde —Vamos.
Danielle no dijo nada, sólo se limitó a seguir a su esposo, se sentía perdida como si estuviera nadando en un inmenso océano sin ningún lugar donde ir.
La familia Harper luego de recibir todas las felicitaciones por que su hija se había casado con uno de los hijos de una de las familias más poderosas, se dirigieron a la mansión Wells.
—Es increíble como ha cambiado Lex, es un hombre sumamente guapo, de hecho James no le llega a los talones.
—¡Abril! —su madre la corrige —¡Nadie de la familia Wells puede escucharte decir eso, puede que sea un hombre sumamente guapo, pero no olvides que es el bueno para nada de los Wells, el hombre que vivirá de la caridad de su hermano.
Abril suelta el aire, moriria por pasar una noche en brazos de Lex Wells, cuando lo vio entrar en la iglesia, supo que era el hombre que siempre había estado buscando.
*****
—¿Nunca has subido a una moto? —Danielle niega, Lex había llegado a propósito en una moto, ya estaba vieja, pero bien cuidada, quería hacer sentir mal a la mujer que se casaba con él.
—Sólo dime como hacerlo y lo haré —Lex enarca una ceja, esperaba un berrinche, una exigencia de su parte por llegar en la moto.
Lex le entrega el segundo casco, le indica donde debe poner el pie, mientras sujeta su mano, ella lo hizo siguiendo las instrucciones.
Al encerdela Lex sonríe ya que la moto echaba demasiado humo negro.
—¿Es normal todo ese humo? —pregunta Danielle.
—Debo arreglarla, pero no tengo dinero ¿te molesta que lleguemos a la mansión Wells en esta moto?
—No —responde Danielle, mientras con cuidado se sujeta de cada extremo de la chaqueta de Lex —Es nuestro medio de transporte, no me molesta.
Lex enarca una ceja ante la declaración de su esposa, debió buscar una más viejita y con la carrocería cayéndose a pedazos, no se desanimaba, pronto Danielle Harper pediría el divorcio al conocer el apartamento donde vivirían, sonrió con mucha confianza.
Editado: 21.04.2024