Al llegar a la mansión Wells, uno de los encargados del parqueo se apresuró al ver a la novia llegar, Danielle que nunca había subido a una moto, sentía que las piernas le temblaban, al bajar, y quitarse el casco, suavemente acomodo el velo.
Lex baja, su mirada penetrante no se apartaba de ella, podía jurar que estaba tranquila.
—Lo siento —declara al tomar un extremo del velo —Debió quemarse en el escape —estaba atento a las reacciones de ella.
—Ayúdame a quitarlo —frunce el ceño al darse cuenta que no hacia un berrinche por su vestido de novia, ayuda a quitar las peinetas que sujetan el velo, con una sonrisa las arrastra para arruinar el peinado.
—Soy un torpe —ella levanta la mirada hacia él, era un hombre muy alto.
—No te preocupes—responde ella, mete sus manos en su cabello quitando todos los ganchos, un olor a durazno inunda las fosas nasales de Lex, ella se ha soltado el largo cabello negro, pasa sus dedos arreglandolo, Lex no pudo negar que se miraba preciosa, parecia una princesa de un cuento de hadas —Estoy lista, vamos.
Lex camina junto a su esposa, la palabra le parecía extraña, creció creyendo que nunca iba a casarse, era la deshonra de la familia según su madrastra, pero aquí estaba junto a una desconocida de quién no sabía absolutamente nada.
A ellos llegaba la música del jardín, realmente era un fastidio estar en una reunión donde estaba toda la familia Wells, eran unos hipócritas.
Al llegar a la recepción entrecerro los ojos, había un enorme pastel de novios, el jardín lo habían arreglado muy elegante, los meseros circulaban en medio de los invitados, los recibieron con aplausos.
—Felicidades Lex —su madrastra se acerca a él, su mirada seguia siendo dura, no había cambiando con los años, sus ojos azules recorren a Danielle de pies a cabeza —Felicidades jovencita.
Lex hace una mueca de disgusto.
—Es Señora Wells, lleva mi apellido—su madrastra iba a replicar, pero su esposo se ha acercado.
—Lex, mi querida Miriam ha preparado el apartamento que está al fondo del jardín.
—Gracias Miriam por tu amabilidad, pero viviremos donde he estado viviendo.
—Lex —gruñe su padre —Has desaparecido por ocho años, no puedes márchate sabiendo que papá está enfermo.
—No desapareceré.
—Mudate con tu esposa —Quincy se ha puesto rojo —El apartamento esta amueblado y tiene todo lo necesario, olvidaré que te marchaste y te dejaré trabajar en el Grupo Wells.
—¿Tú no dirás nada? —Miriam se dirige hacia Danielle.
—No lo hará —responde Lex —Me compraron una esposa obediente ¿no?
Danielle baja la cabeza, precisamente su padre cuando la llevaba al altar le advirtió que debía ser obediente de lo contrario no volvería a ver a la abuela.
—¿Puedes por un día comportarte? —pregunta su padre molestó.
—Olvidas que no soy educado como James, no me pidas mucho.
Danielle sentia que el ambiente se estaba poniendo tenso, rápidamente toma la mano de su esposo.
—Debemos abrir el baile, para que los invitados puedan hacerlo, Señor y Señora Wells, nos disculpan.
Lex estaba furioso, su esposa lo lleva a la pista de baile, lo menos que deseaba era bailar, no le importaba irse y dejar a Danielle en la fiesta, hasta el día de hoy la conocía, iba a darse la vuelta para marcharse, cuando escucha la voz de su abuelo, él acaba de llegar al jardín, aprieta sus manos en un puño, pero las suelta, toma la mano de su esposa, su mirada penetrante se encuentra con la confundida de ella, había intuido que la dejaría en la pista, comenzó la música y en medio de aplausos la pareja comenzó a bailar, Danielle no dejaba de sonreír, por un momento se sintió viviendo en un cuento de hadas, los invitados empezaron a llenar la pista, cuando la música terminó y antes que empezará otra pieza, Lex la suelta, ella sintió que la burbuja se rompió.
—Te presentaré a mi abuelo —ella asiente, lo sigue, llegaron donde estaba sentado el anciano en su silla de ruedas, el hombre mayor sonríe al ver a su nieto, Lex se acercó a él y le dio un beso en cada mejilla, luego tomó sus manos para besarlas —Abuelo, déjame presentarte a mi esposa, Danielle Wells.
Danielle se sintió extraña con ese apellido, dio dos pasos hacia el hombre mayor, la sonrisa de él se borró en cuanto ella se acercó, sus ojos cansados la recorrieron de la cabeza a los pies, ella se sentía nerviosa, cuando estaba pensando que no le cayó bien al abuelo de Lex, el señor sonrió ampliamente.
—Me gusta —declara —Eres una jovencita preciosa, tendrán hijos preciosos.
—Abuelo, no te apresures —Lex aclara su garganta, quería el divorcio a lo inmediato, no podía atarse por un hijo.
—Lo prometiste esa noche Lex —él frunce el ceño al recordar cuando llegó al hospital, su abuelo estaba muy mal, no aseguraban que llegará al amanecer, se puso de rodillas y reposo su cabeza junto a la cabeza de su abuelo, lloró mucho, llevaba años sin hacerlo, su abuelo le dijo que le hubiera gustado verlo casado y con hijos, ya que él era su mayor preocupación, Lex le prometió que si luchaba por vivir, cumpliría su sueño.
De reojo vio a su esposa, y pensó que le daría el bisnieto a su abuelo, Danielle podía quedarse con una compensación millonaria, las Harper fueron criadas solo para gastar dinero, no debía gustarle los niños, así que él criaria a su hijo, dándole lo que él nunca tuvo amor.
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Editado: 21.04.2024