El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 3 

 Capítulo 3 

Dalia

29 de julio, 2018

Una de mis sensaciones favoritas, es sentir como el agua de la ducha va sobre mi piel... patinando sobre todo mi cuerpo haciéndome sentir relajada.

El presente...

La relajación, la consigo de muchas maneras y una de ellas es en la ducha.

Pero no estoy en mi casa.

No estoy en mi ducha.

Ni en mi habitación.

Estoy muy lejos de la ciudad en la que vivo, y perdida en el medio de un bosque... con remordimientos y sentimientos de culpa que estoy segura que me perseguirán hasta donde llegue.

—¿No piensas bañarte?  —Pregunta, estaba tan relajado sentado sobre una roca con sus pies estirados sobre otra.

—No te quiero cerca —dije realmente encuentro dificultad para decir lo que me falta—, por favor. —Finalicé.

—Entonces conoces los modales, te dejare. —Dijo levantándose. Caminando hacia el otro lado del rio, es decir, otra parte del bosque se alejaba.

Me percaté que realmente se alejara, vi que se dio la vuelta y movió sus labios.

Estaba gritando, pero lo único que alcance a escuchar: "Ten cuidado".

Tal vez se refería al rio, este puede ser hondo.

Cuando ya no lo vi más procedí a retirarme mi camisa, jeans, ropa interior y los tenis. Colocando cada uno de mis pies de manera firme sobre las rocas en el fondo pude sentir como con cada paso me estaba sumergiéndome más.

Pare de avanzar, cuando note que el nivel del agua estaba hasta mi cuello. Es mi limite.

Respiré hondo, y me sumergí completamente. Las pobres clases de natación que recibí en el verano de 5to. grado comienzan a producir efecto en mí.

Observo una alga, y me parece extraño porque es un río y estas tienen su ambiente en aguas saladas.

Me sumerjo más, para poder tocarla.

Cuando siento que soy cruelmente arrebatada de los movimientos del rio.

Esta bien, solamente el chico extraño sacudió su mano dentro del agua llamando la atención de mi cerebro acuático.

Emergí, pero no del todo. El nivel del agua tenia que quedar al nivel de mi cuello, no quiero exponerme con un extraño.

—No la toques. —Advirtió.

- Es una alga marina, no tiene peligro. —Me sentí tan estúpida al decir eso, una "alga marina" no esta en un rio de agua dulce.

—Yo-

—Ya sé, ya capté mi error. —Interrumpí antes de oír explicaciones.

—Okey, niña sábelo-todo. —Dijo.

¿Cómo se atreve? Tengo 22 años, no soy una niña.

Y por supuesto, yo no me puedo quedar callada.

—Para tu información, ya no soy una niña. —Dije, dirigiendo mi vista a su profundo azul.

—Como digas. —Dice despreocupado, mirando a todos lados.

—Necesito salir. —Dije esperando a que me diera mi espacio.

—¿No puedes caminar? —Odio su humor.

—Quiero que te vayas —me mira con un rostro que me lo dice todo: "¿En serio?" —, otra vez.

—Me iré, fue un horror conocerte niña muda. —Dijo, con aire de superioridad.

—Lo mismo digo niño. —Sentí, un nudo en mi garganta mientras decía eso. "Fue", esa palabra la dijo en pasado.

Pero no creo que me abandone.

No lo hará, sabe que estoy vulnerable en un territorio que yo sé, que él lo conoce muy bien.

—Explore la zona —comenzó diciendo—, no creo que llueva así que puedes alejarte de mi e ignorar mi existencia en lo que te queda en tu miserable vida.

Espera, ¿Qué?

—Espera, ¿estás diciendo-

—Que cada quien tomara su camino, y tu y yo —se acercó, y con seguridad me dijo: — jamás nos vimos.

—Bien. —Obviamente, no estaba bien pero tampoco puedo quedarme con él.

Y ni sola.

Y en ningún rincón puedo sentirme segura.

—¿Bien? – Pregunto asombrado.

—Si.

—¿Acaso el agua del rio tenía algo, que te hizo perder la razón? —Pregunta, con un tonto rostro.

¿Acaso esperaba a que le rogara por quedarme con el solo porque conoce este territorio?

Yo también lo esperaba, pero yo no pienso pedirle que me quede.

Si el no lo hace.

—¿Querías que me quedara? —Pregunte.

Su cara fue la definición de exageración, —¿Qué? No para nada, seria un enorme favor si te alejaras.

—Bien. Entonces, ¿Qué haces aquí?  —Pregunte, porque mas de la mitad de mi cuerpo seguía sumergida en el agua. Y el sigue aquí.

—Esperando a que salgas, siempre vengo en este tiempo aquí. —Admirando el paisaje atrás de mí, dijo. No le veo que tiene de especial "esta vista" es mucho mejor la de la ciudad.

—Necesito ponerme ropa, recuerda que vine a bañarme. Si es que, estar en este rio es lo mismo o similar a bañarse. —Dije, mientras él se volteaba. Me levanté y empecé a colocarme mi ropa.

—El agua de un rio es mucho mas natural que la que usas para bañarte a diario, niña rica de ciudad. —Aun cuando esta de espaldas, es detestable.

—¿Eso es un apodo? Soy de ciudad y no creo que eso tenga algo de malo. —Dije, una vez que finalicé de ponerme toda mis prendas.

—No, el tuyo es niña muda. —Dijo riendo. Yo solamente sonreí.

—Que bueno que no estaré mas en tu vida, para seguir oyendo ese ridículo apodo. —Dije, y se volteó.

—Oh sí. Mala suerte, entonces. —Dijo con su vista en el suelo.

—Entonces, a ti te deseo la peor. —Dije y di la vuelta, dispuesta a seguir y encontrar como salir de aquí. Y debo confesar, que creí que la debilidad seria con la que caminaría. Pero estoy caminando en medio del bosque, con poco dolor.

Tal vez el baño en el rio fue una buena idea, una muy buena.

—Ten cuidado, con las serpientes. —Dijo, pero no voltee solo seguí caminando.

—Agradezco tu consejo, extraño. —Aun no sabia su nombre, pero eso no lo necesitare saber jamás.

—Y con los hombres lobo, vampiros y todo eso. Aquí hay muchos de esos.




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