El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 19

Capítulo 19

Dalia

Desde que John entró en mi habitación supe comprender la importancia de disimular y mantener ciertos pensamientos alejados de mi mente.

Por ejemplo, él sabe que estamos jugando a contestar preguntas para que después de cada pregunta contestada darle un sorbo a tu copa de vino tinto, si él termina la copa antes que yo tiene la ventaja de hacer 3 preguntas seguidas. Si yo termino mi copa antes que él, tengo el mismo privilegio. Sin embargo, yo sabiendo eso...solo tengo en mente el objetivo de memorizar cada una de sus expresiones...

Los pequeños y tiernos hoyuelos que se forman en sus mejillas.

Lo llamativa que es su dentadura cuando ríe en medio de la oscuridad de la noche.

La fuerte atracción que despierta en mí cada vez que su sonrisa victoriosa se apodera de su rostro.

—¿Ya tienes sueño? —preguntó mientras llenaba ambas copas con vino tinto que le pidió a la recepcionista en nombre de "Servicio a la habitación".

—Aún no —dije con una pequeña vergüenza en mí, por haber estado pensando en todo lo anterior mientras él solo quería jugar.

—Siguiente pregunta —dijo mientras miraba a todos lados, una señal que no pensó la pregunta con tiempo.

Desde que entró en mi habitación he estado disimulando el estar admirando la perfección humana que tengo frente a mí. Desde que entró he estado manteniendo lejos de mi mente a pensamientos, como:

"¿Qué hubiera pasado con nosotros si no hubiéramos sido separados por el cruel destino cuando éramos pre-adolescentes?".

"¿Qué sería de él si yo no estuviera aquí? ¿O de mí, si él no estuviera aquí?".

—Cuando alguien te pregunta de qué es lo que te arrepientes, ¿Qué es lo primero que llega a tu mente?

—No haber escuchado a mi papá —contesté—, hubo una navidad, la del 2017, en la que mi mamá y mi tío sacaron ciertas verdades de mi papá. Él me pidió que lo escuchará, que le diera oportunidad de que me explicará pero —hice una pausa mientras retenía mis lágrimas. El recordar el rostro triste de mi papá me llena de tristeza y furia a la vez— el sentimiento de culpa de no saber la verdad desde su perspectiva me sigue persiguiendo —finalicé.

—Lamento mucho que te sientas así —dice con la mirada sobre su copa mientras juega con esta, a los pocos segundos dice lo que pareció estar pensando:

—Supongo que ya es válido decir que ambos estamos rotos —no hay más una sonrisa victoriosa, esta vez es una cerrada. Una triste a la cual yo correspondí con una sonrisa cerrada, sin ninguna emoción en mente.

Tomé un sorbo de mi copa, dejando la mitad del vino dije: —¿Cuál ha sido el momento que más te ha marcado?

—¿Un momento feliz o triste? —preguntó mientras se desplazaba en el suelo para apoyar su espalda en el borde de la cama.

—Hubieron dos que me marcaron —dijo llevándose la mano a su cabello, tragué grueso ante lo atractivo que luce haciendo algo tan simple—, uno fue y sigue siendo feliz, por lo que vale la pena seguir recordándolo y el otro —su mirada se pierde en la alfombra del suelo sobre la que ambos estamos sentados—. El otro no vale la pena que lo siga recordando pero aún está a colores vivos en mi cabeza.

—Di primero ese —dije—, y después di el momento que te sigue siendo feliz recordarlo. Será mejor para ti decir después de lo triste algo feliz.

—El momento triste es el recordar ver a mi mamá romper en llanto en una camilla de hospital, luego de que le dijeran que había perdido a su bebé. Por eso decidí hacerme el tatuaje —dijo levantando su camiseta, mi vista no se fue a sus abdominales se fue al ángel que tenía como tatuaje—, me lo hice hace 3 años, cuando cumplí 20 años decidí hacerlo porque una semana antes era la fecha en la que todos recordábamos esa tragedia.

No debo, no puedo y no quiero imaginarme lo duro que debe ser que una semana antes de tu cumpleaños tu hermano en formación se fuera sin haber conocido este mundo.

—¿Hace 3 años? —pregunté mientras se bajaba la camiseta y buscaba lugar en el cual pueda perder su mirada—, ¿Tienes ya, 23 años?

—Aún no —dijo con un intento de sonrisa—, estoy a meses de cumplirlos.

¿A meses?

—¿No recuerdas mi fecha de cumpleaños? —preguntó.

No.

—Por supuesto que sí —dije.

—¿Cuándo es?

Rayos.

—Dentro de unos meses —sonreí a lo que el río.

Y eso me reconforta. Saber que acaba de decirme uno de sus momentos más tristes y luego se esté riendo de mi falta de memoria...simplemente me causa alivio saber que ha reído después de recordar algo doloroso.

—Olvidemos lo de tu cumpleaños un momento —dije cuando comenzaba a reducir su risa—, ¿Cuál es el momento feliz, del de qué hablabas?

—En 5to. grado —su mirada está sobre la mía, como si estuviera esperando a que yo finalizara por él. Como si yo supiera cuál fue ese momento feliz en 5to. grado—, el último día del año escolar.

R.I.P Yo, Dalia Mogens he muerto de toda la pena que recién me acaba de consumir.

John sabe que yo sé porque el último día del año escolar en 5to. grado es un momento feliz. Porque para mí, también lo es y sigue siendo memorable.

—Mientras todos estábamos en la guerra de agua, tú y yo estábamos en una de las mesas, cerca de la "Zona seca" en el juego —ríe—, estábamos hablando de cómo mantendremos contacto hasta que uno de los dos se fuera a vivir con el otro.

Reí, porque obviamente a los 11 años de edad solo era Romance y Felicidad mi vida. A los 11 años, después no supe volver a encontrar esas palabras.

—Y cuando me dijeron que me estaban esperando para irme, ambos sabíamos que esa sería la última vez —su rostro grita felicidad, supongo que el mío no pero mi mente grita millones agradecimientos por haber finalizado en este bosque al lado de su compañía—, ninguno de los dos nos queríamos soltar, pero lo tuvimos que hacer antes que alguien llegará por mí. ¿Y qué fue lo que hice?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.