El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 22

Nota de la autora: Cada vez estamos más cerca de Navidad. Y yo tengo tantas sorpresas que quiero mostrar, y una de ellas es que muy pronto podremos interactuar en mis redes sociales. Muy pronto.

Los amo mucho y disfruten. 

Ligia M.

Capítulo 22

John

Existe una razón por la que sabemos que debemos vivir el momento mientras sucede, mientras está pasando...porque no son eternos.

Sí, se guardarán en nuestra mente, como memorias. No más.

Por eso disfruté tenerla entre mis brazos. Disfruté la emoción que me recorrió cuando sentí mis labios sobre su cuello, mis brazos sobre su cintura, y nuevamente sus labios sobre los míos.

Y esto se rompió cuando mi estómago gruñó. Obviamente, tenía hambre y al estar en el departamento de James aproveché para preparar algo para desayunar.

—Creí que no le tenías miedo a nada —dije del otro lado de la puerta, mientras trataba de calmar mis ganas de seguir riéndome.

—Y es así —dijo—, yo no sabía que una cucaracha voladora saldría espantada a mi cara.

Reí un poco más mientras mi mente tenía el recuerdo gratis.

—Ya se fue. —Dije—. He revisado la cocina, no hay otro insecto del que puedas salir corriendo Dalia.

—¡Deja de reírte, no es gracioso! —espetó.

—Créeme, que verte correr desde la cocina hasta esta habitación sí fue gracioso.

Suspiró.

—Ya puedes salir de la habitación, no es necesario que estés dentro por lo que queda del día —volví a hablar, animándola.

—No me arriesgaré a otra cucaracha —dijo y sonaba decidida. Estaba decidida a quedarse dentro.

—Creo que vi una meterse debajo de la cama —dije, una mentirilla blanca no es mala—, la saludas de mi parte, Dalia.

Me alejé un poco de la puerta y al cabo de unos segundos ella salió observando cada rincón del suelo.

—Si veo otra cucaracha, juró que—

—No verás otra, Dalia —interrumpí su amenaza—, saldremos a desayunar.

La expresión de sorpresa en su rostro es bastante similar a la que tenía cuando observó a la cucaracha. —¿Qué? —preguntó seca.

Saqué de mi bolsillo trasero, la billetera y la sorpresa fue mucho mayor en su rostro. —¿De dónde… dónde la sacaste? —preguntó tartamudeando.

Me acerqué mientras sacaba de la billetera la tarjeta de identificación. La coloqué frente a ella, para que pudiera leer a quién le pertenecía la identificación y por ende la billetera.

—¿Por qué te la dejo? —preguntó preocupada.

—Dijo que la necesitaríamos. Él ya sabía que aquí —me refiero a su cuarto de hotel—, no había comida.

—¿No pudo dejarte el dinero? ¿También te dejo su identificación? ¿Y su billetera? —Su voz comenzaba a tener un poco de furia, mezclada con preocupación.

—Tenemos dinero, y nos alcanza para salir a comer —dije.

Ella caminó a un lado de mí y fue hacia la sala, cerca de la cocina. Se posicionó frente a la ventana, me acerqué y la observé viendo atentamente la calle que estaba frente al hotel.

Observé la ventana, pero no vi razón para tener la concentración que ella tenía.

—¿Hay algo en especial que ver aquí en la ventana? —pregunté.

Silencio.

Me alejé de la ventana y caminé hacia el pequeño sofá en forma de L que estaba solo a unos pasos de la ventana. Observé la billetera en mis manos, hay un poco más de $100 (moneda estadounidense). El resto no tiene importancia, sin embargo, no captó por qué le molesta que tenga la billetera de James.

Sí, él es un policía, pero no nos ha delatado y nos ayudó a escapar. Hasta me encargó su billetera.

—John... —dijo, la voltee a ver y ella seguía con su mirada concentrada en la ventana. Ya no era tanto como hace unos momentos, sin embargo, no le tomé importancia y me limité a contestar:

—¿Ujum?

—Tenemos que irnos —dijo corriendo a la habitación, de la que hace poco había salido. Cuando salió de esta volvió con su diario personal en manos, en serio, ¿aún lo traía?

Además, el rostro de su preocupación era grande, este aumentó cuando vio que yo no entendía nada.

Cuando me vio sentado en el sofá sin entender qué era lo que pasaba por su cabeza.

—No me sorprende que el mismo oficial de la cabaña esté allá abajo —el impacto de sus palabras me ha dejado con miedo, caminé hacia la ventana y observé al mismo oficial que habíamos visto en la cabaña.

Con su bigote mal hecho y ese rostro que mostraba furia y desesperación estaba hablando con alguien a las afueras del hotel.

—John, pudo venir a cualquier parte del pueblo a buscarnos. Este no es el único hotel que hay, entonces, ¿por qué venir exactamente a este? —no le contestó, sigo observando al oficial hablar.

Él levanta la mirada y rápidamente me alejo de la ventana para evitar que me vea.

—¡John!

—Tal vez él sepa que aquí es donde se hospeda James. Tal vez, espera encontrar a James, aquí. —Dije mientras caminaba por toda la habitación, con mis manos sobre mi cabeza tomé respiraciones profundas.

Este no es el momento para que los nervios y descontrol ganen. No lo es.

—Dame la billetera —dice de manera seria. Obedecí, y ella tomó los billetes y los lanzó sobre el sofá dejándolos caer libremente. Siguió revisando la billetera, en medio de los bolsillos de esta y de los papeles que ésta tenía.

Llevó la billetera y la posó sobre su oreja.

—Acaso, ¿la billetera habla? —pregunté tratando de calmar la seriedad y nervios que estaban en el ambiente.

Sin responderme, rompió la billetera. No dije nada. No hice nada. Esperé a ver el porqué de eso.

La billetera de James ya estaba dividida en dos pedazos. Y de uno de estos, sacó un pequeño dispositivo: rectangular y negro, tenía una luz azul brillante que constantemente titilaba.

—Un rastreador GPS en la billetera de tu buen amigo James —dijo mientras lo desarmaba jalando algunos cables del pequeño dispositivo que estaba en el interior de la billetera de James.




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