El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 24

Nota de la autora: ¡Hola! En caso que no lo recuerden, en este capítulo se lleva a cabo parte de la trama que tuvo origen en el capítulo 16.

El “Magnate de Lobos” es el padre de Dalia, por ende, ella termina siendo “su cría”. Más adelante se sabrá un poco más del padre y el porqué de su seudónimo.

Ahora, saben que el 10 de noviembre es el cumpleaños de John. ¿Quieren un especial? ¿Qué tipo? Dejen sus sugerencias en los comentarios.

LENGUAJE SOEZ. Esto ya no es un secreto, pero ahora se los digo, la historia sí tendrá y seguirá teniendo presencia de vocabulario inapropiado. Advertidos están. 

ESTO NO CAMBIA LA TRAMA O IDEA PRINCIPAL DE LA HISTORIA. 

Disfruten. Los amo mucho,

Ligia M.

 

PD. La canción The Neighbourhood - Daddy Issues (Remix)...es muy John y Dalia. Escúchenla.

Capítulo 24

DALIA

He huido del mismo oficial una vez. Luego una segunda vez. Es tiempo de huir una tercera vez y esta vez será para siempre.

Comenzó a bajar la pistola, buscando las esposas para colocarlas en mis manos.

Sé que odio a mi padre, y a mi misma por no haberme percatado de su muerte el día en el que sucedió el accidente, pero no puedo negar lo rígido, frío, inteligente y audaz que llegó a ser al momento de huir de sus enemigos.

Él actuaba con inteligencia y con tácticas bajo la manga, y sin darse cuenta, hizo a su única hija la versión en femenino de sus habilidades, tácticas y maneras de actuar.

El oficial caminó a mi lado y pude sentir una de las esposas comenzar a acomodarse en mi muñeca derecha. Fue cuando actué. Era el momento.

Con la mano sobre la que comenzaba a poner la esposa, tomé la suya y en un giro brusco e inesperado para él llevé su mano detrás de su espalda.

Comenzó a quejarse, a dar insultos pero forcé más el agarre. Al recordar la primera vez que me vió.

Él no me está buscando como “Dalia Mogens”...sé que él me está buscando por ser la “Cría del Magnate de Lobos”.

Me acerqué a su oído para decirle todo sin que John escuchará. Porque sé que haría muchas preguntas, preguntas a las cuales ni siquiera yo sé la respuesta.

—No me estás buscando a mí, ¿verdad? —Él dejó de quejarse y comenzó a escuchar atentamente, me percaté de mi alrededor. Las señoras metiches habían sido demasiado obedientes que ni siquiera tengo que preocuparme porque me vean.

—Como el buen policía corrupto que eres, has estado en más de algún error de mi padre ¿no es así? Estás involucrado con el Magnate de Lobos, y yo al ser su cría —dije recordando como él lo había mencionado cuando me encontró en la cabaña de mi padre—, buscas algo. No trajiste refuerzos, vienes solo y pretender atraparme ¿Qué crees?

Tomé la pistola y lo dejé caer al suelo sin amabilidad. No apunté a él la pistola, le coloqué el seguro. Porque no seré estúpida para tener más problemas de los que ya tengo.

—No te lo voy a hacer fácil. Y ya que estás del lado de mi padre, —no me sorprende que él esté siguiéndome por órdenes de mi papá—, hazle saber que pronto me verá. Pronto lo visitaré y entonces aclararemos muchas cosas.

El oficial seguía quejándose, pero sé que lo escuchó todo.

Pero, verlo fingir quejarse, me recuerda (otra vez) a mi papá. En la navidad, la última antes que dejará de disfrutar todas las que vinieron después de esa.

Aún lo recuerdo.

Mamá y papá peleando. Sus gritos insoportables. Los tres dejamos de disfrutar la cena navideña de ese entonces, cuando mamá se levantó de la mesa y papá la siguió… Dejándome sola en la mesa de 800 dólares que habían comprado para “usarla en familia”.

Los tres estábamos ahí, pero mientras ellos se sumergían en su pelea yo ya no estaba ahí. Todo sigue en mi cabeza, como una mala película recuerdo salir de la casa, inconscientemente tirarme sobre la nieve y viendo el azulado oscuro del cielo de ese 24 de diciembre de 2017 comenzar a llorar.

En lugar de valorar mi niñez y hacer un intento de “ángel de nieve” decidí llorar con el frío de esta.

Y esa es la parte de mí que más odio, tener que ponerme sensible por el simple hecho de recordar momentos tristes de mi tormentoso pasado que me sigue a cada rincón que vaya.

Retiré las balas de la pistola, guardé está en medio de mi cintura y los jeans que traía y las balas de esta las guardé en el bolsillo trasero.

Dando la vuelta, comencé a caminar lejos. La razón por la que quería ir al bosque era para perderme en él.

Para sacar toda esta furia en medio del silencio tranquilizador del bosque.

Para llorar y maldecir todo lo que quiera sin que nadie me observe y juzgué. Porque los árboles no lo harán.

Pero también está John. Así que debo aguantarme. Resistir.

—¿Así que...tú eres la famosa cría? —Preguntó una vez que está a mi lado, siguiendo mi ritmo.

—Él corroboró mis sospechas —dije, refiriéndome al oficial que dejé atrás, tirado en el suelo—. Mi papá siempre me llamaba así, y yo le decía “aburrida” a mi mamá cada vez que lo regañaba por decirme así.

—¿Quieres estar sola? —Preguntó.

.

Pero mis labios no se separaron para decirlo, no abrí la boca para emitir algún sonido así que fue, coherente que él pensará que no. Que no quería estar sola.

—¿Aún quieres escuchar mi versión de lo que —dirijo mi mirada a su perfil de lado y noté que él tragó grueso—, mi versión de lo que pasó en el baño?

Sabía que se refería a lo que me dijo Jack. A pesar que fue una información vaga, me duele saber que todos los que me rodean tengan algo que ver con la policía.

Yo, ya estoy en el punto en el que no soportó saber que alguien está involucrado en temas ilegales o relacionados con la policía directamente...




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