El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 25 [Primera parte].

Nota de la autora: ¡Primera parte del especial!

Disfruten mucho, y desde ya digo que ustedes leen bajo su responsabilidad.

A pesar que esta parte de la historia -estos 2 capítulos, este y el siguiente- tendrán explícitas escenas +18 no significa que la historia no sea considerada en la categoría “Contenido Adulto”.

Leer con responsabilidad y no excederse en la locura ;)

La segunda parte pronto será publicada. Los amo,

Ligia M.

 

Capítulo 25

DALIA

Se siente bien. Demasiado bien, me atrevo a decir.

Mi espalda está apoyada sobre el tronco de uno de los árboles, mientras mis manos están entrelazadas entre sí detrás del cuello de John. Sus labios se mueven en sincronía con los míos, mientras él me apega más en contra del árbol.

Ladea la cabeza y profundiza el beso, y con mis piernas tratando de mantener el equilibrio le correspondo.

Cuando comienzo a sentir como su respiración se vuelve pesada, entrecortada y errática coloqué una mano sobre su pecho y separé mis labios de su toque.

Podía sentir la sangre corriendo, los latidos desacelerados de mi corazón en mi garganta y haciendo ecos en mis oídos. Y sabía...sabía que si este era el efecto de un beso no me imagino cuales serían las consecuencias si llega a pasar a más.

Con su frente apoyada sobre la mía, llevó sus manos alrededor de mi cintura. Despegando mi espalda del tronco, me apega más a él. La poca fuerza que empleó en hacerlo no me molestó, al contrario, me agrada tenerlo a esta corta distancia.

A nada de romperla puedo ver el infame y profundo brillo en sus ojos. Puedo ver deseo y desesperación, así como también serenidad y satisfacción.

Desde el primer día que terminé aquí, creía saber que estaba en el punto de mi vida en el que me sentía perdida y con todo lo que tenía perdido también. Que no tendría nada y a nadie…

Creía saber lo anterior sin saber que un extraño de cabello negro y ojos azules iba a llegar a mi vista.

Iba a llegar, para empezar a hacer su camino a la entrada de mi corazón roto. Y ahora, que ya está muy dentro de este, sé en qué parte de mi vida estoy.

Estoy en la que me siento en las nubes. O más allá de estas.

Porque a pesar de haber sido traicionada e ignorada por el chico al que decía “amar” sí pude volver a sentir las características mariposas en mi estómago.

Sí pude volver a sentir como me desvanecía ante la mirada de alguien tan jodidamente perfecto como lo es John.

He visto sus cicatrices, tanto externas como algunas de las internas, como él me ha escuchado desahogarme como nunca lo he hecho antes. Con nadie. Jamás.

Entonces, estando en las nubes o en lo más alto de estas, puedo afirmarme a mí misma que ya no es una simple y pasajera atracción física la que hay entre nosotros...también ha surgido un romance. Uno en medio de mi presente atormentado por mi oscuro pasado.

—Sí el oxígeno no fuera necesario, —su voz es ronca cuando comienza a susurrar, golpeando con su aire cálido mis labios—, podría besarte sin pausas, Dalia.

Sentí sus labios tomar mi labio superior, pero el sonido de una rama quebrarse me hizo alejarme.

El miedo vuelve a invadirme. Y estoy cansada de que lo haga.

Estoy cansada de sentir miedo solo por descuidarme un momento, porque con el paso de los años aprendí a cuidarme las espaldas sin la necesidad de ayuda de otras personas. Y creí, pensé, me forcé a creer que ya me había acostumbrado.

Cuando en realidad, lo único que hice es aprender a cerrarme ante la confianza de los demás y vivir con miedo.

Todo este tiempo he estado matando mis ganas de vivir en paz conmigo misma, a causa de estar encerrada en jaulas mentales.

Jaulas mentales que yo misma he construido y mejorado con el pasar de los años. Pero al menos sé que las tengo y constantemente las intentó superar...aunque nadie vea mis esfuerzos me auto felicito por hacerlo y mantenerme en pie.

John me observa, no sé qué es lo que logró percibir de mi rostro, pero sus palabras me generan cierta serenidad... Cómo pequeñas millones de veces...en el desastre que soy como persona.

—Estás conmigo, Dalia. Puedes tener miedo, sí, pero te voy a proteger en contra de cualquier peligro. Eso quiero que te lo memorices —su mirada seria aterriza sobre la mía, la que apenas puede comprender el lado protector de John—, que lo tengas en cuenta porque jamás voy a dejar de hacerlo.

Y eso, todo lo que anteriormente dijo, era lo que realmente sí vale la pena que se mantuviera en mi cabeza.

No la misoginia, no los temores, no los insultos y defectos de mi padre…

Bajo su mano buscando la mía y cuando la encontró, en un movimiento rápido las entrelazo completamente y comenzó a guiarme con prisa fuera del bosque.

O al menos era eso lo que creía.

Porque solo fueron 3 pasos los que dio para mostrar confusión.

—¿Entramos por este camino...o por aquel?

—Yo...—Me detuve porque realmente había olvidado cuál había sido el camino que tomamos para adentrarnos en el bosque.

Bueno, querías ir al bosque y perderte en él. ¡Felicidades! Lo lograste. ¿Qué quieres de premio?

Ignoré la baja burla de mi conciencia, sí quería hacer eso pero ahora...ahora solo quiero apagar el sentimiento de preocupación por no saber a dónde ir.

—Ya sé a dónde ir. —Dijo dando la vuelta y sin soltar mi mano comenzó a caminar al interior del bosque.

—¿Seguro? El punto es salir, no perderse más —dije mientras mantenía la mirada en el suelo con el cuidado de no pisar mal y terminar cayendo.

Él se volteó y yo levanté la mirada para encontrarme, nuevamente, con su azulista mirada.

Su mirada es una razón más del porqué me gusta el color azul. Ahora lo es.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.