El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 26

Nota de la autora: La canción: Dusk Till Dawn (Zayn feat. Sia)...  es para que comiencen a ponerse en contexto del siguiente capítulo. No spoilers de mi parte ;)

 

Capítulo 26

DALIA

Con pereza comienzo a abrir los ojos, con más de la mitad de mi cara enterrada en la almohada sobre la que mi cabeza descansa, me percato de la oscuridad pesada y profunda en la que está en la habitación.

Después de fuertes esfuerzos muevo un poco mis piernas recibiendo dolor de estas. Moví mi mano para llevarlas a mis piernas y masajearlas un poco, pero antes de que estas pudieran aterrizar sobre mis piernas mi brazo sintió la presencia de otro.

Reparé en el brazo que estaba rodeando a mi cintura, es decir, la mano llegando hasta debajo de esta.

¿Qué rayos?

Mi cintura parecía ser perfecta para que un brazo la haya rodeado de manera total. Tomé una gran bocanada de aire y suprimiendo mi abdomen logré dejar un espacio entre el brazo y mi piel.

Comencé a moverlo con una lentitud que estaba enviando mis nervios al borde del colapso.

Cuando estaba libre del agarre del brazo, comencé a arrastrarme al borde de la cama, antes de sacar mis pies de esta observé a mi lado el cabello negro desordenado y libre cayendo sobre su frente.

Su rostro también estaba enterrado sobre la almohada y aproveché verlo dormir tan plácidamente para sentarme sobre la cama e irme de esta antes que despierte.

—¿Qué mie…? —Callé con mi mano en la boca cuando observé su espalda.

¡Maldición! Sabía que me atraía, sabía que era jodidamente hermoso, sabía que surgían sentimientos pero no puedo controlar la vergüenza que comienza a consumirme al observar los rasguños en su espalda baja.

Observé en el piso de la habitación nuestras ropas tiradas cómo si fueran piezas que encontraron su lugar después de ser despojadas de nosotros por el deseo que él introdujo en mí.

Y que yo acepté.

Levantándome de la cama y caminando adolorida al baño del pasillo, mi mente es inundada por la ráfaga de recuerdos de anoche.

El azul intenso en sus ojos, mirándome, analizándome, memorizando cada milímetro de mi rostro. De mi piel. De mi cuerpo.

Recuerdo pensar querer perderme en su mirada, hundirme y morir en el océano que tiene en sus ojos...pero eso se fue al fondo de mi mente cuando ambos nos hundimos en el otro.

Sus ojos llenos de lujuria y deseo, su voz ronca llena de autoridad y satisfacción, sus labios dejando recorridos invisibles de su nombre en mi piel, su lengua dibujando y trazando mi cuerpo con lo que era una tortuosa lentitud, sus besos vaporizando cualquier rastro de pensamiento racional en tan altas horas de la noche.

Caminando y tambaleándome en mis piernas logré llegar al baño, cerré la puerta detrás de mí y me dejé caer al suelo con mi espalda apoyada la puerta, mis rodillas flexionadas, abrazando a mis piernas con mis brazos y sobre estas apoyé mi mentón.

No pienso arrepentirme de lo que pasó.

Sabía que tarde o temprano pasaría. Todo lo que me hacía sentir antes de anoche, solo se multiplicó. Se volvió más fuerte.

Y no puedo forzarme a sentir menos de lo que ya me siento con respecto a él. Es inevitable pensar que me está gustando más de lo que debería.

Sus manos manteniéndome cerca de él, de su cuerpo, de su calor. Sus nudillos acariciando mis mejillas, recorriendo cada una de mis facciones. Su manera de llevarme a lugares que nunca he ido antes, no con la misma magnitud cómo lo hice ayer.

Pero lo que más, ¿me emociona? ¿me afecta? ¿Me pone feliz? ¿Me entristece? No sé, pero no me sentí y no me siento nada bien cuando vi su rostro demasiado cerca del mío diciéndome:

«Te amo».

Me dolió tragarme la desilusión que sentí cuando vi cómo después de decirlo un arrepentimiento cruzó su mirada.

Y aún así, decidí arriesgarme y contestarle un «Te amo, extraño».

Recuerdo intentar aminorar ese sentimiento tratando de dormir, pero fue él quién me trajo a este baño. Con gentileza me limpió y me puso su camisa, la misma que estoy usando ahorita.

«—Prometo que disfrutarás tu día —dije.

—Ya comencé a hacerlo...hundiéndome en el placer de tu cuerpo vi el amanecer de mi día de cumpleaños. Gracias, hermosa extraña».

Ver, recordar y permitir que me afecte la manera en la que me dijo ese «Te amo» comienza a hacer preguntas en mi cabeza.

¿Qué pasa si soy la única que tiene sentimientos? Y, ¿si él permitió que pasará lo de anoche porque sería eso: solo de una noche?

A él le gustan las relaciones casuales, sin compromisos. Así que, es mejor prepararse para el futuro bajo emocional que tendré cuando esa fuerte sospecha se convierta en realidad.

La furia comienza a hacerse paso en mis pensamientos, detesto recordar lo de anoche cómo una maldita historia romántica que terminaría en nosotros juntos.

Aborrezco el hecho de saber que me sentí bien -demasiado bien- estando en las posiciones que estábamos.

Odio el hecho que él haya dicho «Te amo» cuando ni siquiera estaba seguro de sí realmente lo sentía.

Me odio a mi misma por haberlo dicho también.

Pero tengo que tomar las palabras por lo que son. Los hechos por cómo se dieron. Mantenerme lo más cercano a normalidad hasta que pueda alejarme de John.

—¿Dalia…? —La lejanía de su voz manda lejos de la profundidad de los anteriores pensamientos. Me levanté del piso, y le coloqué el seguro a la puerta.

Observé mi rostro en el espejo colgado arriba del lavado, mis adentros agradecieron que mi furia no me hubiera permitido derramar ni una sola lágrima.

—¡Baño! —Grité manteniéndome lejos de la puerta pero observándola para que esta no tuviera oportunidad de que pueda ser abierta.




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