El Adiós Que Nunca Quise

Capítulo 28

Nota de la autora: Uno de mis capítulos favoritos de escribir. Espero que lo disfruten hasta la última palabra.

Los amo mucho.

Ligia M.

Capítulo 28

JOHN

No soy capaz de moverme. De hablar. De enfrentar y negar la verdad. De salir de su vista. No soy capaz de nada, al contrario, todo lo que he hecho estos últimos y eternos segundos ha sido nada.

¡Hey, viejo! Tu hermanita, entre grandes comillas por supuesto, me dijo que podría encontrarte aquí…—

Uno de los tipos que pertenecen al par de tontos con los que me vi obligado a interactuar en la camioneta, acaba de salir del club. Un aura de tranquilidad por lo bien que pudo estarla pasando adentro se esfumó en cuanto reparo en Selena frente a mí, y a la vez en mi rostro consternado en miedo y preocupación.

Cabe aclarar, que este estúpido miedo y temor no es porque la mejor amiga de mi loca exnovia me haya reconocido…es porque Dalia podrá salir en cualquier momento y no querré estar en la tierra para enfrentarla a ella y las posibles teorías que comiencen a golpear con fuerza de lógica en su cabeza.

—¡Wow! —Exclamó la chica con su mirada posándose del chico a mi, y viceversa—. ¡Qué rápido encontraste nuevos amigos, John! ¿O Jonathan?

Silencio.

—¿Sabes qué? No importa. Es una muy poca grata sorpresa que te hayas estado escondiendo quién sabe dónde, y qué hasta estas alturas aparezcas en un club nocturno cómo si nada hubiera pasado. Si…—

—Creo que el alcohol en tu sistema te ha afectado, chica —intervino el chico luego de permanecer en la puerta—. Él no es ni John, ni mucho menos Jonathan. Pfff, ¿quién confunde al gran Ronald?

A grandes proporciones, un alivio comienza a instalarse en mi pecho. El chico no sabía lo que hacía, o tal vez sí, pero estaba teniendo el efecto de confusión en Selena.

—¿Ronald? —Preguntó atónita—, yo…no…esperen, no creo que… sí tú…—

—Mi amigo se llama Ronald y agradecería que no lo estuvieras confundiendo con otra persona. Él y su novia, lo están intentando. Lo que menos quieren son malos entendidos por culpa del alcohol en tú sistema.

La seriedad con la que hablaba el tipo era lo que me estaba dejando sin palabras, sin comentarios al respecto. ¿A dónde se fue la diversión y tontería que adornaban en su manera de actuar y decir todo lo que pensaba? Fue un error categorizar a un tonto, cómo un tonto real.

—¿Verdad amigo? —Me preguntó sacándome de mi trance de confusión y agradecimiento a la vez.

—Sí —logré articular—. Es el colmo que alguien cómo yo, sea confundido por cualquier tipo desconocido que te encuentres por ahí.

—Pero…

—Deberías volver adentro —dijo el tipo de quién aún no sé su nombre pero necesito saberlo para poder agradecerle ésta grande—. Hay una chica que anda preguntando por otra chica, ahora reconozco que son tus características.

La puerta volvió a abrirse, y el alivio se fue al carajo cuando Dalia salió mirando el suelo que estaba frente a ella.

—¿Y ella quién es…—

La voz de Selena fue cortada cuando el tipo de quién no sé su nombre, la tomó del brazo y la llevó a la salida del callejón. Desaparecieron de mi vista, después que el buen tipo alzó una mano en modo de despedida.

—¿Qué pasó? —Preguntó Dalia con su vista al frente, justo por dónde había desaparecido Selena y el tipo.

—Escucha, Dalia…

La puerta volvió a abrirse, y esta vez el cabello rubio con mechones azules neón atados en una coleta alta, con un vestido rojo brillante de fiesta apegándose a su cintura y dejando al descubierto sus muslos y piernas…se dieron a conocer. De manera distraída, la mirada de Rebekah se posó en Dalia…y antes que lo hiciera en mí, ladeé mi cabeza al lado contrario y la agaché.

Me aclaré la garganta, y Dalia me miró confundida.

—Vámonos. Ahora —susurré para que tampoco pudiera reconocer mi voz. Estaba siendo todo un milagro que no se acercará más y observará mi rostro.

—¿Por qué?

—¿Dalia? —Preguntó Rebekah. Un escalofrío recorrió mi espalda.

Sí, Selena me reconoció en un punto de ebriedad medio…estoy seguro que Rebekah podrá reconocerme sin lugar a dudas.

Y para mi mala suerte, el tono en la voz de Rebekah no me indica que está ebria.

—¡Hey! —Saludó Dalia con una sonrisa, sin soltar mi mano ella se mantuvo junto a mí. Lo que fue otro error porque Rebekah finalizó de acercarse a Dalia, quedando demasiado cerca de mí.

Yo estoy de espaldas a ella, pero eso no evitará que Rebekah tenga curiosidad porque estoy ocultando mi rostro.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Rebekah con diversión.

¡Demonios! ¿También se conocen? ¿Por qué están hablando cómo un par de mejores amigas del Kinder?

Necesito alejar a Dalia de Rebekah. Y debe ser pronto.

—Estaba yéndome —contestó Dalia, y sentí su mirada de no entender nada sobre lo que estoy haciendo y porque lo estoy haciendo…sobre mí.

—Y veo que no sola —dijo Rebekah con más diversión que la anterior vez—. ¿Quién es él?

—Él es mi…—la pausa de Dalia me estremeció todavía más—. Mi pareja.

—¿Pareja? Creí que estabas soltera —rió y ante el acto apreté con mayor fuerza la mano de Dalia. No quise hacerlo, pero estoy llegando al punto en el que estoy perdiendo el control sobre lo que hago—. ¿Y cómo se llama? ¿Por qué no se deja ver, eh?

—Le gusta mantenerse en el misterio —contestó apretando mi mano con más fuerza—. Y se llama…Jack.

¡Era el colmo!

Decir que me llamó cómo el saco de basura de su novio…¿¡En serio!?

¡A la mierda la calma!

¿¡Hay algo peor que eso!?

Respuesta: . Ella está hablando amistosamente y amablemente con mi ex novia.

—Nos vamos —dije con la voz demasiado ronca. Son voltear a ver caminé jalando de la mano de Dalia.




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