El Alfa Enamorado.

Capítulo 4

¿Intentas domar a la bestia?

 

 

 

Madeleine ha despertado asustada, respirando un poco agitada, lleva las manos al pecho intentando calmarse, rebusca en su mente el sueño que ha tenido «el lobo blanco» llega a sus recuerdos de ese sueño en penumbras ese lobo imponente que vio el día anterior en su ventana pero ahora este estaba muy alterado, «quería morder a alguien» pensó, todo parecía como si estuviera a la defensiva y él estaba defendiéndola a ella de algo que no pudo ver en la oscuridad del bosque, «deja los sueño locos Madeleine» se dijo intentando calmarse de una vez. Al notar que el sol esta ya por tomar posición dando paso a ese cielo azul tan imponente que entra de imagen por su ventana, decide que lo mejor es levantarse, alistarse y bajar para preparar el desayuno porque ahora no desea volver a cerrar los ojos y vivir de nuevo ese sueño que la ha dejado muy intranquila pero no es capaz de aceptarlo en voz alta. Al bajar y entrar a la cocina se encuentra con María, esta tan ocupada en lo que está haciendo entre el ruido de unos trastes y el agua que no presta atención a la presencia de ella, Madeleine se acerca en silencio y puede darse cuenta de lo que está haciendo, reconoce los trastes que esta lavando junto a la charola es la misma que ella subió el día de ayer.

 

— María ¿Alexter no comió nada? — dijo con molestia mezclada con tristeza, ella era muy dedicada cuando preparaba una comida que estar viendo como fue desperdiciada le hizo sentirse muy molesta y desilusionada, María la observa por un largo momento y suelta un suspiro, seca sus manos y la invita a que se siente con ella en la mesa.

 

— El joven Alexter…  no come mucho, él tiene un tiempo que simplemente… no sé cómo decirlo, pero él… dejo de ser como nosotros desde hace unos años — dijo con duda como si buscara las palabras correctas. Madeleine la mira unos minutos en silencio procesando todas las dudas que ahora han crecido en su cabeza.

— ¿A que te refieres con que ¨no es como nosotros¨? — dijo acomodándose más en su silla.

— Él ahora es mas salvaje, realmente no sé si me estoy explicando, él ahora se comporta como un animal por muy feo que se escuche, se comporta mas por puro instinto, no habla, no come con nosotros, él es así — dijo rebuscando palabras e intentando ser clara en su explicación por Madeleine que es tan ajena a ese mundo.

— No tienes porque decirme mas María, pero él ayer… bueno tal vez sean las únicas palabras que diga ¨vete¨ y ¨ponlo en el suelo¨, no lo dijo con claridad, pero pude entenderle, además que en el bosque cuando nos vimos por primera vez me grito y fue muy claro — dijo tan entretenida en sus palabras describiendo con sus manos la actitud del mayor, María la observa con asombro.

— Él habló contigo… — dijo con sorpresa, aunque para Madeleine no era tan sorprendente esas simples palabras para María parecía ser el acontecimiento más importante del mundo.

— No se si catalogarlo como hablar, pero si María él hablo conmigo — dijo buscando consolarla.

— Alexter es un buen muchacho, a veces lo extraño tanto — dijo con tristeza, Madeleine le puso atención a sus movimientos corporales que denotaban las ganas que tenia de llorar.

— ¿Qué paso? ¿Por qué él es así ahora? — preguntó, quería entender porque, ahora no era una simple curiosidad, ahora ella quiere entender que había pasado, se volvía una urgencia en su interior que ni ella misma puede creer.

— No puedo decirte cariño, no estaría bien de mi parte — dijo tomando una de sus manos sobre la mesa y se pone de pie para continuar lo que estaba haciendo. Aunque noto una leve sonrisa en sus labios mientras acomodaba un par de platos en la encimera.

 

Dejaron la conversación ahí y Madeleine ocupo su tiempo haciendo un poco de avena para le desayuno junto a unos platillos más, en un abrir y cerrar de ojos tenia todo listo en la mesa para esperar a la familia Itreque que no mostraba señales de estar despiertos, María sube una charola para Alexter y en cuestión de minutos se escucho un fuerte ruido, ella bajo con todos los platos batidos en la charola, el rostro angustiado y sobre todo asustada pero la tristeza se miraba en sus ojos, se disculpo diciendo que no era un buen día para el joven Alexter, para Madeleine eso no fue suficiente tomó un plato de avena servido en la mesa y sube con la intención de tener un pretexto para entrar y reprimirlo por lo que acababa de hacer, después de escucharla hablar con tanto cariño no pudo contener el coraje que recorre su cuerpo al verla tan abatida, toca la puerta y un gruñido se escucha dentro que la hace dudar en tocar de nuevo pero se siente molesta y la duda la manda al cuerno y abre la puerta sin pensar más, él está en una esquina mirándola con cierto asombro o por lo menos es lo que ella piensa debido a su atrevimiento.




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