El Alfa Enamorado.

Capítulo 5

No es una tontería amar, un día lo harás...

 

—Ahora sí... me vas a explicar padre que hace ella aquí, ¿cuáles son tus planes? - vocifero Sebastián entrando al estudio del ex alfa, el mayor lo miro detenidamente sin expresión alguna, estudiaba el comportamiento de su hijo menor.

—¿A qué te refieres? — le tomo un sorbo a su café con calma, pudo ver como el rostro de Sebastián cambiaba aún más con molestia.  

— No has escuchado el escándalo, se la llevó al bosque y regreso con ella en brazos., no sé qué paso, pero ellos dos no deben de estar juntos, te pedí que Madeleine respetara las reglas de esta casa y sabes que todos tienen prohibido convivir con Alexter — golpeo el escritorio —Y tú no haces nada sin un plan previo — escupió al final con coraje, la mirada de su padre cambio a una más seria.

—Yo no tengo un plan previo, me da gusto que Alexter este conviviendo es buena noticia — sonrió, al lobo le irrito la actitud de su padre— Además que a ti también debería darte gusto que tu hermano mejore, aunque sea un poco —lo señalo con dureza.

—Tu plan es que el vuelva a ser el alfa...— gruño —pero no lo hará entendiste...— dijo y salió de ahí azotando la puerta.

— ¿Alfa? — María entro preocupaba había escuchado el gruñido de Sebastián junto a los reclamos.

—Si, María tranquila no pasa nada, es la envidia de mi hijo menor la que habla— restando importancia.

—Pero lo que usted está pensando es eso, que Alexter cambie porque ella está aquí, le recuerdo que un alfa enamorado una vez, no vuelve hacerlo, su hijo es… es sorprendente que no haya muerto —suspiro—Pero no quiero que se haga una idea que no es —miro al exalfa con nostalgia.

—María, tu tranquila deja de pensar en esas cosas, yo no traje a Madeleine para eso— dijo y golpeo ligeramente el escritorio para ponerse de pie con suma alegría.

Ella conociéndolo tan bien sabía que en su cabeza si había un plan trazado, pero prefirió no decir nada más.

 

 

 

Madeleine estaba entretenida en la cocina preparando una tarta de manzana  para el día siguiente, cocinar era una forma de olvidar los momentos tristes y el estrés de un día como el de hoy, todo lo sucedido con Alexter la altero, la actitud de Sebastián, los miles de recuerdos de su padre en su mente  la atrajeron a sentirse nostálgica, sola y con miedo una mala combinación, era muy tarde así que no había muchas personas del servicio, necesitaba aclarar un poco la mente y pensar mejor las cosas, ya llevaba 3 tartas, la cuarta estaba en el horno, después de 3 horas limpio todo y acomodo cada cosa, «¿Que estará haciendo?» pensó, se sintió observada que al girar miro al dueño de sus pensamientos en ese momento, Alexter estaba imponente en la puerta mirándola, se acercó hasta ella y la tomo del brazo para ver su herida, ya no había tanta marca del daño de la mañana, así que su mirada se relajó un poco.

— Estoy mejor — dijo, alejo su brazo, él la miro a los ojos y luego al horno — ¿Gustas un pedazo de tarta de manzana? — ella señalo a la mesa donde había 3 más, él no contesto nada, Madeleine se alejó hasta tomar un plato y un cuchillo para cortar un buen trozo, puso uno para él y otro para ella, el mayor seguía mirándola duramente y con recelo, Madeleine se acercó hasta la isla de la cocina y puso los platos, tomo dos cucharas y se sentó en el banco de la cocina, Alexter no hacía nada, no se acercaba, ni daba señales de le fuera hacer caso de la invitación —Tienes que comer un poco, creo que te gustara — dijo, sin respuesta tomo un pedazo y lo comió, el lobo seguía sin hacer nada, valerosamente tomo un poco con la otra cuchara y le ofreció, fue un momento incomodo porque él no se movía, se estaba dando por vencida, pero el lobo se acercó hasta la cuchara, olio el pedazo y abrió la boca, lo saboreo por un gran momento, ella se sitio feliz por ello, cuando iba a darle más Alexter arrebato el plato tomando con sus manos a pedazos la tarta y comiéndosela ferozmente. Madeleine empezó a reír por ver al lobo feliz comiendo, el otro volteo hacia las de la mesa y se abalanzo a ellas, sin pensarlo lo detuvo — ¡Ey! no, esas son para mañana— dijo con urgencia, él siguió intentando llegar hasta ellas, pero ella se puso más ruda — ¡No!, debes de respetar, que los demás no las han probados— lo señalo y se puso en una pose dominante, el otro le gruño, pero aun así no se movió, el lobo salió de la cocina sin decir nada más. —De donde sacas tanto valor Madeleine —agarro su pecho y dijo en voz alta, sin más que hacer acomodo todo y se fue a dormir ya cuando la última tarta estaba listo.




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