El Alfa Enamorado.

Capítulo 12

Mis ilusos sentimientos que me ciegan una vez más...

Madeleine se da cuenta de que todos los de la manada ven con sorpresa y gusto a Alexter, pero los de la manada invitada no ven tan bien ese momento, principalmente el hermano del novio, no sabe si Alexter se ha dado cuenta de los mormullos o los ignora por gusto, pero él se mantiene atento a ella sin dirigir su mirada hacia otro lado, Madeleine siente un ligero toque sobre su mano que mantiene en su pierna se gira directamente a él, se ve relajado, para ella es la primera vez que lo ve así, en paz, decidieron sentarse lejos de todos, más bien ella decidió donde sentarse, no soportaba la idea de tener encima las miradas de todos, la comida continua después de unos minutos que los mormullos dejaron de escucharse y dejaron de ponerles atención, pero no todos dejaron de lado ese atrevimiento, Alexter tensa la mirada en una dirección Madeleine la sigue hasta toparse con el novio del hermano, ese mismo que la hizo sentir incomoda, él le mantenía la mirada a Alexter, pero su padre le habla al oído obligándolo a retirarse.

— Alexter ¿Qué sucede? — llama su atención.

— No me gus-gusta — gruñe levemente, detiene sus palabras como si las estuviera procesando — Él te… — vuelve a intentar hablar, pero frunce tanto sus cejas mostrando su enojo que hablar le está costando y solo está gruñendo, Madeleine toma su mano obligándolo a verla — mi-mira a ti — dijo al final dulcificando su mirada, ese gesto sonroja a Madeleine.

— Él se ha ido, no le des importancia — consuela ella, él gruñe un poco un leve sonido que solo ella puede percibir. Él sostiene su mano entre la suya desde hace unos minutos, Madeleine observa sus manos juntas y sonríe, nota lo pequeña que es su mano entre la de él, las marcas en sus nudillos acompañadas de cicatrices algunas nuevas y otras como líneas blancas que se desvanecen. Él no come nada, después de unos minutos Madeleine tiene que ir a la cocina él decide acompañarle. Sabe que al final no esta tan cómodo con todos. — No es necesario que continúes conmigo, sé que no estas a gusto, yo pienso que Sofia está muy feliz de verte y tengas ese detalle con ella— dijo, él la observa serio — no regresare a la fiesta me iré a mi habitación, estoy cansada.

Él no dice nada ni un sonido simplemente se queda a su lado y espera hasta que deja todo listo, la acompaña hasta su habitación y se despiden en la puerta, ella abrumada sonríe un poco, lo siente como si acabara de tener su primer cita la primera en toda su vida, un sentimiento tonto se dice ella misma, pero no puede evitar que dentro un hormigueo se apodere de su estómago y la sonrisa boba aparezca, él asiente despidiéndose y ella cierra la puerta poco a poco, para después correr a su cama y acostarse de golpe invadida de todo ese sentir.  

 

 

 

La comida duro unas horas más, pasaron unas tres horas cuando el sol se ocultó por completo y el silencio reinaba, un ligero toque en su puerta la hizo dudar, aun no se acostaba, pero llevaba puesto ya su pijama una ligera bata que cubrió con un suéter, al abrir casi se va de espaldas, el alfa actual de la manada la observaba fríamente como siempre, mostrando su pose tensa.

 

— Acompáñame — ordeno con su voz mandona de siempre, Madeleine no se mueve él al ver eso modifica sus palabras — Por favor te pido que me acompañes, necesito enseñarte algo —termina modulando sus palabras que Madeleine resiente algo falsas, por primera vez maldice la educación que su padre le dio ante un ¨por favor y gracias¨ acomoda su suéter y asiente en respuesta — Gracias—  responde él al verla salir de la habitación, camina detrás de él por el pasillo de la casa y la escalera, entrar a un estudio que está cerca del de don Guillermo al entrar nota varios cuadros en un área donde alguien pinta, frunce el ceño de pensar que ese alfa de carácter hostil tiene un pasatiempo tan artístico, él camina hasta el escritorio saca de un cajón una pequeña caja de color azul se la entrega y ella lo ve con duda — Es un pequeño presente — dijo con calma, ella se sorprende —  Es mi manera de pedirte disculpas por mi comportamiento de la tarde — aclara su garganta — y el de los demás días  — termina por decir.

— Yo no puedo aceptar esto — dijo mirando el hermoso prendedor en forma de media luna que brillaba en su interior — No tienes por qué regalarme algo para pedirme disculpas, no puedo aceptarlo — devuelve la caja a su dueño, él no ve ese gesto de buena manera.

— Por favor acéptalo, si quieres no te lo pongas... solo guárdalo—  señala hacia la puerta, Madeleine no dice nada más y se retira.

 

Madeleine regresa a su habitación toma el gesto de Sebastián como poco caballeroso al sacarla de su habitación y hacerla regresar sola, aunque no espera de él mucho, antes de continuar detiene sus pasos al notar la puerta principal abierta el viento se cuela ligeramente, decidida a cerrarla se acerca, observa el lugar que antes estaba lleno de gente y ahora es solo silencio y soledad, la noche esta tomando su mayor auge y el bosque se ve tan obscuro y tétrico no como otros días, un escalofrió la recorre toma la perilla dispuesta a cerrarla, pero un gruñido retumba todo a su paso principalmente su corazón, le ha reconocido, es Alexter sin duda, deja la cordura de lado y corre hacia la penumbras del bosque sin importarle nada mas algo le anuncia su corazón y es el miedo la que la hace correr.




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