El Alfa Enamorado.

Capítulo 26

La elegiste...

 

 

Sebastián caminada despacio de vuelta a la casa sus pensamientos iban y venían sin parar quería entender lo que acababa de pasar Sombra detrás suyo sin perderle de vista al lobo que llevaba en sus brazos lastimado con todo su pelaje bañado en sangre, Madeleine estaba muy entretenida mirando la inmensidad del cielo azul que poco a poco se teñía de rojo por el atardecer, escucho unos pasos y miro salir a Sebastián entre los arboles con el lobo blanco en sus brazos, corrió hacia él angustiada por reconocer a su fiel compañero.

—Está bien, solo un poco lastimado—dijo para calmarla — Llevémoslo a dentro — Carlos salió igual asustado hacia él y tomo a Sable de entre sus brazos el lobo se quejaba levemente miro a su alfa que solo asintió para decirle que todo estaba bien, Madeleine camino detrás de Carlos quería asegurarse que todo estuviera bien, María por su parte se acercó al menor.

— ¿Qué ha sucedido Sebastián? —miro detrás de él don Guillermo caminaba todo lleno de sangre con la mirada perdida ella se acero hasta él.

—Que nadie lo mire, llévalo a su habitación—dijo secamente sin expresión — Necesito que le ayudes a curarlo y que no salga para nada de su habitación— dijo eso ultimo y regreso al bosque, tenía que solucionar otra cosa.

Valentina salió, pero al verlos así decidió que lo mejor era ayudar a Madeleine con Sable, lo habían instalado en su habitación a petición suya, Carlos dudo en acostarlo en la cama, pero ella insistió salió a buscar todo lo necesario pero su hermana ya venía con ello, entonces las dejo solas.

—Tranquilo, todo estará bien —le hablaba Madeleine para calmarlo.

—Se llama Sable— dijo Valentina sacando las cosas del botiquín — Y es muy fuerte igual que su dueño— mientras miraba lo que necesitaba.

—Es de Alexter verdad...—afirmo Madeleine acariciando su hocico.

—Sí, ¿nadie te lo había dicho? —dijo pasándole gasas y alcohol, observo como Madeleine le limpiaba las heridas del hocico con cuidado y este no se movía — Entonces se conocen de antes— dijo ella

—Sí, digamos que somos amigos—continuo con su tarea se levantó a tomar una tolla del baño y la mojo para continuar lo que hacía.

—Llame al Veterinario antes de entrar —dijo Valentina, solo observa que asiente en respuesta, pero sin dejar de curarlo, realmente estaba sorprendida de la actitud de Sable, eso jamás lo hizo con Gabriela siempre se mantuvo lejos de ella por más que Alexter intento juntarlos — ¿Cómo supiste que era de Alexter? — pregunto curiosa.

 

— No sé, su actitud, me vas a decir loca, pero me lo recuerda mucho esa mirada tierna que tiene— dijo, Valentina se quedó callada.

 

—Tierna, enserio Sable —miro al lobo blanco con curiosidad no era precisamente conocido por tierno y bonachón, era el lobo más temido se imponía hasta sobre sombra, desde cachorro fue así, su madre le conto que de pequeño se acercaba a la cuna de Alexter escabulléndose de todos y no dejaba a nadie acercarse apenas que fueran sus padres o su madre él lo escogió como suyo era la única explicación de todos ante su manera curiosa de estar al lado de Alexter jamás se alejaba de él y se hacía notar, todos creyeron que había muerto en el incendio pero no fue así días después se dejó ver pero se mantuvo alejado de la casa y de todos principalmente de su amo.

— ¿Por qué te sorprende? —pregunto Madeleine mirándola

—Digamos que es un lobo muy especial y no cualquiera puede estar a su lado, es sorprendente que se deje ser contigo y me da gusto ya que Alexter no está—antes de continuar fue interrumpida por el veterinario que anunciaba su llegaba se paró en seco al ver a quien atendería, Madeleine viendo su miedo se acomodó para poner la cabeza de Sable entre sus piernas y acariciarlo.

—No le hará nada— dijo ella segura, el veterinario miro a Valentina y esta afirmo las palabras de la otra. Fue entonces hasta que se animó a revisarlo.

—Mi señor ¿Qué paso? — María curaba sus heridas visibles de garras en su espalda.

—Debo acabar con la tragedia de nuestra manada...—dijo apenas audible y sin sentido.

María lo escuchaba con atención, pero no dejaba de repetirlo una y otra vez hasta que termino dejándolo limpio lo llevo hasta la cama y lo recostó.

 




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