El amor no se puede forzar...
La mañana termino por entrar por todas las ventana de la casa Valentina no había pegado el ojo, dormir no fue una opción para ella, el anuncio del matrimonio la preocupaba y no entendía porque era como si un presentimiento se colocara en el medio de su corazón y cada palpitar lo revivía, sentada en la cocina miraba a la nada con una taza de té entre sus manos María preparaba todo lo del desayuno ayudado por una de las muchachas, estaba de buen humor al parecer don Guillermo haría presencia en la mesa con todos, Rosalba bajó primero y entró por la puerta de la cocina, Valentina la miro con cuidado esa mujer parecía salida de una revista con su cabello negro y esa piel tan blanca, sus ojos invitaban al misterio y eso no le gustaba, el cuerpo era demasiado proporcionado que verla tan perfecta al despertar la hizo sentirse incomoda y fuera de lugar en ese momento con su pijama de franela, después de unos minutos Sebastián entro se miraba muy cansado, se acercó a Rosalba para pedirle que lo acompañara eso alarmo a la mujer de la pijama aún más sintiendo que su corazón palpitaba de prisa.
Madeleine se cruzó con ellos y los pudo ver salir para adentrarse en el bosque ladeo la cabeza, ese lobo tramaba algo sin duda la visita de ellos no era solo de cordialidad algo se avecinaba podía sentirlo...
—Buen día Madeleine—la voz de don Guillermo la hizo girar sonrió de gusto por ese tiempo sin poder verle el otro se acercó hasta tomar su mano — Pequeña disculpa mi ausencia no me sentía bien — dijo golpeando leve mente su mano y caminado con ella a la cocina, la mirada de María cambio al verlo, lo recibió con una buena taza de café y se quedaron ahí platicando de todo, Madeleine desviaba su mirada en momentos para observar la mirada perdida de Valentina, llego la hora del desayuno y todos estaban en la mesa esperaron al alfa que entró llevando en su brazo a Rosalba que sonreía sin parar, Adrián se había unido con ellos y también los miraba con curiosidad, el auto anunciando la llegada de Maximiliano y su madre los alerto la señora caminaba a pasos corto se podía ver mayor y dulce, saludo cordialmente a todos el ex alfa la acompaño para que tomara asiento junto a él, el alfa del sur se sentó frente a Valentina y espero a la pareja que aún no tomaba asiento hablara, la respiración de Valentina se tensaba, podía sentir como el aire calaba en sus pulmones eran como miles de navajas, hasta que Sofía bajó y se sentó a su lado sacudió sus ideas miro a Carlos a los ojos con esa mirada de dolor, sería que volvería sufrir por su amor imposible pensó ella, fue entonces que Sebastián termino con el silencio sin fin que se marcaba esa mañana fría.
—Agradezco que estén todos hoy aquí, principalmente tu padre, quería anunciarles a ustedes primero antes de hablarlo con toda la manada—miró a Rosalba que sonreía aún más alentando a que continuará —Maximiliano yo me siento honrado porque me hayas otorgado la mano de tu hermana en matrimonio— dijo con un poco de pausas, la palabra final retumbo en los oídos de Valentina un tirón en el estómago la hizo querer regresar el té su estómago se revolvió de golpe, pero apresuró a tomar un poco de agua haciendo que desapareciera — Familia anuncio mi compromiso con Rosalba y nuestro próximo matrimonio que se realizara en una semana —dijo el hombre mirando a su padre este sonrió por ver a su hijo cumplir una meta de un alfa.
A todos eso los tomo por sorpresa Madeleine abría y cerraba la boca sorprendida no sabía que decir no entendía nada, decir felicidades se le hacía falso miro a su alrededor fue entonces que la madre de ellos los felicito y como una reacción en cadena todos se dejaron guiar por ese sentimiento, Valentina aprovecho el momento y salió rumbo a la cocina, Madeleine siguió sus pasos pudo ver como salía de la casa rumbo al bosque se adentró cerca del huerto, le costaba respirar...
—Valentina— dijo hasta llegar a su lado
—Madeleine no es justo, él debe de casarse con quien quiere no con ella no por compromiso—decía sin parar.
—Valentina—dijo con tristeza
—Es un tonto un tonto un hombre ciego... debes hacer algo él te quiere a ti debes hablar con él no dejes que él se case con ella, no lo permitas el no será feliz Madeleine — decía aun con la voz trabada por las lágrimas que anunciaban salir.
— Basta, eso no es verdad él no me quiere a mí y yo no lo quiero a él, tu eres quien le quiere—respondió seria.