El Alfa Enamorado.

Capítulo 33

Compromiso liberado...

 

Alexter inmenso en sus pensamientos repasaba una y otra vez en su mente las palabras de María la bestia al final siempre lo ha acompañado, no era algo nuevo y al parecer no será pasajero vivirá por el resto de su vida compartiendo con él.

—Debo encontrar la forma de domarlo por completo— dijo sin mirar un punto fijo, movía los pies sentado ahí en la raíz del árbol más viejo del bosque ese donde se escondía de todos de pequeño. Miro con atención al escuchar un ruido de entre los arboles su padre caminaba hasta él.

 

—María me ha contado de su plática...—tomó asiento hasta él.

 

—Una que debiste tener conmigo hace tiempo— dijo con dureza Alexter, estaba enfadado con él, pero ¿Qué era lo que realmente le molestaba?

 

—Lo sé, no tengo excusa por posponerla tanto, pero realmente no lo vi necesario el día que tu madre murió tus ojos tomaron ese color azul y no los volví a ver de ese tono hasta que Gabriela murió, no es como que llegaría y te diría ¨sabes hijo creo que tienes problema de personalidad múltiple¨ eso se lo dices a un hijo normal bueno me refiero a un hijo solamente humano me entiendes—se rebuscaba en sus propias palabras — A lo que voy es que somos hombres lobos lo paranormal viene incluido y creí que solo fue una etapa, con lo de tu madre yo me enfrasque en tantas cosas y tu tomaste un rol tan importante ante la manada — suspiró cansado apretando el puente de su nariz.

 

—Todo se ha complicado por traer a Madeleine aquí—murmuro el lobo menor

 

—Ella solo es mártir de una guerra—dijo con tristeza y pesar que Alexter se giró para verle.

 

— ¿Padre que ocultas? —preguntó

 

—Madeleine debía venir aquí yo debo protegerla, pero a lo que veo no he hecho nada de eso, solo la he arriesgado aún más—Alexter no entendía lo que su padre quería decir —Me dio gusto verla contigo, como tú respondías a ella, es una joven inteligente y sumamente frágil; a vista, pero por dentro es fuerte como estos árboles, solo necesita que alguien la ayude a sacar esa parte; siempre fueron ella y su padre al perderle no podía dejarla sola e indefensa aun pasado que no conoce— bajo la mirada.

 

—El ataque de ese lobo tiene que ver con ese pasado que te atormenta—afirmo Alexter, siempre ha sido muy perspicaz las cosas no pasan en alto con él — ¿Pero Madeleine que tiene que ver?

 

—Su padre fue mi mejor amigo lo sabes, me ayudo en algo que implicaba arriesgar su vida y tomó ese riesgo por mí, pero su muerte no fue casualidad él ya me había comentado que algo no estaba bien— dijo Guillermo, no quería decirle a su hijo la verdad.

 

—No digas más, veo que no tienes ganas de contarme padre, acomoda tus ideas y cuando te sientas con la confianza de decirme todo hablemos, ahora el punto importante es; que ese pasado nos está alcanzando por alguna razón y ella está en el medio como todos nosotros— dijo poniéndose de pie — Creo que es tarde y debemos ir a descansar mañana pensaremos que hacer, pero padre internarnos en una guerra a ciegas no es buen augurio — dijo al final dejándolo solo, Alexter camino de vuelta a casa tenía mucho que pensar.

 

Don Guillermo por su parte no acomodaba aun sus pensamientos no pudo contarle la verdad a su hijo, por más intentos mentales de sacar la verdad no pudo, se maldecía, su corazón se oprimía de coraje, pero al aceptar todo; aceptaría que por un momento su mente se nublo ocasionándole creer que lo mejor era terminar con la vida de su hijo de su propio hijo; creyendo que no era consciente de la bestia que esta sería el mayor problema, pero no era así; el ex alfa debe controlar sus pensamientos y ese demonio interno que remarca sus pecados, ahora más que nunca debe saber quién es realmente el enemigo para no caer en su juego. Cumplir la promesa que Sofía le dejo; cuidar de sus hijos eso es lo que tiene que hacer.

 

Alexter subió hasta su habitación, la casa permanecía en silencio pero un ligero ruido en la habitación de Madeleine lo hizo detenerse y pegarse a la puerta un leve quejido de miedo lo alerto que sin pensar abrió la puerta observando como sable intentaba calmar a Madeleine colocándose en su pecho pero ella se movía quejándose, el ligero aullido de angustia de sable le hizo acercarse aún más y colocar su mano sobre su cabeza para calmarlo —Tranquilo sable ella está bien solo es un mal sueño— por inercia y sin pensarlo acaricio rosando con miedo con la yema de sus dedos su rostro — Podrías tocarla bien—  la voz del lobo retumbo en sus pensamientos que apretó la mano alejándola — Ella no está bien — volvió a decir la bestia, Alexter bufo, coloco su mano completa en su frente y este hervía de fiebre, al parecer la infección se estaba haciendo presente en su cuerpo como dijo el doctor, era demasiado tarde para despertar a María, miro a sable este no le quitaba la vista de encima así que suspiro; entró al baño buscando alguna toalla o algo que le sirviera la mojó por un rato para después exprimirla para quitarle el exceso, camino del vuelta hasta Madeleine doblo la toalla de mano para colocarla con cuidado en su frente, bajo su mano para tentar su brazo y este está igual o peor de fiebre — Hazte un lado sable—  corrió al lobo para después retirar la colcha que María había colocado, su ropa se miraba algo empapada por el sudor regreso al baño buscando otro par de toallas sin éxito salió hasta su habitación y regreso con tres más, mojo estas y empezó a rotarlas por su cuerpo hasta controlar un poco la fiebre, buscando en los cajones encontró un termómetro para así monitorearla mejor, no supo cuánto tiempo estuvo así, hasta que miro contento la temperatura que marcaba los 37 grados, el sol estaba haciéndose presente iluminando la habitación, exhausto se sentó en la silla subiendo sus pies en la cama, cerró los ojos consiente que solo lo haría cinco minutos, pero el cansancio le jugo dejándolo dormido ahí, María por su parte no pudo ir en ningún momento a revisarla también había sido presa del cansancio acumulado, al despertar lo primero que hizo fue subir para encontrarse con una tierna imagen, Alexter dormía acurrucado en la silla a los pies de Madeleine, se acercó con cuidado, pero ni el ruido más estruendoso lo despertaría, Sable dormía plácidamente, al percatarse de lo sucedido toco la frente de ella.




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