El Alfa supremo y la Omega

Capítulo 73: Reconciliación Dolorosa.

**********

Ángel se puso de pie, su presencia imponente, cargada de una autoridad fría, acalló de inmediato la conversación en la mesa, cortando el murmullo de voces como un cuchillo. Con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos, una mueca vacía, alzó su copa de cristal y su voz resonó, grave y contundente:

—Quiero aprovechar este desayuno para presentarles a todos a mi futura esposa, la mujer que será mi Luna, Estefanía.

Un silencio tenso, casi sofocante, llenó el ambiente, haciendo que la tensión se pudiera cortar con un cuchillo afilado. Las miradas se cruzaron, algunas confundidas por la inesperada declaración, otras contenidas, cargadas de presagio.

Daniel, que hasta ese momento se mantenía en un silencio forzado, sintió cómo su lobo se agitaba con furia indomable en su interior, un rugido primario que amenazaba con romper sus costillas. La vena en su cuello latía con una fuerza descontrolada, y por un instante pensó que no lograría controlarse, que la bestia se liberaría.

Pero entonces, al voltear hacia una esquina del salón, la vio a ella.

Milagro.

Estaba de pie, su figura inmóvil, sin intención de sentarse, una estatua de dolor. Su mirada, una mezcla de anhelo y resignación, estaba clavada en Ángel y Estefanía, pero no decía una palabra, no emitía un sonido. Daniel se levantó de su asiento y la llamó con suavidad, su voz un hilo de consuelo:

—Milagro... ven, por favor. Siéntate conmigo.

Ella dudó un momento, el cuerpo pesado, pero al final se acercó con pasos lentos, como si cada uno pesara una tonelada, arrastrando el dolor del mundo. Se sentó junto a Daniel, en silencio, evitando mirar a nadie, sus ojos fijos en un punto invisible. Estefanía, que hasta ahora sonreía con una expresión forzada, frunció levemente el ceño, como si captara que algo no estaba bien, que la atmósfera estaba cargada.

Ángel, ignorando por completo la tensión en el aire, como si los demás fueran invisibles, continuó hablando con una voz helada, como si nada hubiera pasado:

—Estefanía, aunque no es mi mate predestinada, es la mujer más idónea para ser mi futura Luna. Tiene un poder extraordinario, un don inigualable. Es hija de Jennifer, la bruja más poderosa de todos los clanes, y su linaje le otorga una fuerza ancestral. No solo heredó el don de la teletransportación, sino también el poder de cambiar el presente, de moldear la realidad a su voluntad.

Sus padres, Héctor y Ángela, abrieron los ojos sorprendidos, un asombro genuino en sus rostros. Habían oído rumores sobre aquel don imposible, susurros de leyendas antiguas. Todos sabían que esa clase de poder era más una fábula que una realidad palpable.

—He escogido bien —siguió Ángel, su voz teñida de una ambición desenfrenada—. A su lado, tendré más poder del que jamás soñé, una fuerza que me hará invencible. Gobernaremos toda la Tierra. No me conformo con lo que tengo, nunca lo hice... siempre hay más, siempre se puede anhelar más. —Sus ojos brillaban con una ambición voraz que a muchos les causó escalofríos, un presentimiento oscuro.

Sus padres intercambiaron una mirada de preocupación, sus rostros reflejando la angustia. Aquel no era el hijo que creían conocer, no era el niño al que habían criado. No entendían por qué anhelaba tanto poder, por qué se había convertido en algo tan monstruoso. Nunca habían creado a alguien así... o tal vez nunca lo conocieron realmente, quizás su oscuridad siempre estuvo allí.

Daniel, sin poder contenerse más, con el lobo rugiendo en su pecho, lo interrumpió, su voz firme pero cargada de emoción:

—Yo también me casé con la mejor mujer del mundo, la que eligió mi corazón. Y estoy agradecido con la diosa Luna, aunque tampoco sea mi mate, es la mujer que escogí. Creo que el vínculo de mates es muy importante, un lazo sagrado, pero no hace falta tenerlo para ser feliz, para construir una vida plena.

Ángel alzó una ceja, una expresión de burla en su rostro, sin perder la sonrisa arrogante.

—Tienes razón, yo tuve una mate. —Su voz se endureció, cada palabra un reproche venenoso—. Pero ella prefirió a otro hombre antes que a mí, eligió un destino diferente. —Sus ojos, fríos como el hielo, se clavaron en Milagro, quien lo miraba temblando, las lágrimas amenazando con desbordarse.— Así que ahora amo a otra persona. Y sé que me irá muy bien con ella, sé que seré feliz.

Milagro no respondió. Su voz se había quedado atrapada en su garganta. Solo lo miraba directo a los ojos, conteniendo las lágrimas que amenazaban con escapar, una cascada de dolor. Su corazón latía con fuerza, un tambor desesperado, por un amor imposible que rechazó sin saber que él era su mate, aunque su corazón se lo había dicho desde un principio, en cada latido.

Mientras tanto, Adela y Manuel, con una discreción estudiada, llegaron a la mesa y se sentaron junto al Alfa Supremo. Adela tomó asiento junto a Estefanía, y Manuel se ubicó junto a Ángel, a quien le susurró algo al oído. Ambos estaban coordinando con la servidumbre sobre la habitación asignada a Ángel, su llegada marcaba un cambio de poder.

Ángel se volvió rápidamente hacia Daniel y, con una sonrisa arrogante que no disimulaba su crueldad, dijo:

—Oh, Daniel, no sabía que ustedes eran tan malos hospedadores. Me acabo de enterar de que me han dado la habitación de invitados... cuando yo merezco algo mejor, algo digno de mi rango. Necesito que cambien todas mis cosas a la habitación tuya y de tu esposa. —Ordenó sin espacio para discusión, sus palabras un mandato inquebrantable.

—No puede ser. Esa habitación le pertenece a Milagro. No puedo dártela sin su consentimiento —respondió Daniel, un poco molesto, tratando de contener su indignación.

—Está bien, entonces abandonaré la manada de inmediato —dijo Ángel, poniéndose de pie con una frialdad calculada, seguido por Estefanía, Adela y Manuel, sus sombras.

Daniel abrió los ojos con sorpresa, el pánico reflejado en su rostro. Pero antes de que pudiera decir algo, Milagro intervino con voz serena, una calma forzada que ocultaba su torbellino interior:




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.