Liam Blake
Futuro Alfa de la Manada Luna de Plata.
El aire de la mansión era espeso, cargado de aromas, emociones y presencias. Como siempre, la sala se dividía en categorías invisibles: los alfas con su postura erguida y trajes perfectos, los betas moviéndose entre los grupos, y los omegas en los rincones, como si pidieran permiso para existir. Pero está noche, algo se sentía diferente.
Mis padres habían organizado la ceremonia para presentar a los nuevos miembros de la manada. Una formalidad innecesaria, según mi criterio, pero importante para mantener la paz y la estructura. Como futuro alfa, debía estar presente. Mostrar firmeza. Ser ejemplo.
—Nervioso, futuro alfa. — bromea mi beta y mejor amigo, Ethan Banks, con una media sonrisa. Su traje blanco contrasta con su cabello castaño, revuelto como siempre, ignorando por completo las reglas de etiqueta.
—No estoy para bromas. — respondo con voz firme, proyectando la autoridad que se espera de mí. Ethan se cruza de brazos y me mira de reojo.
—Relájate un poco, Liam. No puedes parecer de treinta años teniendo veinticuatro.
—La diferencia es que yo sí pienso en el futuro de esta manada. — replico, escaneando la sala. Las conversaciones parecen burbujas de aire explotando en un estanque; risas, murmullos, miradas calculadas.
—Y yo pienso en que, si sigues tan tenso, te va a dar un infarto antes de ser alfa. — responde con sarcasmo, sirviéndose una copa de vino sin perder la calma.
—Tú no entiendes, Ethan. Esta noche es más importante de lo que crees.
Él arquea una ceja, divertido.
—¿Más importante que aquella vez que atrapaste a tres omegas escapando por la cocina?
—No me hagas reír. — frunzo el ceño, aunque una parte de mí quiere sonreír.
Ethan da un sorbo a su copa y baja la voz.
—Bien, entonces cuéntame qué es lo que te tiene así.
Mi mirada se desliza por la sala. Puedo sentirlo. Un cambio en el aire, un pulso que no estaba aquí antes. Una extraña y nueva sensación.
—No lo sé, pero hay algo diferente. Algo que no logro identificar.
—¿Alguien o algo? — pregunta Ethan, ahora con un tono más serio.
—Quizás ambas cosas. — mi mandíbula se tensa. Siento como si mis sentidos estuvieran esperando una señal.
Ethan me estudia por un momento y asiente lentamente.
—Bueno, futuro alfa si algo va a pasar esta noche, más vale que estemos preparados.
Yo asiento sin dejar de observar la multitud. El murmullo de voces se siente cada vez más lejano, como si el resto del mundo estuviera a punto de desvanecerse.
La música bajó de volumen y mi padre, Marcus Blake, tomó el centro del salón.
—Bienvenidos a la Manada Luna de Plata. — dijo con voz firme y segura. —Soy Marcus Blake, alfa de esta manada. Mi esposa, Sienna Blake, está a mi lado, los dos somos líderes de esta manada para los nuevos integrantes quiero se adapten a las reglas y cumpla con su deber. Deseo que su estadía sea grata y se sienta muy cómodos.
Luego, con un gesto imponente, continuó:
—Y ahora les presento a mi hijo, Liam Blake, futuro alfa de la manada.
Mi cuerpo se movió por costumbre, por responsabilidad. Di un paso al frente. Mi rostro, serio. Mi postura, imponente. El silencio me siguió como una sombra. Estaba acostumbrado a ser el centro de atención, pero no a lo que vino después.
Fue como si me arrancaran el alma de un solo tirón. Mis ojos se cruzaron con los de una chica de cabello rojo, rizado, brillante como fuego. Ojos grandes, transparentes como cristal. Y en ese instante, todo cambió.
Mi pecho se llenó de un calor imposible de describir. El mundo se detuvo. Su esencia, en era mía. Mi alma la reconocía. Como si la hubiera estado buscando toda mi vida sin saberlo.
Ella era mi pareja destinada.
Pero su olor es raro y al segundo me doy cuenta que es una omega.
Mi alma gemela es una omega.
Esto debe ser un error, una equivocación de la luna. Mi pareja debería ser una alfa o beta que sea fuerte como yo y no una débil omega que no va a servir de nada estando a mi lado. Yo no la aceptaría, obviamente que no y con voz fuerte lleno de autoridad lo primero que digo sin importar que le duela:
—Esto debe ser una locura, ¡Una maldita locura! — grito alborotado y la multitud se pregunta qué pasa. Yo aprieto mis puños.
—¿Qué pasa Liam? A qué se debe este alboroto. — pregunta mi padre acercándose a mi, y mi madre la mira a ella comprendiendo que soy ella es mi alma gemela.
—Ella no puede ser mi alma gemela. — niego de inmediato apuntándola con mi dedo, el público capta mi atención y observo como una pareja y dos gemelos se acercan. Debe ser su familia.
—Liam cálmate. — ordena mi padre con autoridad y yo echo una risa.
—Me pides que me calme donde la diosa luna me da de pareja a esta inútil, mírala, padre, es una omega no puede ser una luna. — añado con rabia y veo que sus ojos se llenan de lágrimas. Puedo ver dolor en ellos y no me importa.
—Por favor alfa no trate a mi hija así. — pide su madre y por su olor es una omega. Es una familia omega.
—Quiere que la trate como una Reyna. — le digo y sus hermanos gruñen. —Tranquilos omeguitas.
—Liam pido que te comportes, está no es manera de hablarle a una mujer. — ordena mi madre firme, mientras yo miro a todos en la sala y luego a ella.
Camino con pasos firmes y fuertes estando frente a frente, nuestra conexión se siente fuerte y el lazo aparece. Ella es mi pareja destinada y yo soy su alma gemela, de una omega. Yo trago saliva y con voz firme y seguro digo:
—Yo Liam Blake, futuro alfa de la manada luna de plata. Te rechazo a ti como mi pareja destinada y luna de esta manada.
Y siento como se retuerce por el dolor desgarrador en su pecho y las lágrimas brotan de sus ojos. La veo dolida y no me importa. La miro sin importancia de cómo este y delante de toda la manada yo la había rechazado. Frente a todos.