El algoritmo de tu amor

Capítulo 7

—¡Megi, llévame por un helado! —exclama Mase, irrumpiendo en la paz de mi habitación.

Suspiro, cerrando mis ojos suavemente. Hoy es sábado y tenía pensado llevar acabo actividades de ocio y relajo absoluto, claramente llevar a mi hermano a pasear no era una de esas actividades. 

—De acuerdo, ve a ponerte zapatillas o mamá va a matarte —susurro, incorporándome de mi cama y cuando lo veo salir de mi cuarto, exclamo—: ¡Te espero abajo!  

Cuando escucho su respuesta afirmativa, tomo mi teléfono y mi cartera con dinero dentro, y bajo las escaleras. Luego, recuerdo que papá está en casa por lo que subo de nuevo y golpeo la puerta. 

—¿Papá?—susurro abriendo lentamente la puerta.

Él levanta la vista de su ordenador y sonríe—. Mariposita.

—Sólo quería avisarte que Mase y yo saldremos por unos helados —ruedo los ojos al mencionar el vicio favorito de mi hermano menor. 

—De acuerdo, mariposita, cuida de él —pide papá. Asiento y le tiro un beso tronador. 

Bajo definitivamente las escaleras y espero en la entrada por mi hermano. Sonrío de lado cuando escucho sus saltos en los escalones , esos saltos que a mamá tanto le molesta oír. 

—¡Estoy listo, Megi! —exclama y corre hacia mí con los brazos abiertos. Mi pequeño Mason es muy cariñoso. 

—Vamos al auto, niño bonito —le molesto desordenando su cabello color azabache. 

Abro la puerta de mi auto y él sube de un salto. Mientras rodeo el auto para ir al lado del conductor, escucho como enciende la radio y sube el volumen. Al entrar, me pongo el cinturón de seguridad y le exijo a él hacer lo mismo, cuando lo hace entonces salimos de casa. 

Al llegar a la heladería "El lado feliz" Mase corre a hacer la fila mientras yo enciendo el seguro del auto. 

—Esta salida contigo no es una simple salida, Megan, tengo algo que contarte —dice emocionado. 

—¿Te gusta una niña? —cuestiono algo reacia al tema novias con respecto a mi hermanito. 

Por suerte, él hace una mueca de asco y niega con la cabeza—. ¡Algo mucho mucho mejor!

Suelto una pequeña risa y acaricio el contorno de su suave rostro. Amo con tanta fuerza a mi pequeño niño. Recuerdo el día en el que les rogué a mis padres que me den un hermanito o hermanita, estuve una semana en huelga de hambre e incluso me mudé dos semanas a la casa de Lexi para que mis padres pudieran tener más privacidad con respecto a mi pedido. En realidad nunca supe cuándo Mase fue creado y prefiero evitar ese tipo de pensamientos pero sí sé con exactitud cómo fue el día en el que me dieron la buena noticia. Tengo el momento inmortalizado de mi llanto de alegría en una fotografía que Lexi nos sacó cuando me dieron la imagen de la ecografía de Mase con apenas un mes de vida. Sí, ese es el segundo mejor día de mi vida. El primero, definitivamente es cuando lo sostuve en brazos por primera vez. 

—Bienvenidos, ¿qué desean pedir? —cuestiona. 

Mi hermano y yo volteamos, el pequeño se emociona gratamente y yo, a diferencia de él, me sorprendo. 

—¿Kyler? —cuestiono en un susurro, observándolo confundida. ¿Kyler trabajando en una heladería? Hombre, que no lo hubiera sospechado nunca. 

—Hola, ¿qué van a pedir? —atendió de mala gana evitando ver mi rostro. Sonrío de lado, él evitándome y yo queriendo ver cada detalle de la suya. 

—Hola, señor —saluda Mase sonriente—. Yo quiero helado de ocho bochas de sabor chocolate blanco, dulce de leche, frutilla, crema americana, menta granizada, nuez, nutella y frutas latinas. 

Veo como Kyler se sorprende ante la cantidad de helado que mi hermano está dispuesto a consumir y gira su cabeza con una clara pregunta en su rostro. Entonces, le digo—: Sí, él puede con todo eso. Espera un segundo. 

Me pongo en cuclillas frente a mi hermano y tomo sus manos.

—Escucha Mase, si vamos a hacer esto, mamá no debe enterarse, ¿de acuerdo?

Él asiente, convencido—. De acuerdo. 

—Debe ser una promesa de hermanos, Mase, esto es muy grande —extiendo mi puño con el dedo meñique esperando sellar el trato. 

El pequeño pelinegro se jadea sorprendido ante la calidad de la promesa, porque la promesa de hermanos no lo usamos si no es una situación importante y de vital importancia. Mase asiente lentamente y entrelaza su pequeño dedo meñique con el mío. Me incorporo y dejo que mi hermano termine de hacer su pedido mientras intento decidir algún gusto para mi, siendo totalmente consciente de la mirada sorprendida del antiguo ñoño. 

—Mariposita, no alcanzo a ver que es eso —se queja Mase. Lo tomo en brazos y le muestro los sabores de la crema. 

—¿Mariposita? —repite Kyler en un tono burlón.

Mis ojos se dirigen a él y es que no suele hablar directamente hacia mí, es la primera vez que incluso quiere bromear. Aunque se trate del tonto apodo que mi papá y hermano están empeñados en llamarme, no importa, no importa nada si tan solo él me habla. ¿Suena desesperado? Pues así me siento. Lo dejé ir una vez, no lo haré dos veces. 



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En el texto hay: prohibido, badboy

Editado: 26.08.2018

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