El algoritmo del amor

Capítulo 6 – Tropiezos y fantasmas del pasado

Ana salió de su apartamento con prisa. Había olvidado que tenía que llevar unos papeles a la universidad, y claro, en su vida todo era improvisar a última hora.
Lo que no esperaba era encontrarse de frente con Christopher en el pasillo.

Él venía con una bolsa de supermercado y unos audífonos colgando del cuello. Chocaron hombro con hombro.

—¡Mira por dónde vas! —soltó ella, llevándose la mano al brazo.

—Yo iba por mi lado. Tú eres la que salió disparada como si persiguieras un tren —replicó él, con esa calma irritante.

Ana apretó los dientes.

—Siempre tienes una excusa, ¿no?

Christopher la miró de arriba abajo, con una media sonrisa.

—Y tú siempre tienes un comentario sarcástico. Debes practicar frente al espejo.

Ana iba a contestar, pero el celular vibró en su bolsillo. Otra notificación de la app. Otra vez la cara de Christopher en la pantalla.

Él lo notó. Se inclinó apenas, curioso.

—¿En serio? —preguntó, arqueando una ceja—. ¿Hasta tu teléfono conspira para juntarnos?

—No te hagas ilusiones —respondió ella, guardando el celular de inmediato—. Si esto es destino, yo me bajo en la próxima parada.

Christopher rió bajito. Esa risa que a Ana le revolvía algo en el estómago que no quería admitir.

—Pues ojalá no lo hagas —dijo él, y siguió caminando como si nada.

Ana se quedó ahí, inmóvil, odiando la sensación absurda de que sus mejillas ardían.

Esa noche, las amigas se reunieron otra vez. Esta vez, la protagonista era Lucía.
Llegó con los ojos hinchados y la voz quebrada, pero fingiendo que todo estaba bien.

—¿Y la cita? —preguntó Carolina, todavía con su ramo de tulipanes marchitándose en un florero.

Lucía forzó una sonrisa.

—Pues… digamos que fue un déjà vu.

Valentina se adelantó, con los brazos cruzados.

—Déjà vu significa que volviste con tu ex.

El silencio lo confirmó. Ana dejó la taza en la mesa, sorprendida.

—¿En serio, Lucía?

Lucía bajó la mirada.

—Es que… me buscó. Dijo que había cambiado, que ahora sí me valoraba. Y yo… no sé, me convenció.

Valentina golpeó la mesa con la palma.

—¡Ese tipo es un ciclo tóxico, mujer! ¿Cuántas veces más vas a caer en lo mismo?

—No me juzguen —murmuró Lucía, con los ojos brillantes de lágrimas—. Ustedes no entienden lo difícil que es soltar a alguien que amas, aunque te haga daño.

El ambiente se volvió denso. Carolina intentó suavizarlo, tocándole la mano.

—Lucía… lo entendemos más de lo que crees. Pero no puedes seguir así. Tarde o temprano, vas a terminar rota.

Ana se mordió el labio. Ella misma no estaba en posición de dar consejos, no con el torbellino de emociones que Christopher le provocaba cada vez que discutían. Pero al ver a su amiga, sintió un nudo en el pecho.

—Tal vez —dijo en voz baja— sea hora de romper el patrón.

Lucía la miró con los ojos húmedos, como si quisiera creerlo, pero no pudiera.

Esa noche, mientras cada una volvía a su casa, Ana sacó su celular de nuevo.
La app brillaba con el mismo mensaje de siempre:

“Tu alma gemela sigue esperando.”

Y aunque quiso apagarlo de inmediato, se sorprendió pensando en la sonrisa de Christopher, en su risa baja, en la forma en que la miraba como si supiera más de lo que decía.

Lo odiaba.
Y al mismo tiempo… no tanto.

✨ Fin del Capítulo 6 ✨




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.