"El Alpha "

❤Capitulo 19❤

Lachlan conducía el Jeep que los Devoradores les habían prestado. Habían pasado casi todo el
camino en silencio, cada uno con la compañía de sus propios pensamientos. No se podía decir
nada que no recordase que ahora todo ya no tenía sentido.
Olivia tenía la frente contra el cristal de su puerta. Miraba el camino y veía los árboles pasar uno
tras otro a toda velocidad.
Ya habían pasado el lugar donde había ocurrido todo. Allí, donde había hecho que la vida de su
hermana diera un giro de 180º.
—Creo que a Luke le gusta Ryan.
Olivia parpadeó escuchando sus palabras y reaccionó alejándose del cristal para sentarse
adecuadamente.
—¿Eso crees?
Lachlan asintió.
—No ha querido abandonar la base en unos días, hasta cerciorarse que el Devorador se sentía
mejor. Nunca le he visto tan preocupado por nadie en mucho tiempo. La forma en la que reaccionó
cuando vio que el novato estaba siendo atacado fue desmedida.
En eso tenía razón y tenía sentido, ya que el lobo había corrido a su lado y lo había protegido a
toda costa.
—Hacen buena pareja —dijo ella sin más.
—No sé si Ryan tiene los mismos gustos —comentó Lachlan.
Ella dibujó una “o” con la boca comprendiendo lo que decía. Era algo en lo que no había
reparado.
—Bueno, ya se verá. Yo no tengo problemas con quien mete en su cama, total sé que a mí no me
va a conseguir —dijo el Alfa cortando la conversación.
Y tenía razón, nadie podía meterse en eso. Era algo suyo, lo único que esperaba es que Luke no
perdiera el corazón amando a alguien no correspondido. No había nada peor que ser rechazado por
la persona que amas.
—Leah te perdonará, debes darle tiempo —comentó suavemente como si fuera un tabú
mencionar el tema.
Olivia negó con la cabeza.
—Ella puede, yo jamás.
Lachlan pegó un volantazo apartándolos de la carretera y adentrando el Jeep al espeso bosque
que los rodeaba. Los coches de detrás pitaron y él decidió contestar con un feroz corte de mangas.
—¿Qué haces? —preguntó sorprendida.
—¿Hasta cuándo vas a seguir con esa actitud?
Olivia abrió los ojos a causa de la sorpresa.
—¿Cuál?
—Esa de todo es culpa tuya y la pena es tan terrible que lo mejor sería morir. Empiezo a estar
cansado de eso.
—¿Y qué me sugieres? ¿Qué me haga un bufón como tú? —escupió sintiéndose totalmente
atacada e incomprendida.
Lachlan fingió un disparo en el pecho y se llevó las manos a la no herida, agonizó un poco hasta
que se deslizó por el asiento y cerró los ojos.
—¿Sabes? Haríamos buen dúo cómico —comentó él con los ojos cerrados.
Olivia suspiró y se tapó los ojos con las manos. Aquel hombre era exasperante y no tenía vuelta
de hoja.
—No me va tanto el humor como a ti.
Lachlan volvió a colocarse bien en el asiento y puso la mano izquierda en el volante mientras se
giraba hasta quedar totalmente en dirección a ella.
—¿Puedo confesarte algo?
Asintió siendo incapaz de negarse.
—Alix es el compañero de Aurah. Ellos llegaron a vincularse, algo sagrado que solo pueden hacer
los compañeros de verdad. —No fue capaz de pronunciar bien las últimas palabras, más bien las
masticó como si le costara todo el esfuerzo del mundo.
“Ellos parecían felices, pero el carácter de mi hermana cambió. Dejó de quedar con sus amigas,
de ir a las fiestas comunes de la manada, a faltar a las comidas familiares. Vimos el cambio de
forma progresiva. Primero fue aislarse, luego la ropa, cada vez más larga tapando cada pulgada de
su piel y después fue prohibirle cambiar para no quedar desnuda ante nadie”.
Lachlan perdió el humor que solía tener y respiró agitadamente, aquellos recuerdos dolían.
—Yo fui muchas veces para hablar con ella. Ver si necesitaba algo, pero Aurah insistía en que
estaba todo bien, que era inmensamente feliz con Alix.
Olivia tomó su mano derecha y la apretó tratando de transmitirle el apoyo y la calma que
necesitaba.
—Un día vinieron a buscarme a toda prisa. Luke estaba tratando de reventar la puerta de casa de
mi hermana porque ella suplicaba ayuda.
Lachlan cerró los ojos como si de aquella forma fuera capaz de transportarse a ese momento.
—Corrí, pero mis padres fueron más rápidos. Mi padre, un Alfa bastante viejo, logró tirar la
dichosa puerta de seguridad al suelo y enfrentarse al hombre que le estaba propinando una paliza a
su hija.
Hizo una pausa tan angustiosa que Olivia creyó que el corazón se le detenía por momentos.
—Cuando llegué, Alix había huido y mi padre lo perseguía. Mi madre lloraba sobre el cuerpo
inmóvil de mi hermana. Estaba irreconocible. —Tomó aire y no lo expulsó —. Los equipos de
emergencia llegaron y se llevaron a Aurah y yo decidí salir con algunos lobos en busca de aquel hijo
de puta.
Gruñó guturalmente y las lágrimas mancharon el rostro del lobo.
—Cuando les di alcance, Alix huía lejos y mi padre yacía muerto en el bosque. Traté por todos los
medios reanimarlo, pero fui incapaz y marché en busca de su asesino.
—¡Oh, Lachlan! Lo siento mucho —exclamó acongojada.
Él negó con la cabeza.
—Obviamente, no le di alcance y decreté destierro para él.
Ese fue el fin de sus palabras en un buen rato. Pero las piezas no encajaban en la mente de
Olivia y decidió que necesitaba saber más.
—¿Y tu madre?
—La noticia de la muerte de mi padre la cambió, pasó de ser una mujer alegre y vivaz a un alma
en pena. Murió meses después sobre una de las camisas donde perduraba el aroma de su amado.
El dolor y la tristeza se la llevaron.
Ella sintió que su corazón se partía en mil pedazos. Lo que había vivido esa familia era terrible y
no comprendía cómo podían seguir con normalidad su vida. ¿Cómo sobrevivir a eso?
—Aurah no ha vuelto nunca a ser la que fue. Se entrenó duramente para no parecer débil, luchó y
peleó con todo el mundo que se atrevió a mirarla o por cualquier excusa. Estaba tan llena de rabia
que pensé que no lo superaría. Y de pronto, un día volvió a salir con sus amigas, las mismas que
habían estado llamando en su puerta durante meses.
—Me alegro.
—No volverá a ser esa chiquilla inocente, pero pudo sobrevivir a ese hijo de puta.
Olivia soltó su mano y se recostó sobre su asiento. Era tan terrible lo que acababa de confesarle
que no sabía qué decir. Ahora lo admiraba mucho más, por haber sido capaz de sobrevivir a algo
semejante y poder tener ese humor tan característico que tenía.
—Gracias por explicármelo.
—No lo he hecho para que te compadezcas de mí. Lo he hecho para que veas que puedes
sobrevivir a todo lo que has vivido y que Leah aprenderá a sobrellevar el dolor y te perdonará. No
será hoy o mañana, pero volverás a tener relación con ella.
—O morirá de pena como tu madre hizo. Ellos estaban vinculados.
Cierto. Y el mundo era demasiado cruel por haberle arrebatado a su marido. Por no haberles
dado un respiro desde que se habían conocido y por no proporcionarles la calma que tanto habían
necesitado.
—Sobrevivirá por Camile, no tiene otra opción que quedarse aquí con ella.
Eso no la consolaba. Por su hija estaba condenada a vivir una vida triste y vacía sin el hombre
que había sido el amor de su vida.
Sin poder retenerse, Olivia acarició el rostro de Lachlan haciendo que él suspirase por el
contacto. Sí, él sabía que había tratado por todos los medios de no encariñarse de la frágil loba que
habían rescatado en aquel sótano frío y húmedo, pero no había sido capaz de cumplir.
Como tampoco había cumplido su palabra de no tocarla mientras durase el celo. Leah tenía
derecho a hacerse una alfombra con su pellejo si quería.
Olivia había resultado ser mucho más fuerte de lo que había parecido en un principio, con un
carácter picante y fuerte que lo incitaba a seguir viéndola. Le gustaba cuando se enfadaba con él y
cuando se sentía a gusto a su lado.
Ella lo había buscado cuando el mundo se había derrumbado, se había abrazado a él de tal forma
que había deseado egoístamente que ese momento hubiera sido eterno.
¿Cuándo había perdido el norte de sus pensamientos? ¿Cuándo Olivia había dejado de ser una
víctima para convertirse en la mujer que llenaba sus pensamientos?
Para ser honestos todos lo habían visto excepto él. La habían encerrado bajo llave esperando
que ningún macho la tocase. Quizás sus motivos eran el celo, pero había un motivo más egoísta
debajo: tenía miedo.
Uno irrefrenable de que, al ver el mundo exterior, se olvidase de él y se enamorase de alguien
que no fuera él. Que el amor de Cody se esfumara y fuera capaz de yacer con otra persona que no
fuera Lachlan.
Había sido egoísta sometiéndola de tal forma que se sentía culpable. Había tratado de protegerla,
sabía bien la admiración que había levantado la noticia de la loba liberada. Todos querían
conocerla, todos querían tener algo con ella y él no había deseado que pudieran hacerle daño o
sobrepasarse cuando el celo apretaba.
Era algo desleal.
—Yo también tengo que confesar algo… —dijo Olivia de golpe arrancándolo de sus
pensamientos.
Lachlan abrió los ojos y la contempló como hacía meses que no lo hacía. Era hermosa, sus
cabellos caían sobre sus hombros haciéndola la mujer más sexy que había visto en años. Sus ojos,
a pesar de estar hinchados por las lágrimas, tenían el color más hermoso del mundo y sus labios
rojos como la sangre lo incitaban a pecar.
—Dime —pidió él apresuradamente.
—Me sentí culpable con nuestro beso.
Las imágenes llenaron su mente. Olivia estaba huyendo de Alix y él no había encontrado forma
de hacerla volver de ese estado más que besándola y, aunque lo había confundido con Cody, no se
arrepentía de aquello.
—Sentí que le estaba siendo desleal. Que traicionaba nuestro amor.
Lachlan tragó saliva, el amor que había sentido por aquel lobo era fuerte y latente. Ahora que la
conocía más sentía pena por ella, por no ser capaz de hacerle volver ese ser querido que tanto
necesitaba.
—Lo siento, Olivia. No debí hacerlo.
—Pero he querido más desde entonces. Incluso en un momento tan poco oportuno como este.
El Alfa se sorprendió con sus palabras y se quedó totalmente paralizado. Parpadeó un par de
veces tratando de hacer ver que seguía con vida.
—Diría que no te he escuchado bien.
Olivia sonrió.
—Sí que lo has hecho.
Él negó.
—Creo haber escuchado que quieres que este idiota de humor particular te bese de nuevo.
Ella se sonrojó y asintió. Eso mismo era lo que le estaba diciendo, algo incomprensible para él.
—Es el celo quien habla, no tú. No puedo tocarte hasta que no haya pasado. Además, se lo
prometí a Leah y ya he faltado a mi palabra una vez.
—¿Quién te está pidiendo que la folles, Leah o yo?
Lachlan se quedó perplejo ante las palabras de Olivia. La cual lo miró con una expresión en el
rostro difícil de explicar, era una mezcla entre ofendida y caliente. Algo picante como tanto le
gustaba.
Que el cielo lo perdonase.
El Alfa aulló suavemente antes de tirarse sobre el exuberante cuerpo de Olivia y atrapar sus
labios entre los suyos. Los mordió como si quisiera dejar claro que eran suyos y que ella era lo que
deseaba en aquel momento por encima de todo.
Con la mano derecha tomó la mejilla de ella y la deslizó hasta la barbilla. Fue en ese momento
que rompió el beso. Olivia vio como él señalaba a los asientos traseros y asintió haciendo caso a la
orden sin palabras que acababa de darle.
La mirada de Lachlan se oscureció por el deseo.
Estaba a punto de traspasar una línea de no retorno. 




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