"El Alpha "

❤Capitulo 20❤

Lachlan supo que el cielo no era un lugar físico al que visitar, se había personificado y estaba
entre sus piernas tomándolo en su boca con auténtica devoción. Cierto era que había disfrutado
sacándole los colores al obligarla a decir polla, pero no había imaginado que ella le proporcionara
tanto placer.
No era virgen, de hecho ninguno de los dos lo era, no obstante, podía admitir sin miedo a
equivocarse que jamás había sentido tanto placer en tan poco tiempo. Olivia era capaz de hacerle
sentir más que nadie en toda su vida.
Respiró cuando su cuerpo se olvidó de hacerlo y jadeó sin parar mientras ella lo torturó con su
boca. Pasados unos minutos tuvo que detenerla o corrían el riesgo de que él terminase demasiado
pronto.
—¿Ya te cansaste? —se mofó sonriente.
—Si sigues así no vas a poder disfrutarme en otros lugares.
Olivia asintió comprendiendo perfectamente lo que le estaba diciendo y Lachlan se recreó
mirándola a los ojos. Así, caliente por el placer era más hermosa de lo que recordaba en un
principio.
De pronto el remordimiento de conciencia lo detuvo. No podía yacer con una mujer en su primer
año del celo, corrían el riesgo que la atracción fuera a causa de esa condición y no algo real.
—¿Qué ocurre?
—No puedo. Será mejor que lo dejemos y cuando pase el celo retomemos esto si aún te sigue
pareciendo buena idea.
Olivia no protestó, se limitó a tumbarse sobre el asiento, abrir sus preciosas piernas y meterse un
dedo dentro para proporcionarse placer. Lachlan miró de soslayo tratando por todos los medios
contenerse y supo que esa era una tarea ardua.
—¿Qué haces?
—Ya que no me das placer me lo pienso dar yo.
No iba a poder sobrevivir con Olivia al lado gimiendo, retorciéndose y tocándose. Era una
provocación demasiado difícil de resistir en aquellos momentos.
—Olivia… —lanzó una advertencia.
—¿Sí? —respondió gimiendo.
Quiso decirle que tenían que parar, que debían esperar a que las hormonas dieran paso a la
cordura, pero simplemente no pudo. Estaba tan perdido en la excitación que no fue capaz de pensar
en nada coherente.
Tiró de las piernas de Olivia, suavemente, hasta tenerla más cerca y la cubrió totalmente con su
cuerpo. No era capaz de hablar, así que gruñó un poco tratando de comunicarse con la esperanza
de que ella pudiera entenderlo.
Su miembro rozó su intimidad y ambos se detuvieron en seco, se miraron a los ojos y arrancaron
a reír.
—Necesitamos protección —susurró Olivia.
Lachlan asintió apartándose, se sentó y se frotó la cara con frenesí tratando de pensar. Miró a su
alrededor. No es que pudiera salir a la calle e ir a comprar en la tienda más cercana, estaban en el
bosque.
Al parecer sí que iban a tener que detenerse.
—¿Dónde está tu humor ahora? —rio Olivia.
Se había esfumado, su humor se tornó tan fúnebre que tuvo ganas de golpear algo. Y una idea
cruzó su mente. Se estiró hacia los asientos de delante y abrió la guantera. Estaba llena de papeles,
así que rebuscó un poco y emitió un sonido muy agudo de felicidad.
—¡Ajá! Estos Devoradores son más cachondos que yo —dijo agitando una caja de preservativos.
Ambos se miraron y sonrieron ampliamente, sí, podían pasarlo bien un poquito más.
Ponerse la gomita fue más difícil de lo que creyó en un principio. Cuando lo consiguió sonrió a
modo de campeón robándole una carcajada a la loba. Sí, esa era la versión más preciosa de
aquella mujer. Solamente esperaba que llegase el día en el que pudiera ser realmente feliz.
—¿Lo haces a cuatro patas o puedes con cualquier postura? —preguntó Olivia imitando su
humor.
—Iba a hacerlo de otra manera, pero te voy a dar una lección.
La hizo girarse dejando su hermoso trasero a su merced. Lachlan besó sus nalgas, un beso en
cada una y luego soltó en la derecha un leve cachete que le hizo profesar un gemido.
Al parecer, a ella le gustaba jugar en la misma línea que a él. Era toda una grata sorpresa.
Otro caliente golpe en la otra nalga hizo que Olivia girara la cabeza para mirarlo al mismo tiempo
que se mordía el labio inferior. Fingió ronronear de puro placer y suspiró apoyando la cabeza y los
codos en el asiento.
—Más…
Su susurro fue suficiente, él la penetró suavemente hasta que el cuerpo de ella se ajustó a su
tamaño. Gimió preso del ardor, Olivia lo rodeaba y comprimía siendo tan placentero que pudo llegar
en ese mismo momento.
Con algo más de fuerza golpeó nuevamente su trasero al mismo tiempo que comenzaba a
bombear en su interior más fuerte. Olivia gruñó un poco antes de gemir sin parar, su tono se elevó
hasta el punto que ambos perdieron el control.
Eran dos almas chocando una contra la otra disfrutando de cuanto los demás les daban.
Tras unos minutos el culo de Olivia lucía rosadito y sensible, así que lo acarició y se agarró
fuertemente a él. Ella era tan suave que disfrutó del contacto y cerró los ojos gozando todavía más
aquella experiencia.
—Lachlan…
Él asintió. Ese era él y agradecía que no lo estuviera confundiendo con alguien que trató de no
recordar. Seguramente no fue un mal tipo, pero se negó pensar en aquello en ese justo momento.
Lachlan pasó los brazos por debajo del pecho de Olivia y la obligó a incorporarse. La guio hasta
que puso ambas palmas de las manos contra el cristal de la puerta de detrás del piloto. Fue justo en
ese momento en el que volvió a tomarla de su larga melena y le hizo alzar tanto el mentón que dejó
expuesto el cuello.
Gruñó de placer, quería saborearla a conciencia y ella lo permitía así que, con su mano libre, la
tomó de la barbilla y apretó al mismo tiempo que sus labios se posaban sobre su mandíbula. Besó
con fervor aquel trozo de su cuerpo y siguió bajando por el cuello hasta llegar a la base.
Allí no pudo resistirse y mordió ligeramente hasta dejar la piel algo rosa y marcada. Olivia le
dedicó una mirada perversa y tomó la mano que le tomaba el pelo, él cedió y se dejó hacer.
Tomando el dedo índice de su mano se lo metió en la boca y fingió chuparlo como si de un
miembro se tratase. Eso provocó que el lobo se moviera más fuerte y ambos gimieran sin control.
El placer era tan fuerte que ninguno de los dos podía pensar. Tras unos segundos chupando su
dedo mordió con la misma intensidad que él en su hombro.
Lachlan liberó sus manos y las apoyó en el cristal a ambos lados de la cabeza de Olivia,
quedando cerca de su oído, jadeando de placer.
—Eres increíble.
Y ella explotó como un espectáculo de fuegos artificiales, llegó al clímax entre jadeos y fue
hermoso verla disfrutar de esa forma. Fue tan caliente y sus espasmos apretaron tanto su miembro
que él fue el siguiente.
Llegó al orgasmo de forma violenta y solo pudo gritar el nombre de Olivia. Sí, era la culpable de
todo eso y había sido un momento mágico.
Cuando el placer los abandonó, Lachlan tomó asiento y abrazó a la loba, haciendo que se
apoyara sobre su pecho mientras ambos trataban de respirar entre duros jadeos. Los dos debían
recobrar el aliento antes de seguir.
Él acarició su frente antes de depositarle allí un casto y dulce beso.
—Eres una bomba de relojería.
—Como si tú no tuvieras culpa ninguna.
Lachlan rio.
—Yo ninguna, yo me he dejado hacer.




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