—Bonita habitación —dijo Luke.
Ryan se encogió de hombros. Se había quedado en la puerta viendo como el lobo daba una
vuelta por la estancia.
—Todas las de esta planta son iguales. Son funcionales.
Era lo importante, que tuvieran un lugar donde dormir, una mesa y una televisión. No necesitaban
mucho más para ser felices. El resto del tiempo lo pasaban en el exterior y jamás había sentido la
necesidad de tener una casa y alejarse de aquel edificio.
—¿Y la tuya? —preguntó el lobo.
—Es la contigua a la tuya.
La sorpresa se reflejó en su rostro y él se fijó en el montón de pecas que dibujaban su cara. Su
tono de piel era mucho más claro que el suyo y llamaba la atención allá donde fuera.
Luke se dejó caer sobre el colchón y rio cuando rebotó. Desde luego era admirable ese carácter
divertido que tenía a pesar de todo lo vivido.
—¿Qué te ocurre, Devorador?
Preguntó notando al momento que su mente estaba en otro lugar muy lejano al que estaban en
aquellos momentos.
Él agitó la cabeza echando afuera aquellos pensamientos y, a su vez, tratando de cambiar de
tema.
—Puedo subirte algo si te has quedado con hambre.
Luke se sentó en el colchón y se lo quedó mirando con el semblante serio.
—Me habéis hecho comer hasta reventar. Creo que no voy a poder comer en una semana.
Tranquilo, estoy bien. —Lo señaló con un dedo—. Y ahora tú vas a decirme qué es lo que pasa por
tu mente.
—Ellin me dijo lo de… tu vida anterior —dijo tan suavemente que apenas se escuchó a sí mismo
diciéndolo.
Pero el oído lobuno era mucho más agudo que cualquier otro y su rostro se oscureció al sentir
esas palabras. Asintió con la cabeza y se levantó con el mentón alto, como si se mostrara orgulloso
de lo era en aquel momento.
—Sí, yo viví algo similar a Olivia, pero lo dejé atrás antes de que me consumiera.
—Me alegro de ello —confesó Ryan.
Ambos se quedaron mirándose a los ojos un buen rato antes de que las voces lejanas de otros
Devoradores los arrancaran de sus pensamientos.
—Debería irme, si necesitas cualquier cosa estoy al lado. A la derecha, la habitación de la
izquierda está vacía.
Luke señaló a ambas habitaciones con sus dedos índices y luego levantó el pulgar en señal de
haberlo entendido todo.
Ryan fue a irse, de hecho lo intentó con todas sus fuerzas, pero quedaba una pregunta en su
mente que no iba a dejarle dormir si no la pronunciaba.
—¿Por qué te has quedado?
Luke frunció el ceño.
—Para cerciorarme que Leah mejora y darle las noticias a mi Alfa.
El joven puso los ojos en blanco ante su afirmación.
—Eso lo podemos hacer por teléfono, dime la verdad.
—No creo que te guste —confesó perdiendo todo rastro de humor.
El corazón de Ryan se debatió entre insistir o no. Había respuestas en la vida que no era
necesario conocer. Finalmente, se armó de valor y le pidió una contestación para ser capaz de
decidir si había sido una buena idea o no preguntar.
—Quería quedarme cerca porque estoy preocupado por ti. Me iré mañana, cuando sepa que has
pasado buena noche. Realmente me preocupé cuando el espectro te atacó.
Ryan se quedó sin palabras y asintió antes de salir huyendo directo a su habitación. No estaba
preparado para algo así.
Luke se preocupaba por su bienestar de verdad y eso era loable. Sabía bien que le atraía como
algo más, pero ¿y él? ¿Era capaz de sentir algo por el lobo?
Nunca se había planteado su sexualidad, aunque lo cierto era que no se había centrado en ella.
Llevaba toda la vida tratando de destacar para que Dominick se fijase en él y lo adoctrinase. Ese
había sido su objetivo desde muy joven.
Al conseguirlo se había apegado a Leah para protegerla y cuidarla. Los continuados ataques por
parte de Seth habían pospuesto un poco más que retomase su inexistente vida social.
Y ahora chocaba de frente con un hombre que decía preocuparse, por él.
Lo cierto era que siempre se había sentido bien a su lado, pero no se había planteado nada más
hasta que él le había pedido una cita.
Cuando el lobo lo había protegido con su vida durante el ataque de los espectros supo lo mucho
que le importaba.
El silencio se apoderó de su habitación.
Él no quería romperle el corazón, pero no tenía claro qué quería en su vida. Suspiró acongojado.
A veces tomar decisiones era mucho más duro de lo que hubiera creído jamás.