"El Alpha "

❤Capitulo 33❤

Un mes después....

 

Olivia despertó a causa de los ronquidos de Lachlan, miró a su compañero y bufó. Vivir en pareja
no resultaba ser tan bonito como había imaginado inicialmente. Reprimió el impulso de ahogarlo con
una almohada y salió de la cama.
Bajó las escaleras en busca de café, era lo necesario para conseguir que su cerebro funcionara.
Cuando lo tuvo hecho salió al porche de su casa y se sentó en él. A lo lejos vio la casa de
Lachlan. Debían pensar en trasladarse a vivir juntos en vez de hacerlo separados y dormir cada día
en un lugar distinto.
Habían reconstruido la ciudad y, aunque aún faltaba mucho para acabar las obras ya volvía a
parecer la preciosa urbanización que había conocido. Todo tenía un color y olor diferente y ya no se
sentía atrapada entre cuatro paredes.
El celo había quedado muy atrás y todo lo ocurrido.
Los Devoradores también habían avanzado. Su base había quedado prácticamente destruida por
el ataque de Aimee, así pues, estaban construyendo otra mucho más grande y fuerte.
En su última visita, Leah le había explicado que habían planeado traer más Devoradores a
reforzar esa zona. Unos fuertes y peligrosos que destacaban en las bases lejanas. Ellos también
habían recibido ataques, pero Seth parecía haberse centrado en Australia como su foco de
atención.
¿Qué decir del dios? No habían vuelto a saber nada de él ni de ninguno de sus espectros.
Nuevamente volvía a estar escondido. Era como una hidra, pronto resurgiría con una nueva cabeza
que cortar.
Un coche blanco aparcó en la puerta, de allí bajaron Aurah y Kara. Se alegró tanto de verlas que
dejó el café en el suelo y corrió hacia ellas.
—Hola, Olivia. ¿Todo bien en la ciudad del amor? —preguntó Kara.
Ella miró hacia atrás y movió una mano rápidamente.
—Sí, lástima que el príncipe azul ronque tanto.
Ambas mujeres rieron.
—¿Quién ronca?
La voz de Lachlan tras ellas las pilló de improvisto a las tres, las cuales profesaron un grito antes
de reír.
El lobo iba tapado únicamente con unos calzoncillos, no es que la desnudez allí fuera un
problema.
Caminó hasta Olivia y la tomó por la cintura hasta apretarla contra su pecho. Aspiró su aroma
oliéndole el pelo, algo que encendió el cuerpo de la loba.
Aurah y Kara se miraron con timidez, estaba claro que sobraban en aquel momento tan íntimo
con los tortolitos. Sonrieron y se despidieron antes de entrar en el coche. La hermana del Alfa pisó
fuertemente el acelerador.
—No tenías porqué echarlas.
—No lo he hecho. Solo quería un poco de atención de mi querida mujer.
Las manos de Lachlan se metieron rápidamente dentro de su pantalón y su ropa interior.
Pero no tuvieron mucha suerte, ya que un segundo coche lo obligó a cejar en su empeño. Aquella
mañana no era la idónea para pasar un rato de pasión desenfrenada.
Del Jeep bajaron Ryan y Luke, los cuales se tomaron de la mano y fueron a saludarlos. Eran una
pareja demasiado tierna, como comer dulces delante de la chimenea en invierno. Olivia sintió el
impulso de abrazarlos.
—Bienvenidos, parejita feliz —sonrió Lachlan—. Ya era hora de que dierais el paso. Cuando vi
que erais compañeros reales casi me da algo.
Luke parpadeó perplejo. Los dos hombres se miraron con el ceño fruncido y volvieron a poner su
atención en el Alfa.
—¿Qué somos qué?
—Compañeros. Pensé que se lo habías dicho —dijo señalando a Ryan.
Su Sargento negó con la cabeza sin comprender lo que estaba diciendo. Algo raro ocurría allí y
no podía saberlo.
Olivia se encogió de hombros cuando la pareja los miró. No estaba comprendiendo nada de lo
que estaba ocurriendo allí.
—¿Cómo podía decirle algo así si ni yo mismo lo sabía?
—Ups, lo siento. Debí decirlo con algo más de tacto o de una forma especial. De todas formas al
hablar con él con la mente pensé que habías caído en ese detalle. Tú sabes que para formar parte
de una manada hay que o ser aceptado por ceremonia o siendo compañero de uno de los lobos.
Luke abrió los brazos y agitó la cabeza.
—Pero soy un lobo postizo. Me adoptasteis en vuestra manada, creí que eso conmigo no
funcionaba y podía hablar con todos.
Era tan tierno que Olivia pensaba adoptarlo. ¿Cómo podían ser una pareja tan perfecta?
—Pues no. Al aceptarte eres de pleno derecho y ese Devorador tan majo es tu compañero.
Ryan miró a Luke totalmente sorprendido. Ambos comprendieron que habían sido el uno para el
otro sin darse cuenta. El destino había querido que se encontraran, amándose el resto de sus días.
Y se lo iban a agradecer a Leah por nombrarle mensajero. Gracias a esos viajes había tenido la
oportunidad de conocerle.
De pronto un gran lobo blanco cruzó la calle. Los cuatro se lo quedaron mirando y Lachlan le dio
los buenos días. Este contestó con un gran y sonoro “miau” que les provocó una sonrisa.
—Quizás vaya siendo hora de hacer que no se siga creyendo un gato… —comentó Luke.
—Con lo tierno que es —rio Ryan.
Lo habían adoptado en la ciudad después del primer ataque de Alix y vivía en casa de una pareja
que había decidido tenerlo como mascota. Era mejor así que el ser terrible e implacable que había
sido en otra vida. Debían reconocer que le sobraba tamaño, pero era un animalito simpático.
—¿Y no puedes hacerlo más pequeño? —preguntó Lachlan.
—Lo mío es el control mental, no el encoger.
Eso le dio una idea al Alfa que alzó el dedo índice.
—Pues usa tus poderes para que coja a mi querida Olivia en brazos y me la lleve a la cama, de
donde no tiene que salir en las próximas horas o días.
Ryan cerró los ojos fingiendo usar sus poderes y él corrió a toda prisa para hacer todo lo que
había expuesto anteriormente. Olivia no tuvo más remedio que despedirse colgada como un saco
de patatas de los hombros de Lachlan y dejarse llevar.
No había lugar malo donde él quisiera llevarla. 




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