"El Alpha "

❤Capitulo 34❤

Dominick salió de la reunión mucho más tarde de lo que le había prometido a Leah. Corrió todo lo
veloz que fue capaz para regresar a casa.
Hannah y Brie estaban a punto de entrar a la casa contigua, la que ambas compartían.
—¿Está enfadada? —les preguntó.
Mamá oso negó con la cabeza.
—Algo molesta, pero se le pasará.
A su vuelta les había agradecido todo lo que habían hecho por Leah y Camile el tiempo que había
estado cautivo. Un infierno que se había grabado en su piel para el resto de su vida; algo incapaz
de borrar.
Brie abrió la puerta de su casa y cientos de globos salieron flotando en dirección al cielo. Ambas
quedaron pasmadas por la sorpresa y lo miraron. Él se encogió de hombros y señaló su casa.
—Ha sido idea suya, yo solo lo puse en práctica.
—Ya os hemos dicho que no hace falta que agradezcáis más todo lo ocurrido. Olvidadlo de una
vez y dejarnos vivir sin decorar nuestra casa.
Mamá osa tenía razón, pero se negó a prometer algo ya que sabía bien que si Leah se lo pedía
iba a hacerlo sin pensárselo dos veces.
Entró en su casa después de despedirse de las Devoradoras. Una vez en el interior los gritos de
su hija le alegraron el corazón, ella ya sabía decir Papi entre otras muchísimas palabras.
Corrió al comedor y la encontró jugando con unos coches que hacía levitar por todo el salón. Al
verle sus ojos dulces se iluminaron.
Dejó caer los juguetes al suelo con fuerza y se levantó para ir a abrazar a su padre. Ya caminaba
mucho mejor y apenas se tambaleaba.
Dominick la tomó entre sus brazos y la besó en la coronilla como tantas veces hacía al día. Era su
ojito derecho y la pequeña lo sabía.
Leah apareció procedente de la cocina cargada con ropa limpia y muy elegante.
—¿Vamos a una fiesta? —preguntó Dominick, el cual se acercó a ella y depositó sobre sus labios
un pasional beso.
Camile lo imitó y se lanzó a su barbilla para probar a besarle, dejando un reguero de babas que
bajaron por su cuello.
Leah rio y fue el sonido más maravilloso del mundo. Día tras día agradecía al destino que
volvieran a estar los tres juntos como una familia.
Los últimos acontecimientos habían revelado que Leah era la reencarnación de la mujer que
había amado Seth y eso significaba que tarde o temprano él regresaría. Ya sabía quién era y
conociéndole no iba a cejar en su empeño. Lo había tenido cerca de siete meses en su cabeza y ya
sabía la forma de pensar del dios.
—¿Todo bien? —preguntó Leah.
—Sí, hemos estado tratando el traslado de los nuevos Devoradores. Llegarán la próxima semana.
Ella asintió algo acongojada, sabía bien que los nuevos integrantes de la base eran unos de los
más poderosos de su raza. Esa era la señal inequívoca de que seguían en peligro. La paz era algo
que iban a tener que ganarse con uñas y dientes. Hasta entonces soñarían con un futuro mejor.
Algún día serían lo suficientemente poderosos como para acabar con él.
—Me ha llegado la carta de renuncia de Doc del hospital.
Leah se dejó caer sobre el sofá pesadamente.
Saber que Doc era en realidad un semidiós, hijo de Seth y nada más y nada menos que Anubis le
había sorprendido y dolido. Le hubiera confiado su propia vida a su compañero y él les había
mentido descaradamente. Una mentira que paradójicamente no habían sido capaces de detectar.
A veces hasta a los mismísimos Devoradores de pecados se les escapaban mentiras.
—La ha adjuntado con una petición de traslado.
Supo por los ojos de Leah que no quería dejarlo marchar. La relación entre ambos se habría
enfriado, pero seguía teniéndole un gran cariño.
—La he denegado, por ahora.
Dominick y Lachlan habían tenido una reunión días después de volver a casa y habían acordado
guardar el secreto de Doc y Leah por ahora. Hasta que vieran la forma de decirlo sin que
conmocionase demasiado a su gente.
Bastante habían sufrido ya con el ataque de Aimee.
—Gracias.
No iba a prohibirle que lo viera o que cortase todo contacto con él, pero la idea de que estuviera
cerca de su mujer no le gustaba. Iba a doblar la vigilancia con lo que a Doc se refería.
—¿De qué trabajará? —preguntó Leah.
—Ya le buscaremos algo, no te preocupes.
Camile atrajo toda la atención con un chillido de alegría, trató de volver a besar a su padre y no
cejó en el empeño hasta que hizo un fuerte sonido de ventosa.
¡Cielos! Acababa de descubrir un juego nuevo.
Leah tomó a la pequeña entre sus brazos y la abrazó.
Su familia estaba reunida de nuevo y pensaba luchar por ellos como siempre había hecho. Todo
lo ocurrido les había vuelto más fuertes. Iban a estar preparados para el siguiente asalto con Seth.

 

 

Hola mis lesctores , ya casi estan en las finales . Cuidesen y abrazos .




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