"El Alpha "

❤Extra #3❤

Un año después....

 

Los gruñidos y gritos procedentes del salón hicieron que Leah fuera corriendo. Casi se había
convertido en una costumbre eso de ir a toda prisa por la casa.
Cuando llegó se encontró a su hija Camile batallando con sus dos primas, en forma lobezna, por
una muñeca. Cada una tiraba de un extremo y mucho se tenía que podían romper el juguete;
haciendo acabar la batalla con miles de lágrimas.
Las apartó a todas suavemente y las regañó.
—No se pelea.
Miró a Camile.
—A tus primas se le dejan los juguetes. —Miró a Hollie y Riley—. Y vosotras sabéis que no
debéis transformaros en lobo para ganarla.
Olivia entró en casa cargada de bolsas.
—¿Otra vez peleando? —preguntó enfadada.
Las niñas volvieron a su forma humana y se quedaron sentadas con las manos extendidas
esperando que las tomaran en brazos.
Leah rió antes de salir al jardín para darle la comida a Momo. Sí, ahí seguía el reno, se había
hecho uno más de la base y no sabían qué iba a pasar cuando tuvieran que entregarlo a la
asociación que habían encontrado.
El reno corrió hacia ella y lo abrazó antes de servirle el desayuno.
—Acaba de comer y entra en casa o voy a tener que ponerte crema solar que hace mucho sol.
Sí, para el resto del mundo la Navidad era blanca por la nieve y con unas temperaturas frías que
les obligaban a abrigarse, en cambio, para ellos era un caluroso verano que costaba de soportar.
—Leah, ¿puedes venir?
Entró en casa y vio que su hermana tenía sujeta a Camile con cara de preocupación. Antes de
poder acercarse, el reno corrió al lado de su preciada niña y la olfateó en busca de algo.
—Está ardiendo, otra vez.
Sí, el estado de salud de su hija fluctuaba demasiado.
En el último año había pasado épocas mejores y peores. No habían encontrado nada malo en ella
y seguramente se tratase de su sistema inmune. Habían comenzado a darle vitaminas para tratar
de paliar las recaídas que tenía.
—Vamos a por la medicina, chiquitina —dijo yendo hacia la nevera.
La preocupación se afianzó en su corazón hasta sentir auténtico dolor. Su instinto de madre le
decía que algo estaba ocurriendo muy a pesar de que las pruebas dijeran lo contrario.
Muchas veces había pensado en hablar con Doc, pero él había logrado su objetivo y, tras mucho
insistir, se había alejado de ellos. Se había marchado a la base que tenían en España bajo estricta
vigilancia ordenada por Dominick.
¿Y eso qué les decía?
Que no quería saber nada de ellos.
Le dio la medicación a su hija y la abrazó.
—¿Todo bien? —preguntó Olivia.
Asintió, pero nada estaba bien.
***
Lachlan tenía a Hollie colgada de su hombro mientras que Riley se aferraba a su pantorrilla con
sus pequeñitas manos.
—Así no puedo caminar, niñas, vais a tirar a papá.
Esa era la idea, lo que trataban de hacer día a día. Una vez en el suelo se lo comían a besos
mientras él les hacía cosquillas.
—Chicas, soltad a papá antes de que os haga tantas cosquillas que os hagáis pipí.
Esa también era una opción y no era la primera vez que pasaba.
Llamaron al timbre y Olivia se apresuró a abrir. Al fin Dominick había llegado.
Lo invitó a entrar, guiándolo hasta el comedor le indicó que se sentara en el sofá y disfrutara
viendo a Lachlan haciéndole pedorretas a las pequeñas.
—A Leah no le ha gustado que la haya dejado en la base, espero que sea importante—comentó
el Devorador de pecados.
La seriedad se dibujó en el semblante de Lachlan y en el de Olivia.
—Lo es —contestó Lachlan antes de mirar a Olivia.
Ella tomó una respiración, era el momento de decir lo que llevaba días callando y esperaba una
buena reacción de su cuñado.
—Queremos llamar a Doc.
Y su rostro se endureció hasta el punto en el que la loba temió una reacción desmesurada por
parte de él. Doc se había convertido en un tema tabú y mucho más desde que había abandonado la
base.
—¿Para qué? —preguntó casi masticando las palabras.
—Para que revise a Camile. Lleva mucho tiempo con una salud inestable y él también es híbrido,
tal vez pueda ayudar más que cualquier otro.
Dominick negó con la cabeza fervientemente, no lo quería de vuelta, no después de todo lo
ocurrido.
—La niña está bien —contestó fríamente.
Riley y Hollie comenzaron a jugar en forma lobezna, persiguiéndose por todo el salón, lo que
ayudó a que los adultos pudieran seguir con su conversación.
—No lo está y tal vez él pueda darnos otra perspectiva —insistió Olivia.
Pero Dominick no quería hablar del tema.
—Mira —comenzó a decir Lachlan—, sé que dolió saber que es hijo de nuestro enemigo y que
sabía que Leah era la reencarnación de su madre, pero, en realidad, él no nos hizo nada malo. Nos
ha ayudado y defendido siempre, no es su padre.
Tal vez fuera cierto, pero eso no cambiaba nada.
—Además, Leah no ha vuelto a ser la misma —explicó Olivia tratando de que su cuñado entrara
en razón.
Ambos se tomaron un par de segundos de descanso antes de proseguir.
—De una forma u otra, él la complementaba. Sin Doc, tu mujer no ha vuelto a ser la misma, obvio
que es feliz, pero no del todo.
Dominick siguió serio, escuchando todo lo que querían decirle, no obstante, no daba indicios de
querer hacer esa llamada.
—Todos lo que estuvimos ese día con Seth sabemos su secreto y no hemos dicho nada.
Podemos seguir guardándolo sin problemas, pero tienes que hacerlo volver. En el fondo no ha
hecho nada malo —explicó Olivia.
Su cuñado les miró de forma intermitente antes de suspirar.
—Sé que la complementa y en todo este tiempo he estado tentado a descolgar el teléfono y hacer
esa dichosa llamada. No obstante, no puedo creer que ambos guardasen ese gran secreto a mis
espaldas.
Y ahí estaba lo más importarnte, de un modo u otro aquel secreto había hecho daño a Dominick.
—Ella no te ha amado menos por guardar ese secreto y lo sabes —le recriminó Lachlan.
Él asintió.
—El tiempo que no estuviste, que fuiste un espectro, Leah se cerró en banda al mundo. Ni yo
misma podía acercarme a ella, pero Doc fue su apoyo. Él siempre ha estado en su vida desde que
lo conoció. La cuidó todo ese tiempo y hubiera dado su vida a cambio de la suya.
Dominick cabeceó un poco antes de decir:
—¿Y cómo se lo digo a Leah? Ya sufrió bastante cuando se enteró que se trasladaba a España.
Estuvo casi tres días sin comer.
—Échame la culpa a mí, dile que yo lo llame. Puedo soportar que me odie si vuelve a ser feliz —
se ofreció Olivia desinteresadamente.
Lachlan no pudo más que abrazar a su mujer, mostrándole su apoyo. Se habían convertido en
una gran pareja.
—No, es algo mío. No importa, enfrentaré lo que ocurra.
Riley y Hollie saltaron sobre el regazo de su tío y este las tomó a ambas entre sus brazos.
—Yo me quejaba de Camile, pero sois terribles.
—¿Las quieres? Te las presto unos días —se ofreció Lachlan.
Dominick rió y negó con la cabeza.
—Están mejor con sus papis, pero pueden venir de visita siempre que quieran.
Olivia asintió.
—Niñas, soltad a vuestro tío que os toca baño.
Una palabra que provocó que ambas alzaran las orejas y, tras mirarse unos segundos, salieron
corriendo despavoridas hacia el jardín.
La transformación de Lachlan fue sin avisar, lanzándose a por sus niñas rugiendo como si fuera el
Lobo Feroz.
—Siempre igual —suspiró Olivia.
—Sois una familia divertida.

Leah entró en el hospital sin muchas ganas. Aquel día tenía tanto sueño que solo quería que
pasaran muy rápido las horas y pudiera caer rendida en su cama durante muchísimas horas.
De soslayo pudo ver como el despacho de Doc estaba abierto, su corazón sufrió un vuelco
porque desde su marcha nadie había entrado allí.
—¿Dane, Ryan? —preguntó suavemente.
Dane sacó la cabeza desde su despacho con el ceño fruncido.
—¿Sí?
Leah señaló hacia la otra habitación.
—Está abierta la puerta.
El Devorador de pecados se encogió de hombros como si le restara importancia a algo que para
ella era un mundo.
—Ciérrala —contestó antes de que él mismo volviera al trabajo.
Leah tomó aire. Le resultaba patético ponerse nerviosa por una puerta abierta. Estaba claro que
no era por la estancia sino por la simbología que transmitía.
En todo ese tiempo se había obligado a no pensar en Doc, pero no lo había conseguido.
Al saber su secreto inicial se había sentido especial, pero ver que le había escondido otro le había
dolido mucho. Su amistad se había desdibujado hasta verle abandonar la base. Ese había sido un
día muy duro.
Una parte de ella lo seguía queriendo y esperaba que fuera feliz en su nueva vida y ubicación.
Leah siempre se había preguntado si el amor que él había sentido había sido real o solo porque
veía en ella a su madre.
Cuando la mano tocó el picaporte se quedó congelada. Solo con ver su alta figura y sus largos
cabellos lo reconoció al instante, nadie podía engañarla cuando se trataba de él.
—¿Doc?
El susodicho giró sobre sus talones con un montón de carpetas en las manos.
Lo vio dejarlas todas sobre la mesa, en silencio o quizás eran sus oídos que habían dejado de
funcionar. El mundo parecía haberse detenido en seco solo con su presencia y no lograba entender
qué hacía allí.
—¿Qué haces aquí?
—Recibí una llamada y me trasladé inmediatamente.
Leah frunció el ceño. ¿Quién podía haberlo llamado?
—¿Por qué?
Doc se apoyó en la mesa, como haciendo que esa separación lo protegiese de cualquier reacción
que pudiera tener.
—Me explicaron lo de Camile y quise venir a ayudar.
La cabeza de Leah iba a mil por hora.
—¿Has dejado todo atrás por la niña?
Doc asintió.
Había pasado un año sin saber de él, doce meses en los que no había podido olvidar a ese
hombre y ahora lo tenía ante sí. Casi podía ser un sueño y no pudo evitar pellizcarse en dorso de la
mano.
Al sentir dolor supo que ese hombre estaba allí realmente.
—¿Alguna vez me quisiste por mí o solo por ser la reencarnación de tu madre?
Doc hizo una media sonrisa.
—Te lo dije y lo repetiré las veces que haga falta. Cuando supe quien eras me acerqué por la
esencia que emanabas de ella. Al conocerte vi que eras especial y te quise por eso.
“Yo ya dejé atrás a mi madre hace mucho. Lloré su pérdida y acepté que jamás va a regresar. No
sois la misma persona y siento que puedas creer que todo lo hice por ser su reencarnación”.
Ambos se quedaron mirando en silencio, como si fuera doloroso seguir hablando.
—Gracias a ti volví a sentir después de siglos y, aunque he sentido mucho dolor este tiempo, yo
me lo busqué. No obstante, no me arrepiento de haber estado a tu lado todo este tiempo. De hecho,
os extrañé a todos.
Leah había estado equivocada creyendo que él jamás había mirado atrás.
Doc tomó un informe y lo abrió.
—He visto que Camile tiene fiebre al menos una vez al mes, llegando a tener picos bastante
altos. Las analíticas están bien y las exploraciones visuales también.
Asintió casi perpleja por el salto de conversación.
—¿Has probado a alimentarla más?
—Le doy de comer las veces que necesita y se come los platos bien grandes. No creo que sea un
problema de hambre.
La sonrisa de Doc hizo que le temblasen las piernas.
—Leah, es híbrida. Necesita pecados y en más cantidad que cualquier otro, de ahí que enferme.
Ella lo fulminó con la mirada.
—Resulta difícil mentir a una pequeña. La confudes si haces eso, así que le digo pequeñas
cosillas que no pueda entender —se quejó ella poniendo los brazos en jarras.
Doc se pasó la mano por la cara.
—Prueba a hacerlo dormida, no te escuchará, pero recibirá todo lo que necesite.
La cara de Leah fue un poema, pasó por miles de estados hasta la desolación más absoluta.
—¿No he alimentado bien a mi pequeña?
—Tal vez yo tenga parte de culpa también.
La enfermera esperó a que Doc hablase para poder dar su opinión.
—Yo la alimentaba casi cada día cuando estaba con vosotras y al ser semidiós la dota de más
poder. No creí que mi falta se viera reflejada en su salud, de hablerlo sabido jamás me hubiera
alejado de vosotras.
Leah no pudo soportarlo más. Avanzó hacia él y lo abrazó sin previo aviso. Necesitaba sentirlo,
su corazón había sufrido su pérdida y no quería volverlo a tener lejos de ella. Ya no importaban los
motivos por los cuales las quería, pero lo hacía de corazón.
Él era parte importante de su vida y lo necesitaba casi como respirar. A su vez, para Camile
también era necesario.
—Dime que vas a quedarte, te he extrañado tanto —pidió Leah.
Doc asintió.
—Siempre que no sea un inconveniente.
—Bueno, todos vieron tu cambio de look y Dominick lo atribuyó a un hechizo de Seth, si te
preguntan sígueles el rollo.
El doctor sonrió al mismo tiempo que acariciaba el dorso de las manos de la humana.
—He sido un estúpido por irme.
—Yo lo he sido por dejarte marchar, amigo mío.
Dominick entró en el despacho luciendo una cálida sonrisa.
—Vaya, ha sido decir que Leah te necesitaba y has llegado rapidísimo. ¿Había vuelos a la hora
en la que te llamé?
Ahora lo comprendía todo. Dominick había dado el paso para hacerla feliz trayendo de vuelta a su
mejor amigo.
—Fue difícil, pero conseguí uno.
Leah sonrió mirando a ambos hombres.
—Gracias por llamarle —agradeció.
—No solo fue idea mía, tu hermana y Lachlan han tenido algo que ver.
La sorpresa y la alegría la asaltó. Todos cuidaban de ella y eso la emocionó. Para evitar que
vieran sus lágrimas se abrazó a su marido y lo besó.
—Te amo.
—Y yo a ti, siempre.
Doc volvió a su faena diciendo.
—Y lo dice de verdad, es el primer espectro que regresa al mundo de los vivos.




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