El amante del pantano de Nil (libro 1)

TRAICIÓN.

CAPÍTULO 6
Las horas han pasado y Ginebra dejó de llorar, tomó un baño perfumando así todo su  
cuerpo, se ha puesto un vestido negro que la hace lucir hermosa. Decidida y con el corazón  
herido, se dispone a bajar las escaleras mientras todo el mundo espera su presencia. 
Por otro lado, David está lleno de vergüenza, desesperado por hablar con Ginebra, pero no  
es capaz de mirarla a los ojos. 
—Ella no debe estar aquí, esto no está bien. 
—Tiene que entender que espero un hijo tuyo y que ahora yo seré tú esposa—Victoria le responde llena de molestia. 
—Nosotros fuimos egoístas, no merecemos su perdón.  
Víctor los mira lleno de indignación he interrumpe su conversación. 
—No tienen vergüenza, no sé cómo acepte esto.  
—No hay arrepentimientos, lo hecho, hecho esta y la boda se llevará acabo. 
—¿Qué no ves que esto es muy difícil para Ginebra? ¿no te duele ver a tu hija así? 
—Víctor tiene razón, yo ni siquiera puedo verla a la cara. 
—¡Dejen de pensar en Ginebra! 
—Guarden silencio, ahí viene —dice verónica mientras infla el pecho llena de orgullo. 
El ruido de sus tacones hipnotiza, Ginebra va bajando las escaleras, está temblando, miles de preguntas se le vienen a la mente ¿Qué hará, una vez que tenga a esos infieles frente a ella? ¿será capaz de controlar sus emociones y tener una actitud indiferente? Pero una vez que los ve, el poco valor que tiene se desmorona ante sus ojos. 
—Hija… 
—¡Ginebra! —David quiere ir a ella, pero Victoria lo detiene del brazo. 
—Vaya, pensé que no bajarías niña—Su madre la mira despectivamente.  
—Así que ya te enteraste de nuestro compromiso —le dice Victoria a Ginebra mientras toma del brazo a David. Espero que no te moleste que sea yo la que use mañana este vestido de novia, hermanita. 
—¡Ya basta!— Víctor le pone un alto a las palabras hirientes de Victoria.

—Ginebra yo... 
—No es necesario que digas nada, ya lo vi todo —lo interrumpe Ginebra. 
—No te enojes hermanita, pensábamos decírtelo desde hace un año, pero no encontrábamos  
el momento adecuado. 
—¿Qué?... 
—Basta de tonterías, ayuda aponer la mesa Ginebra, hay que atender a los novios, no seas grosera, tú serás la dama de honor—Verónica jalonea a Ginebra como si fuera una de las criadas.  
—Ginebra por favor escúchame, no fue mi intención lastimarte… 
David intenta hablarle, pero Ginebra no lo escucha, no puede creer lo que está pasando  
¿Qué clase de familia es esta? ¿Por qué nadie la defiende? ¿Por qué nadie intercede por  
ella? Su propia sangre le ha dado la espalda su corazón ha terminado de romperse y está a  
punto de explotar en llanto. 
—¿Por cierto Ginebra, ya te dije que iremos a parís de luna de miel? —le dice Victoria mientras sonríe. 
—Ya basta…—Ginebra aprieta los puños. 
—¿Que pasa hermanita? ¿estas molesta? 
De repente unos golpeteos llaman a la puerta y el silencio se apodera de toda la casa. 
—¿Qué pasa, esperamos a alguien más? —pregunta Verónica con la esperanza de que sea Bardos el padre de David. 
—No, mi padre se negó en venir. 
—Yo no invité a nadie mas.  
—Iré a ver quién es— Víctor abre la puerta y ante él, yace un elegante caballero el cual lo  
ha dejado impresionado con su apariencia. 
Ginebra abre los ojos de par en par al darse cuenta de que se trata del vampiro del pantano de Nil. 
—¿Podemos ayudarlo en algo señor? 
—Buenas noches, disculpen la demora.  
—Ah... ¿Quién es usted? — le pregunta Víctor confundido. 
—Tiene razón, ¿donde están mis modales? No me he presentado, mi nombre es Alejandro. 
—¿Alejandro? 
—Soy el novio de Ginebra— Dice Alejandro mientras sonríe.

—¡¿Qué?! Estas mintiendo, no se quién demonios eres, ¡claramente estas confundido! —  
David está furioso y lo confronta haciendo a un lado a su suegro. 
Ginebra se acerca poco a poco a la puerta y el corazón le late con fuerza. 
—Alejandro… 
—¿Que está pasando aquí? — Verónica se queda sin palabras después de ver al misterioso novio de Ginebra. 
Alejandro la ignora y se dirige a Ginebra con palabras encantadoras. 
—Querida, te vez hermosa — le dice mientras se abre camino para después darle un beso en la mano. 
—David enfurece al ver la osadía de este extraño, he intenta apartarlo de Ginebra, pero  
Víctor se lo impide.  
—¿Es una broma? Ya di la verdad, ¿Cuánto te pagó Ginebra para que te hicieras pasar por  
su novio? —Victoria lanza una risa burlona, pero Alejandro le pasa por un lado y toma a Ginebra de la mano. 
—Tengo planes de llevar a mi novia a cenar, así que no podremos quedarnos. 
—¿Que estás diciendo? Ella no ira contigo a ninguna parte — don Víctor suélteme ¿va a permitir que este hombre se lleve a su hija? 
—Compórtate David, tú ya no tienes derecho a decidir nada y yo tampoco. 
—¿Nos vamos querida? — Alejandro toma a Ginebra de la cintura, dándoles la espalda a  
todos y antes de irse les dice — y algo más, no tenemos pensado regresar, pasaremos la  
noche juntos, probablemente terminemos tan agotados que dudo mucho que ella pueda  
asistir a la boda, así que búsquense otra dama de honor. 
Alejandro y Ginebra salen de la casa tomados de la mano y ella no mira atrás, pues  
tiene un nudo en la garganta y los gritos de David la estremecen. 
—¡Ginebra espera! no te vayas con él ¡Ginebra! 
Victoria enfurece al ver a David perder la compostura, pues sabe que está ardiendo de celos. 
—¿Qué crees que haces? ¡Déjala ir! 
—¡Es una ramera! — dice Veronica mientras abrasa a victoria. 
—Dígame, ¿por qué no la detuvo? — le dice David a Víctor lleno de rabia 
—Porque eso la habría matado… 
—¿Es verdad? ¿es su novio?

—¿Y eso a ti que te importa? Tú la engañaste primero. 
Ginebra y Alejandro se han alejado de la casa y él le suelta la mano una vez que se cerciora de que nadie los ve. 
—Apresúrate — le dice Alejandro con voz fuerte. 
—¿Cómo me encontraste? 
—Ya te lo dije, puedo rastrearte gracias al olor de tu sangre. 
—¿Adónde me llevas? 
—Vas a acompañarme a cenar. — Alejandro toma en sus brazos a Ginebra y se la lleva lejos de ahí y ella comienza a llorar desconsoladamente. 
—¿Estas asustada humana? 
—No, me alegra haber salido de ese lugar  
—Deja de llorar, te pondrás fea y tu sangre perderá su sabor, además esta fue la última vez  
que alguien se burla de mi comida. 
—¿Enserio pasaremos la noche juntos? 
—Sí, pasaras la noche con un vampiro.




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