El amante del pantano de Nil (libro 1)

CICATRICES.

CAPITULO 14 

El corazón de Ginebra se llenó de ira, las lagrimas empapan su rostro, hace lo que no quiere y habla cuando no debe, sus palabras han roto el corazón de su padre. 
—Se supone que venia a despedirme, no a irme para siempre, no quise decirle esas cosas a  
mi padre, no quería hacerlo llorar, pero estoy tan lastimada que en mi boca solo hay  
palabras de odio y rencor —Ginebra es interceptada por Bardos, el cual ha ido a buscarla. 
—¡Ginebra! 
—¿Señor Bardos? 
—Te he estado buscando, David...—Ella lo interrumpe. 
—Ya sé que tuvo un accidente, lo siento por él. 
—Ya despertó, está preguntando por ti. 
—Lo siento, no me interesa. 
—El golpe provocó que perdiera la memoria, el ultimo año no lo recuerda, esta histérico, exige verte. 
—¿Y qué hay de su esposa? 
—Victoria no lo sabe, se fue de compras y no ha regresado y en cuanto regrese, ten por  
seguro que impedirá que se vean. 
—¡Yo no quiero verlo! ¿qué no lo entiende? 
—¡Te lo ruego! Él cree que lo que hizo con victoria no pasó, ¡no recuerda nada! Está desesperado. 
—Por favor no me ponga en esta situación, no sé qué haría si… 
—¡Ginebra! —el tiempo parece detenerse y Ginebra voltea al escuchar la voz del hombre que tanto evita. 
—David... 
—¡Hijo! ¿Qué haces aquí? Tienes prohibido levantarte y hacer cualquier tipo de esfuerzo. 
—Necesito hablar con ella. — David esta agitado, ha estado buscando a Ginebra como un  
loco. 
—Tu cara...—Ginebra mira con pena al angustiado David. 
—Dime que no es verdad, ¡dime que esto es una pesadilla! 
—Te acostaste con mi propia hermana, me traicionaste, echaste 5 años de relación a la  
basura, la embarazaste, te casaste y ahora esperas tu primer hijo, te vi hacerle el amor en el viñedo, me rompiste el corazón y me destrozaste la vida, así que si, todo es verdad. 
—Soy un maldito desgraciado, un miserable bastardo ¿Cómo pude hacerte algo así? Lo  
siento tanto, no merezco tu perdón, maldición, yo te amo... —David se pone a llorar.

—¡Deja de decir que me amas! ¡Me partes el alma! —Ginebra llora con una profunda  
tristeza —¿Qué se supone que haré con todo el amor que te tengo? ¿Dónde lo dejo? ¿Cómo  
lo entierro? No tienes idea del dolor que estoy sintiendo ¡maldito cobarde! Estuviste  
viéndome la cara por un año, ¡tú y esa bruja! 
—Tienes derecho a odiarme, te entregaría mi vida con tal de que dejaras de sufrir. 
—Debo irme, ya no puedo seguir escuchándote, me hace daño... 
—Ginebra, te amo. 
—¡Ya basta! 
—No, no dejare de decírtelo, ¡te amo Ginebra Borgues! ¡más que a mi propia vida!  
—Ginebra corre y David va tras ella. 
—¡Deja me en paz! 
—¡Por favor detente! 
—¡Suéltame! estoy saliendo con alguien. 
—Tú no lo amas... 
—Me obligare a amarlo, seré suya y me olvidare de ti. 
—¿Cómo puedes olvidar al amor de tu vida? — David toma de la cintura a Ginebra y la  
besa —Nuestro amor es inquebrantable. 
—te juro que me olvidare de ti —Dice Ginebra mientras se limpia la boca. 
—No me daré por vencido —Ginebra se va, dejando atrás a David, sin darse cuanta que alguien los observa desde lejos. 
—¡Eres una cualquiera! —Ginebra es sorprendida por Victoria la cual la intercepta tomándola del cabello. 
—¡Victoria! 
—¿Ahora tú quieres ser su amante? ¿he? 
—¡Suéltame! 
—Quieres quitármelo, ¿no? Pero adivina qué maldita zorra, ¡ya es mi esposo! 
—¡Él no te ama! —le dice Ginebra haciéndola a un lado. 
—¿Vas a quitarle su padre a mi hijo? 
—Ese bebé me importa más de lo que crees. 
—¡Aléjate de nosotros! no eres bienvenida en nuestras vidas. 
—No tienes vergüenza —grita Ginebra llena de frustración.  
—¡Te besaste con él ¡maldita trepadora! — Victoria se va a los golpes.

—¡Quítame las manos de encima!, ¡no quiero lastimarte! 
—Aléjate de David o te vas a arrepentir, puedo hacer tu vida muy miserable. 
—¿Me estas amenazando? 
—Estas avisada, será mejor que te cuides no vaya a ser que tu querido novio te deje por mí también, jajaja — Dice Victoria sonriente. 
—¡Eres una basura! 
—Adiós hermanita —se despide Victoria lanzándole un beso. 
—¡Eres un monstruo! ¡Como puedes tratarme así! —grita Ginebra mientras su hermana se  
va. 
Victoria está furiosa, los celos le carcomen el alma y no pasará por alto lo sucedido. 
—Maldito David ¿Cómo pudiste ir tras ella? Aunque hayas perdido la memoria, no te perdonare que la hayas besado, me las vas a pagar. 
Ginebra ha regresado a la mansión del pantano, Alejandro está en la entrada esperándola. 
—Regresaste... 
—¿Cómo te atreves? —Alejandro está indignado. 
—¿Qué pasa? 
—¡Hueles a otro hombre! 
—No sé de que me estas hablando —Dice Ginebra nerviosa. 
—¿Te ha besado tu querido David? 
—¿Qué?, no, ¡claro que no! 
—¿Además de infiel, eres mentirosa? 
—¡Él me besó sin mi consentimiento! 
—Largo de aquí. 
—¿Qué? 
— ¡no te quiero cerca de mí!  
—¿Qué estás diciendo? 
—Tu aroma se ha mesclado con el de ese humano y no soporto el hedor, así que lárgate. 
—¿Por qué te molestas tanto? ¡Ni siquiera eres mi novio de verdad! —Estas palabras le han  
herido el orgullo a Alejandro. 
—¡¿Qué no lo entiendes?! Al vincularme contigo, te he entregado todo de mí, me he hecho uno contigo, ¡esto es más fuerte que cualquier unión humana! 
—Lo siento, no lo sabía...

—Me faltaste al respeto y no tolerare esta traición. 
—No tenia idea de lo que significa para ti este vínculo, no quería lastimarte —Dice Ginebra  
apenada. 
—¿Lastimarme? —Dice Alejandro soltando una risa —tú no me interesas, eres insignificante para mí, un simple juego que ya me cansó, es más, ¿por qué no te mato de una vez? O mejor aún, ¿Por qué no mato a tu amado David? 
—¡No! No dejaré que lo lastimes, no dejaré que te expongas de esa forma. 
—¡Largo de aquí! ¡apestas a ese hombre! 
—¡No te necesito! Eres igual a todos, abusivo, tomas de mi lo que quieres y luego me tiras a la basura. 
—¡Retírate! —Alejandro la hecha de la mansión. 
 




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