El amante del pantano de Nil (libro 1)

ÁNGEL INOCENTE.

CAPÍTULO 26

Un silencio sepulcral se apodera de la habitación, el doctor le muestra el bebé a Bardos y al  
abrazarlo comienza a llorar. 
—¿Qué pasa con el bebé? —Pregunta Victoria intrigada. 
—¿Por qué tienen esa cara? Díganme que pasa —Dice Victoria alterada. 
—Dejemos que la madre cargue a su bebé. —Bardos le acerca el bebé a Victoria y esta se  
sorprende al darse cuenta que el niño tiene una malformación y parte del rostro  
desfigurado.  
—¿Qué es esto? ¡quítenme esa cosa de encima! 
Bardos enfurece al escuchar las palabras despectivas de su nuera y explota. 
—¡No te expreses así de tú hijo! ¡es tú culpa que haya nacido así! Su respiración es débil,  
esta agonizando, dale el adiós que se merece y pégalo a tu pecho, que sus últimos  
momentos sean al lado de su progenitora. 
—¡Yo no lo quiero! ¡no me acerquen a ese monstruo! 
—¡Victoria cállate! ¡Es tú hijo! —Grita su padre indignado. 
—¡No quiero cargarlo! ¡Es horrible! 
—¡Tus borracheras le hicieron esto! ¡eres una alcohólica! ¡irresponsable! —Bardos le  
reclama a Victoria lleno de dolor y frustración. 
—¡Deja de gritarle a mi hija! ¡no es su culpa que los genes de tu hijo no hayan servido para  
nada! —Verónica le habla de manera insolente sin importarle la situación de su nieto. 
—¡Ya cállense! —Grita Ginebra mientras entra a la habitación, el bebé agoniza mientras  
todos discuten y gritan sin parar. 
—¡Ginebra! 
—¿Qué hace ella a qui? ¿Por qué la dejaron pasar? —Reclama Victoria furiosa. 
—¡Es tu hermana por Dios! —Víctor trata de calmar a su inconsciente hija. 
—¡Esa ramera no es mi hermana!  
—Denme al bebé… ¿Cómo pueden estar gritando así delante de él? ¿Cómo puedes decir  
que no lo quieres? ¡Es el hijo que David te dejo! Es todo lo que nos queda de él… 
Ginebra llora llena de impotencia y carga al bebé en sus brazos, su respiración es débil y  
ella comienza a llenarlo de besos mientras lo coloca en su pecho y le canta canciones de  
cuna.

—¿Qué está haciendo? 
—¡Déjala en paz! Está haciendo tú trabajo. 
—¿Cómo puede besar a ese niño? Pregunta Victoria asqueada. 
Las lágrimas caen como ríos de los ojos de Ginebra, le parte el corazón ver así a su sobrino,  
desesperado por respirar, en sus ojitos se ve la tristeza y el dolor. 
—Todo va a estar bien, eres un niño hermoso, tienes unos ojos preciosos como los de tú  
padre, si él estuviera qui, te habría amado muchísimo, te hubiera llamado Enrique, lo se por  
que era el nombre que quería darle a su primer hijo. 
El bebé emite unos pequeños gemidos para por fin dejar de respirar, Bardos llora  
amargamente, conmovido de ver a Ginebra lamentarse como si ella fuera su madre, llena de  
dolor y con el corazón hecho pedazos, sale de la habitación con el niño en sus brazos, la lluvia cae como si llorara con ella y Bardos, Beatriz y Víctor la siguen. 
—¿Adonde va? —pregunta Beatriz con un nudo en la garganta. 
—Ginebra. —Víctor, está quebrantado al ver a su nieto y a su amada hija bajo la lluvia.  
—Déjenla tranquila, va a llevarle el bebé a su padre. —Dice Bardos, entre lágrimas. 
Ginebra, se dirige a la tumba de David, serena y callada, pero una vez que está delante de ella, se deja caer de rodillas y se parte en llanto. 
—Te traje a Enrique, tu hijo, ha decidido reunirse contigo en el paraíso, no soportó la idea de vivir sin ti, lo llené de besos para que te diera uno a ti también. ¿Por qué tenia que morir? Era tan pequeño… tenia tanto por vivir ¡¿Por qué?! 
Después de un rato Ginebra se cansa de llorar, la lluvia a ablandado la tierra y con sus manos se pone a cavar, se ha llenado de lodo preparando el lugar donde será el eterno descanso del pequeño Enrique, un lugar al lado de su padre. Víctor y Beatriz la ayudan a cavar, mientras que Bardos trae el ataúd de su nieto, siendo un hombre precavido se  
preparo para lo peor, aunque en el fondo de su corazón esperaba un milagro, Ginebra, se pone de pie y recoge todas las flores hermosas que encuentra, tiene las manos llenas de  
ampollas y después de un rato, le dan sepultura al bebé, antes de despedirlo, Ginebra lo llena de besos una ultima vez, y le pone en el cuello el collar que David le regaló el día en que se hicieron novios, despidiéndose así de su pequeño sobrino. 
Bardos se acerca a Ginebra y la abraza. 
—Gracias por hacer que mi nieto fuera amado en sus últimos momentos, gracias por darle  
una hermosa sepultura. 
—Lamento mucho su perdida señor Bardos… Bardos, llora en los brazos de Ginebra, mientras Víctor y Beatriz, los miran con tristeza. 
Por otro lado, Verónica, explota contra Victoria.

—¿Qué acabas de hacer Victoria? ¡Acabas de echarnos la soga al cuello! Ese mocoso era nuestra única esperanza para mantener nuestro estilo de vida, ahora que mataste al nieto de  
ese desalmado, ¡te echará a la calle sin pensarlo! Nos retirara la ayuda económica, ¡acabas de arruinarnos, idiota! 
—¡Yo no maté a ese bebé! Dice Victoria entre lágrimas. 
—¡Claro que lo hiciste, estúpida! ¿Viste lo deforme que estaba? Fue por culpa de tus borracheras. 
—¡No es verdad! ¡Dejé de beber en cuanto me escondieron el vino! 
—¡No seas mentirosa!, no creas que no sé que una de las criadas te traía licor a escondidas. 
—¡Deja de gritarme mamá! ¡Parí un hijo muerto! 
—Ah, y toma esto pedazo de insensata. —Verónica, le avienta una carta en la cara a  Victoria. 
—¿Qué es esto? 
—Me hice pasar por ti y le escribí a ese soldado de quinta. 
—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? Pregunta Victoria enojada. 
—Resulta que el infeliz es estéril, me mandó un comprobante médico, el engendro ese sí  resultó ser hijo de David después de todo, a no ser que te hayas revolcado con alguien más  
—¿Qué? —Victoria está confundida. 
— Estas mintiendo… 
—¿Por qué te mentiría ridícula? Mataste al hijo del hombre que supuestamente amabas, pero bueno, también mataste al papá, que me puedo esperar de ti,  
—¿Maté al hijo de David? No puede ser… 
—Ya es tarde para lamentarse, ese niño ya está bajo tierra, ahora pídele a Dios o al diablo que Bardos, no venga y te saque de aquí a patadas. 
Sin darse cuenta, alguien las observaba, Beatriz había subido a recoger sus cosas, pero decide dejarlas ahí después de haber escuchado la conversación. 
—Ginebra tenia razón, su hermana asesino a David Landez y con su negligencia también mató a su propio hijo, y esa tal Verónica es una víbora disfrazada de elegancia y poder.  
Pobre Ginebra, ¿hasta cuando dejara de sufrir? Al tocar su mano, no solo vi que estaba unida a un vampiro, también pude ver que su vida estará llena de perdida y sangre, la vida se ha ensañado con ella. 
Otro funeral se ha llevado a cabo en Valle de Cobre, un infante se ha ido al cielo y su tía llora más que la propia madre y el corazón de Bardos arde de rabia contra Victoria.




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