Especial de navidad
Una noche de paz
Hoy hace un frío descomunal en Valle de cobre, la gente del pueblo se guarda en sus casas por el helado clima, los pueblerinos están de buen humor pues la noche buena está cerca, el día en que la paz y la felicidad reinan, solo por hoy el mundo de los monstruos y los humanos conviven en armonía.
—¿Por qué compras tantas flores? —Beatriz está cargando con varios ramos de rosas.
—Hoy tenemos que visitar varias tumbas —Ginebra sonríe con serenidad.
—Oye, no me digas que todo ese ponche y esos panes son para los muertos, ¡ellos ya no pueden saborear nada! mejor dámelos a mí… —Beatriz hace un tierno berrinche.
—Vamos Bety, tendrás todo el ponche caliente que quieras, pasaremos juntas la navidad, mi padre estará de viaje por unos negocios en la ciudad y no regresará hasta mañana, pero está tranquilo de que ninguna de las dos la pase sola esta noche.
—¿Y qué hay de esos dos?
—A Leonardo y Alejandro no les gustan estas cosas, probablemente se vayan de cacería, me pone un poco triste no verlos, pero no podría obligarlos a ir en contra de sus creencias.
—Tienes razón, no me los imagino con un gorro navideño jaja, esos ojos rojos y esos colmillos largos y blancos son espeluznantes, estarán mejor en su ataúd.
—Bueno, tenemos mucho que hacer antes de ir a preparar la cena.
—Será mejor que nos apresuremos, tengo congelado el trasero — dice Beatriz titiritando.
El olor a ponche inunda Valle de cobre, Ginebra y Beatriz se dirigen al panteón familiar donde descansas sus seres queridos y después de algunos pasos Ginebra se percata de que Beatriz se ha quedado atrás.
—¿Bety?
—Gi… Giny… nunca te lo he dicho, pero odio los panteones —exclama Beatriz temblorosa.
—¿de qué hablas? Este panteón es de los más hermosos del pueblo.
—Es que tú no vez las cosas que yo veo…
—¿he? ¿Qué cosas? —Ginebra voltea y no ve nada.
—Ju… justo de tras de ti hay muchas luces azules flotando por todos lados, parecen un enjambre de abejas, además hay una vieja decrepita gritándote un montón de groserías está toda chimuela y despeinada.
—¿Qué? ¿una viejecita? ¿Un… fantasma? — Ginebra se pone tiesa del miedo.
—Sí y no deja de insultarte, dice que eres una… ya sabes de lo peor, también dice que eres una huesuda y una ojona.
—¿Por qué me está insultando? —pregunta Ginebra llorosa.
—Porque estas parada sobre a su tumba.
—¿Qué? ¡Hay lo siento mucho! Por favor discúlpeme señora espectro.
—Vámonos antes de que quiera poseerte y robar tu cuerpo, se ve que es un espíritu maligno, no quisiera exorcizar a mi mejor amiga.
—¡Ah! —Ginebra corre llena de miedo.
—Jajajaja, nos vemos Carmen feliz navidad —Beatriz voltea y se despide de aquel fantasma y esta comienza a insultarla también — ay por eso nadie te visita ¡y ya te dije que no estoy gorda!
Beatriz se apresura y ve a Ginebra la cual se tranquiliza una vez que llega a la tumba de Victoria.
—Hola hermanita, ¿cómo va todo en el paraíso? Bety me dio tu mensaje, también te amo, te traje estas flores y algo de pan y ponche caliente, también le traje un poco al pequeño Enrique, supe que se convirtieron en hermosas estrellas.
—¿Te importaría si les pido un favor? —pregunta Beatriz con nostalgia.
—Adelante amiga —Ginebra sonríe con amabilidad.
—¿Podrían por favor decirle a mi hermana y a mi madre que deseo que pasen una feliz navidad donde quiera que estén? Y que las amo y extraño…
—¡Ay Bety! Eres tan adorable, estoy segura de que ellas recibirán el mensaje,
—Sí, gracias, sigamos repartiendo las flores te juro que ya no siento mis dedos.
—Muy bien.
Un poco más adelante Ginebra se inclina ante la tumba de bardos y le deja sus flores y su bebida caliente.
—Señor Bardos, feliz navidad, le cuento que Selene está hermosa con su barriguita, pronto dará a luz a su bebé, ella se ha hecho cargo de todo y la mansión va mejor cada día al igual que el negocio, sin duda Selene es muy capaz he inteligente.
—David, ha pasado tanto tiempo…
Ginebra hace una pequeña pausa mientras acomoda todo en la tumba para que se vea limpia y adornada.
De repente Beatriz es sorprendida con la mano fantasmal de un joven caballero.
—Jum.. —Beatriz tiene muchas palpitaciones y alguien le habla sorpresivamente al oídio.
—¿Puedes verme no es así? Lo sé porque reaccionaste cuando te toqué el hombro.
Beatriz gira la mirada y justo a su lado está un apuesto fantasma, se trata de David quien se ha manifestado tras escuchar la voz de Ginebra.
—Tú… —Beatriz se queda perpleja.
—¿Está aquí no es así? Pregunta Ginebra tras sentir unos escalofríos en la nuca.
—He… sí, David está aquí.
—Ah…
—¿Podrías decirle a Ginebra que se ve hermosa? Dile que le agradezco sus visitas frecuentes y las oraciones que hace Por mí.
Beatriz le trasmite el mensaje a Ginebra y ella se encoje de hombros.
—Dile que la sigo amando, aunque sé que ella a mí ya me olvidó, que conozco a Alejandro por las veces en las que vino a recogerla cuando ella se quedaba dormida en mi tumba, sé bien que el cuido de ella y se ganó su corazón de una manera justa y honorable.
—Lo siento David, me enamore de Alejandro sin darme cuenta, probablemente estés preocupado porque él es el rey de los vampiros, pero es un hombre extraordinario.
—Él no piensa eso, está celoso, pero sabe que el pálido te ama.
—Tengo un último recado para Ginebra y dile que no pienso cambiar de opinión, en este mundo hay un sagrado pacto de amor, hasta que la muerte nos separe, los amantes pierden ese compromiso una vez que mueren y después quedan libres, en este mundo no intervendré entre Alejandro y Ginebra, pero en el momento en el que lleguen aquí yo lucharé por ella, él puede estar a su lado hasta el final de sus días, pero yo pelearé para estar con Ginebra por la eternidad. Dile que la estaré esperando.
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Editado: 04.09.2022