La maldición del trianer
Un misterioso cliente ha llegado al local de Beatriz, se le ve agitado y muy nervioso, su aspecto es
demacrado y está muy delgado, en sus manos lleva una caja y este comienza a llorar como un
bebé.
—¿Se encuentra bien? —pregunta Ginebra preocupada mientras se acerca para calmarlo, pero
Beatriz se lo impide bruscamente.
—No te acerques.
—Pero…
—¿Qué lleva en esa caja? Un aura maligna brota de ella.
—¡Se los suplico! ¡ayúdenme! No sabía a quién más recurrir, la iglesia me trató como a un loco,
el padre Clemente ni siquiera me recibió, necesito su ayuda…
El hombre abre la caja y deja a la vista un misterioso libro de cuero negro, se ve muy antiguo y
sus letras están plasmadas con sangre.
—¿Qué es esto? ¿De dónde diablos lo saco?
—¿Qué es? —pregunta Ginebra temerosa.
—Es un libro de magia negra.
—¿Qué?
—Mi hija es amante de los libros, le gusta coleccionarlos y hace seis días encontró esta caja en
una tumba abandonada, se le hizo fácil tomarlo y llevarlo a casa, no piensen mal de ella por
favor, solo tiene cinco años, es demasiado lista para su edad, demasiado curiosa y como no…
estoy ausente casi todo el día, padezco de una enfermedad terminal y no me queda mucho tiempo
de vida, no puedo cuidarla como debería… aquella mañana se sentó en el granero y comenzó a
leerlo en voz alta, de repente un fuerte viento comenzó a soplar y la tierra se sacudió por un
instante, el sonido de un montón de cuervos hizo retumbar su corazón y el miedo se apoderó de
ella y salió corriendo de ahí abriéndose paso entre las hortalizas, como iba tan rápido se tropezó
cayendo enfrente de nuestro espantapájaros, el muñeco intento tomarla del brazo, pero gracias a
Dios, logró escapar, esa cosa la estaba persiguiendo con violencia, al escuchar los gritos de mi
Hija, salí rápidamente de la casa y le disparé al espantapájaros y al hacerlo el se desintegro en
forma de varios cuervos y se fue, desde entonces esa criatura nos asecha y no nos deja dormir,
susurra cosas espantosas y se ríe a carcajadas, desde ese día el espantapájaros intenta llevarse a
mi pequeña al otro mundo ya no sé qué hacer…. Por favor… por favor… ayúdenos —el hombre
se pone de rodillas frente a Beatriz y llora amargamente.
—Su hija es una tonta.
—¡Bety! —Ginebra la mira sorprendida.
—Este libro es un trianer, quiere decir que es un libro oscuro, maldito, el idiota que lo lee libera
una maldición, ese aire misterioso entró en ese espantapájaros y le dio vida, lo que esa cosa
busca tan desesperadamente es un alma y no cualquier alma le sirve, solo la de quien lo liberó,
solo así podrá permanecer en este plano, esa criatura no descansará hasta arrebatarle el alma a su
hija.
—¡Dios mío! ¿Qué puedo hacer para evitarlo? Mi niña solo tiene cinco años… —el hombre se
parte en llanto.
—Necesita nuestra ayuda —dice Ginebra conmovida.
—¿Y por qué nos vamos a meter en la boca del lobo por el descuido de esa niña roba tumbas?
—Porque si nosotros no los ayudamos nadie lo hará.
—Ah, está bien, ponga mucha atención, dice que el acoso del espíritu comenzó hace seis días
¿verdad?
—Sí…
—Hoy se cumple la séptima luna desde que su hija liberó la maldición, esta noche es nuestra
ultima oportunidad para romper cualquier lazo con ese espantapájaros, debo admitir que han
hecho un buen trabajo en impedir que esa cosa se lleve a la niña, su hija debe tener un espíritu
fuerte, aunque sea tan pequeña, por lo general estas maldiciones solo tienen siete lunas para
recolectar el alma de quien los invoco, esa criatura tendrá más energía que nunca ya que es su
última oportunidad de vivir, usara todo lo que tiene para lograr su cometido y lleno de ira
acabará con todo lo que se cruce en su camino, si logramos impedir que el bastardo tome a su
hija antes de las seis de la mañana la maldición desaparecerá y su hija volverá a ser libre.
—¿De verdad? Haré lo que sea necesario con tal de que mi hija viva en paz.
—ahora que ya sabe a lo que nos enfrentamos deberá dejarnos su dirección, llegaremos antes de
la media noche.
—Muchas gracias señora le prometo que le pagaré mucho dinero.
—¡Ay! ¡más le vale que no me vuelva a decir señora! ¡No estoy casada mucho menos vieja!
—Lo siento señorita…
—Así está mejor, deje el libro con nosotros.
—¡Gracias por todo!
El hombre se va del lugar lleno de esperanza despidiéndose de Beatriz besándole la mano.
Beatriz se limpia la mano en su ropa, está segura de haber escuchado una risa discreta del cuarto
donde está escondido Leonardo, en el momento en el que le dijeron señora aquel valeroso
mayordomo se río.
—¡Ya puedes salir de tu escondite blanquito!
—Si vuelve a llamarme así le arrancaré la lengua.
—Sí, sí, como digas.
—¿Por qué me ves así Giny?
—Fuiste muy grosera con ese pobre hombre, el pobre está sufriendo demasiado, menos mal que
aceptaste ayudarlo, jamás oí hablar de un espantapájaros viviente.
—¿Bromeas? ¡Viste un zombi!
—Solo espero que las náuseas se me quiten, debemos estar listos para la medianoche.
—¿De qué hablas? Tú no iras con nosotros a ningún lado.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque es muy peligroso, además asustarte no te hará bien.
—La bruja tiene razón, en su estado no es seguro que vaya.
—Está bien, entiendo.
—Quita esa cara Giny, es por tu bien.
—Volveremos en seguida por si necesita algo.
—Gracias —Ginebra sonríe levemente.
De pronto el sonido alborotado de una bandada de cuervos los distrae de su conversación, la
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Editado: 04.09.2022