La noche es fría y helada, todo parece una pesadilla para Ginebra, pero de pronto el sonido de los cubiertos cayendo al suelo parecen despertarla, sus ojos se abren de par en par y su corazón late desenfrenadamente al ver a Fernando frente a ella sentado a la mesa, el también parece desconcertado y confundido ¿Qué está pasando? Se pregunta confundida ¿Qué demonios me dio de beber? No puede pronunciar ni una palabra pues cae en cuenta que todos esos horrores nunca sucedieron, algo contenía ese té que ni siquiera Fernando sabia, algo que le mostró un posible futuro a la amante del vampiro ¿de quién se tratará esta advertencia? ¿Quién le mostró esos horrores? Ginebra no se quedará a averiguarlo, llena de rabia toma la botella que esta frente a ella y se la estrella a Fernando en la cabeza, pues ahora sabe de lo que este hombre puede ser capaz, Ginebra lo maldice y corre con todas sus fuerzas mientras grita para así llamar la atención de los criados, los cuales llegan a toda prisa y quedan desconcertados al ver a su señor cubierto de sangre, Ginebra logra salir ilesa de esa horrible mansión y Fernando aprieta los puños lleno de rabia pues ella lo maldijo con estas palabras ¡morirás de la peor manera mientras observo tu agonía! Por otro lado, Beatriz y Leonardo han llegado a la granja de Marco, el cliente que les había pedido ayuda con la maldición que su hija había liberado y llaman a la puerta, Leonardo lleva puesta una máscara para ocultar su rostro, Beatriz se ha llevado su capa negra adoptando un look siniestro y llamativo, Marcos abre la puerta y los invita a pasar.
—Gracias por venir a ayudarnos, pasen por favor.
—Gracias ¿Dónde está la niña?
—Es ella, vamos hija sal de ahí, no te harán daño, su nombre es Lía.
—Creí que se habían deshecho de ese libro, es muy peligroso… —dice la niña mientras tartamudea de miedo.
—Eres demasiado joven… —Beatriz examina a la niña, tiene un aura muy rara casi mágica, es una pequeña de piel clara y cabello rojizo, sus ojos son verde esmeralda es demasiado indefensa para ser tan intrépida.
—No te preocupes, necesitaremos el libro para eliminar a esa cosa, una vez que se den las seis de la mañana su esencia entrara de vuelta al libro, hasta su próxima víctima, pero nosotros terminaremos con eso, quemaremos el libro en cuanto salga el sol.
—¿Eres una bruja? Y él … no es… humano…—murmura la pequeña con timidez.
—¿Qué? ¿Cómo lo supiste? Bueno no importa, deja todo en nuestras manos, arreglaremos tu desastre.
—Creí que las brujas eran feas y malvadas… tu eres bonita…
—¿Qué? ¿Quién? —Beatriz se ruboriza, es la primera vez que alguien la llama así.
—Por favor no se preocupen por nosotros, su secreto está a salvo —sonríe Marco con amabilidad y cansancio.
—Les daremos un poco de chocolate caliente antes de ir con el espíritu.
—Es demasiado madura para su edad, me da un poco de miedo.
La niña mira curiosa a Leonardo, es muy elegante, tanto que parece un caballero.
—¿Por qué no se quita la máscara? Está en confianza, no tenga pena. —dice Marco insistente.
—Lo siento no puedo.
—¿Por qué no?
—Es que … su cara es horripilante ¿han visto los cerdos? Jajaja bueno, tiene la cara de un cerdo ¿no es así feo? Jajaja. —Beatriz se muere de risa molestando al vampiro.
La bruja le da un codazo a Leonardo y este expide una vibra tenebrosa, está molesto y Beatriz traga saliva. Por otro lado, el reloj ha marcado la media noche y el viento sopla con fuerza, tanto que comienza a silbar y a azotar las puertas y ventanas, estremeciendo a la angustiada familia.
—Es él… el espantapájaros se acerca…
Lía se llena de miedo mientras su padre la abraza para protegerla.
—Lamento decirle esto, pero la niña tendrá que venir conmigo.
—¿Qué? Pero…
Marco toma la mano de lía y con lágrimas en los ojos le dice.
Tenemos que confiar en ellos, nosotros solos no podemos enfrentar a ese monstruo, esta es nuestra última oportunidad para liberarte de esta maldición. Por favor señorita, cuide mucho de mi hija.
—Lo haré.
—Yo me quedaré con usted en caso de que necesite mi ayuda. —dice Leonardo con seriedad.
—Gracias.
Beatriz y Lía se dirigen a la puerta y antes de salir Leonardo se dirige a Beatriz con estas palabras.
—Si las cosas se complican ya sabe qué hacer.
—Se un buen chico y no te comas al señor. —Beatriz sonríe y se va.
La noche es fría y tenebrosa, el viento sacude los maizales como si fueran paja, silbando como si trajera malas noticias, Lía se encuentra aterrorizada.
—Tienes que ser valiente mocosa, no puedes dejar que el miedo te domine, en especial cuando fuiste tú la que causó todas estas molestias, esa cosa se alimenta de tu miedo y una vez que te debilita se lleva tu alma.
—Lo siento… trataré de controlarme. —Lía mira a Beatriz con timidez —¿Tú como lo haces? ¿Qué haces para no sentir miedo? Quisiera aprender a dominarlo, pronto perderé a mi padre debido a su enfermedad no le queda mucho tiempo, debo ser valiente desde ahora…
—Yo siempre tengo miedo, pero no dejo que me controle, respiro profundo y obligo a mi cuerpo a reaccionar es eso o que me lleve el diablo, así que ya sabes mocosa, respira profundo.
—Gracias. —los ojos de Lía se iluminan, se nota la admiración que siente por ella.
Nuevamente el viento comienza a soplar con fuerza, Beatriz y Lía caminan entre el maizal, esperan nerviosas la llegada del espantapájaros.
—¿Por qué decidiste que te acompañara? ¿Fue para proteger a mi padre?
—No, tu padre estará bien, el espíritu maligno no lo busca a él, te traje como carnada, así será más fácil acercarme a él.
—Entiendo, haré mi mayor esfuerzo.
De pronto el sonido de unos cuervos saliendo de las hortalizas las espanta.
—¡Dios mío!
—¡Carajo! ¿Qué diablos?
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Editado: 04.09.2022