El amante del pantano de Nil (libro 1)

Incertidumbre

Nuestros héroes han salido victoriosos derrotando a un espíritu de gran poder y mientras Beatriz

se ruboriza por los comentarios de Leonardo, su emoción es aplacada al ver a Ginebra afuera del

local.

—Giny… —¿Qué haces aquí? Es muy temprano.

—Fernando, se declara oficialmente nuestro enemigo.

—¿Qué?

—Señorita Ginebra. —Leonardo, se da cuenta de que algo no anda bien.

—Quiero hablar con ustedes, pero no aquí, vayamos a un lugar más seguro.

—Si le parece podemos ir a la mansión.

Nuestros amigos se dirigen al pantano y una vez que están ahí Ginebra les pide un extraño favor.

—Necesito… ¿Podrían darme un segundo?

—Eh… sí. —Leonardo y Beatriz la miran confundidos.

De repente, Ginebra comienza a maldecir con todas sus fuerzas y toma un trozo de madera y

comienza agolpear un viejo arbusto, está furiosa y muy indignada.

—Creo que el embarazo la tiene hormonal. —dice Beatriz impactada.

—No creo que sea eso.

Después de varios segundos Ginebra se voltea y devuelve el estómago para después apoyarse en

un árbol y descansar.

—¿Qué es lo que le pasa? Usted no es de las que reaccionan así y no creo que sea por el

embarazo.

—Sí, ya dinos Giny, das miedo.

—Ese maldito de Fernando, es un verdadero demente… no sé ni por dónde empezar, el caso es

que… —Ginebra les cuenta todo por lo que tuvo que pasar y Beatriz enfurece.

—¡Es un infeliz de mierda! ¡maldito bastardo voy a castrarlo!

—Lamento por todo lo que ha atravesado y entiendo el enojo de Beatriz, pero quiero hacer

énfasis en algo.

—¿En qué cosa? ¡Está claro que Fernando hará todo lo posible por asesinar a Alejandro! Perdón,

no quise alzarte la voz.

—Usted mencionó que el humano le dio de beber un té amargo y que después de unos minutos

comenzó a sentirse mareada y agitada ¿no es así? Para ser honesto no creo que el té en si tenga

algo que ver, tampoco una droga humana, esto es… hechicería… una muy poderosa… una que

ya he visto antes.

Leonardo se queda pensativo y su rostro nota preocupación y Beatriz y Ginebra lo notan.

—¿Te pasa algo? —pregunta Ginebra nerviosa.

—Tienes razón, esto no es magia común, ahora que te presto más atención tu aura expide un

ligero color purpura casi invisible es… —Beatriz es interrumpida por Leonardo

—Son los restos de la magia de un vampiro.

—¿Qué? Pero no había nadie más ahí con nosotros.

—Nunca lo notaria, estamos hablando de los mellizos.

—¿De cuáles mellizos estás hablando? ¡Di todo lo que sepas por favor! —exclama Beatriz

asustada.

—Gabriel y Aarón, los temidos mellizos de katar, los hechiceros de la corte del rey de los

vampiros, crueles y enfermos, desean controlar a mi señor para que puedan llevar a cabo su

deseada guerra, quieren someter a los humanos de nuevo y regresar a nuestros tiempos gloriosos

donde las criaturas, mi pueblo, dominaban la tierra a su antojo. Seguramente ya se dieron cuenta

de la muerte de Esmeralda la vampiresa de Galia, ellos junto con otro puñado de vampiros

deseaban que ella fuera la esposa oficial de mi señor, querían que dejara de ser su amante para

hacerla emperatriz, pero ese lugar no les compete darlo a ellos, era su candidata favorita por su

crueldad y participación en la extinción de los licántropos y en muchas otras batallas de antaño

sin embargo, mi amo la despreciaba al igual que a sus otras amantes.

—¿Y cómo lo supieron?

—Aarón tiene la capacidad de ver el pasado, el presente y el futuro, no exactos claro, pero si

posibles sucesos ya que el futuro siempre se puede cambiar, probablemente así se enteraron,

deben estar furiosos y no solo por eso, lo más seguro es que ya sepan que mi amo se ha

vinculado de usted. —Leonardo, mira a Ginebra fijamente y añade. —Ese es definitivamente su

mayor problema.

—Pero… aceptar y respetar el vínculo es su ley más sagrada.

—Jamás se dio con un humano, créame cuando le digo que ellos no lo aceptarán.

—No… —Ginebra se desploma. — ¿Por qué no nos dejan vivir en paz? ¿Qué tipo de amenaza

puedo ser para ellos? ¿Por qué se opondrían a nuestra relación?

—Porque su vínculo puede romper la maldición de la inmortalidad, al menos es una

probabilidad, es lo que hemos visto y experimentado, si esto sigue así… tengo la sospecha…

mejor dicho, la esperanza de volver a ser humanos.

—Por eso harán todo para evitarlo… —dice Beatriz en voz baja. —no les conviene perder todo

ese poder y la oportunidad de vivir para siempre ¡malditos inmortales! Perdón… sin ofender a

los presentes.

—No te preocupes.

Ginebra se les queda viendo extrañada.

—¿Desde cuándo se tutean?

—¿Qué? ¿De qué hablas? —Beatriz comienza a tartamudear y a sonrojarse.

—¿Estas bien? ¿Por qué estás tan colorada y nerviosa? —pregunta Ginebra confundida pues ni

por su cabeza pasa que Beatriz gusta de Leonardo.

—¡No pasa nada! ¿Qué va a pasar? Unos gemelos malignos se han sumado a la fila de enemigos

y para el colmo Fernando se postulará para alcalde.

—Son mellizos. —la corrige Leonardo, mirándola fijamente y Beatriz voltea el rostro con

rapidez.

—Es lo mismo…

—¿Entonces… hay una posibilidad de que Fernando esté trabajando con ellos? —pregunta

Ginebra temerosa.

—¿Una especie de alianza para derrotar a Alejandro?

—Ellos quieren a su rey, es el monarca más digno que hemos tenido hasta ahora, su objetivo es

usted señorita Ginebra, es usted quien corre peligro.

¿Cuáles serán las verdaderas intenciones de estos mellizos? ¿Qué les espera a nuestros amigos?

¿Qué pasara con Ginebra? Esto lo descubriremos en el siguiente capítulo del amante del pantano




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