El amante del pantano de Nil (libro 1)

Los mellizos de Katar.

Ginebra les ha contado a sus amigos la verdad sobre Fernando y han llegado a la conclusión de

que los mellizos de Katar están detrás de lo que pasó, están sumándose más enemigos a la fila y

esto puede ser preocupante para nuestros héroes favoritos, por otro lado, Fernando, se encuentra

en el jardín de su gran mansión, acaba de tener una reunión con el jefe del periódico el cual lo ha

entrevistado y piensa sacarlo en la primera plana como el hombre que promete paz y prosperidad

al pueblo de Valle de cobre.

—Entonces me retiro joven Fernando, fue un placer charlar con usted, en lo personal espero que

usted resulte ganador y se convierta en nuestro próximo alcalde.

—Le agradezco su apoyo, mi único deseo es ayudar a mi pueblo a crecer y aprovechar nuestros

recursos.

—Lo sé y el pueblo lo apoya por completo, es una lástima que este compitiendo con su padre,

pero así son las cosas en la política.

—Así es, señor Hernández, me alegro que lo vea de ese modo.

—Bueno, lo dejo descansar, sé que es un hombre muy ocupado.

—Le agradezco, mi mayordomo lo acompañara a la salida.

—Gracias, espero entrevistarlo el día en el que lo declaren oficialmente nuestro alcalde.

Fernando se despide cordialmente del jefe del periódico y una vez que este se ha ido se dirige a

su habitación con la orden de que nadie lo moleste, Fernando entra y tira todo lo que está cerca

de él, está lleno de frustración, confusión y enojo pues no entiende lo que pasó la noche que

estuvo con Ginebra.

—¿Cómo es esto posible? ¿El que estaba en la cama con Ginebra era yo? Esto es una estupidez

yo jamás la lastimaría… no a ella, si a alguien quiero destruir es a ese maldito vampiro ¿Qué es

lo que paso esa noche?

Fernando, se agarra la cabeza, está cansado de pensar y no encontrar respuestas, él le dio ese té a

Ginebra, pero jamás le añadió una droga para abusar de ella, si bien quiere casarse con ella y

quitársela al vampiro no es propio de él actuar de esa forma contra una mujer.

—Debes odiarme con todas tus fuerzas ¿Cómo te explico que ese hombre no era yo? ¿Cómo

conseguiré que te enamores de mí así?

Como de costumbre los días en Valle de cobre son fríos y nublados y hoy no es la excepción

mientras Fernando está lamentándose en su habitación un fuerte viento abre su ventana de par en par y se sorprende al ver a un hombre encapuchado junto a él.

—¿Quién diablos eres? ¿Y cómo entraste aquí?

—Eres un humano muy cauteloso, pero ya deberías saber que esa arma no puede lastimarme.

—Eres uno de ellos, un sucio vampiro ¿Qué es lo que quieres?

—Queremos ofrecerte un trato. Mi hermano está observándonos desde afuera, él no quiere

entrar, teme contaminarse con tu presencia, es un poco quisquilloso, no le gustan los humanos.

—Yo no hago alianzas con tu especie, estás hablando con el hombre equivocado.

—¿Qué tal estuvo tu noche con la humana?

—¿Qué?

—¿La pasaste bien? ¿disfrutaste del espectáculo?

—¿Cómo sabes eso?

—Eres bastante feroz a la hora de aparearte.

—¡Yo no le hice nada! ¿Tú tuviste algo que ver? ¡maldito demonio! ¿Qué es lo que hiciste?

—Ja ja ja, si, usé un poco de mi magia para animar la velada.

—Borra esa sonrisa estúpida de tu pálido rostro, por tu culpa ella cree que soy capaz de abusar

de ella.

—Pero sí serias capaz, es una probabilidad pequeña.

—¡Eso no es verdad! Por alguna razón adulteraste los hechos y no te lo voy a perdonar jamás, te

haré pagar muy caro mal nacido.

—¿Quién te crees que eres para amenazar a alguien como yo? Solo eres una escoria humana.

Fernando se acerca a él y lo desafía con la mirada mientras lo apunta con el arma.

—Yo no te tengo miedo, para mí no vales nada.

—Fernando se descubre la cicatriz que tiene en el cuello y en el pecho y se las muestra a Gabriel.

—Voy tras la cabeza de tu miserable rey y los tuyos caerán con él.

—¿Un humano que le ha declarado la guerra al señor de la oscuridad? Cuanta osadía tienes en

ese delicado cuerpo, por lo visto el rey ya probó tu sangre, debió ser excitante para ti recibir ese

regalo, ya veo por qué las rivalidades, es culpa de la humana, se hace llamar Ginebra ¿No es así?

¿Qué le ven a un ser tan patético?

—¿Cómo es que la conoces?

—Mi hermano Aaron me ha hablado de ella y de su aberrante y asqueroso vínculo con mi rey.

—¿De qué vinculo me estás hablando?

—Ha corrompido nuestra ley más sagrada envolviendo a nuestro señor como una perra en celo,

ese supuesto vinculo no es más que una burla para mi pueblo y aquí es donde aceptas el trato ya

que no tienes otra opción.

—Ya te dije que no…

—¡Pon atención! —Gabriel extiende su mano y un humo purpura sale de él y paraliza a

Fernando.

—¡Esa mujer es un peligro para mi especie! ¡esa despreciable criatura no será la causante de

nuestra ruina! Así que escucha con atención héroe de pacotilla, hemos visto tu vida durante un

tiempo y sabemos que has decidido vengarte de nuestro rey, pero tu deseo más fuerte es

arrebatarle a su mujer y no hay nada más conveniente para nosotros que eso, arráncale de los

brazos a su humana o nosotros le arrancaremos la cabeza.

—No… no van a lastimarla… ¡no van a ponerle las manos encima!

—Tienes voluntad, por eso eres un buen candidato para que nosotros no nos manchemos las

manos con su sucia sangre, aleja a esa mujer de nuestro señor o veras como la desmembramos

frente a tus ojos.

Gabriel, junto con Aaron, se marchan de ahí dejando atónito a Fernando, aborrece la idea de que

aquellos vampiros crean que pueden sobornarlo y aunque nunca dijo que aceptaba el trato no




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