La fría lluvia cae sobre Valle de cobre, empapando el cuerpo de un desolado mayordomo, el
corazón y la mente de Leonardo, están confundidos, nunca deseó proteger a nadie más que a su
amo ¿Por qué ahora quiere cuidar de la niña y la bruja? Se siente una basura por llegar a pensar
en desobedecer a su rey, si este le pedía morder a Lía, antes lo habría hecho con tal de
complacerlo, lo servía ciegamente y no había nadie más importante que su señor, es como si un
velo dentro de él se hubiera rasgado, como si ahora tuviera la opción de decidir, libre albedrio,
eso era lo que experimentaba ahora el fiel servidor de Alejandro.
—Te estas empapando ¿seguro que estas bien? ¿Por qué no entras a la casa? —pregunta Beatriz
preocupada.
—Solo estaba pensando… ¿Ya despertó la niña?
—Aun está inconsciente, su cuerpo estaba al límite, la revisé y estará bien, despertará hambrienta
así que me encargaré de darle algo de comer en cuanto despierte. —Beatriz sonríe ligeramente.
—¿Qué piensas hacer con ella? Aun es pequeña, seguro que necesita muchos cuidados. —dice
Leonardo, con una ligera preocupación.
—La verdad no tengo idea… solo sé que me esforzaré en hacer un buen trabajo, le enseñaré todo
lo que sé y estoy segura de que con el tiempo se convertirá en una gran aliada para Alejandro…
al menos eso le prometí.
—Ella está en buenas manos. —Leonardo sonríe levemente.
—Eh… en un rato más llevaré a la niña a mi casa, vivirá conmigo y si quieres puedes quedarte el
tiempo que necesites… ¡claro que no en el mismo cuarto! Jaja solo decía…
Beatriz nota la gran tristeza de Leonardo, nunca lo había visto así, no entiende que está pasando
y por qué Alejandro le impidió seguirlo, solo ve el conflicto en el aura de su preciado amigo.
—¿Sabes lo que es un mayordomo? —Leonardo le pregunta a Beatriz, sin mirarla a los ojos.
—Tengo una idea vaga.
—Es casi tan íntimo como el vínculo, cada rey tiene un mayordomo, yo soy su conciencia, su
aliado, su sombra y su protector, puedo saber lo que piensa y siente sin siquiera escuchar una
sola palabra de sus labios, él es mi todo solo confía en mí, pero ahora ya no pienso
solamente en protegerlo a él, cuando insinuó ordenarme en morder a la niña, no pude concebirlo
y mira que antes hice cosas peores en su nombre, cosas que solo un monstruo haría, no sabes el
conflicto que había en mí en ese momento, quería arrancarme la cabeza antes que desobedecerlo
y él lo notó, pudo sentir mis deseos fragmentados ¿Acaso he fallado a mi llamado? ¿No es
suficiente su presencia para mí? ¿Por qué deseo ser libre con tanta desesperación? ¿Por qué
ahora…?
—Anhelar tu independencia no es un crimen… tú también estas recuperando tu humanidad…
¿Qué es lo que deseabas antes de ser un vampiro? ¿Cuáles eran tus sueños? ¿Quién era Leonardo antes de ser el mayordomo del rey?
—Era un príncipe cautivo por los celos de mi cruel hermano, solo deseaba ser libre… solo quería
ser libre…
—Beatriz abre sus ojos de par en par al ver a su querido Leonardo, derramar lágrimas como un
niño pequeño, cubre su rostro mientras el llanto se apodera de él, nunca se había sentido tan
vulnerable, tan humano y no sabe cómo lidiar con sus emociones.
—Eso no te hace un mal mayordomo, sé que más halla de tu llamado, quieres a Alejandro y no
dudo en que darías la vida por él sin dudarlo, porque el amor nos hace hacer esas cosas, nos
cambia de repente… sin darnos cuenta.
Los hermosos ojos carmesí de aquel vampiro de cabellos negros se clavan en la bruja y sin
dudarlo se dirige a ella con estas palabras.
—Ala otra persona que quiero proteger es a ti… ese sentimiento es lo que me causa tanto
conflicto, también quiero pasar tiempo contigo.
Beatriz se queda sin palabras mientras lo contempla.
—Nunca tuve una amiga —Leonardo le sonríe con ternura mientras le pellizca las mejillas a
Beatriz.
—Eh… estamos empapados y si ya lo olvidaste yo si soy mortal y no quiero enfermarme jaja, así
que… será mejor que regrese a ver como está Lía y tú deberías arreglar las cosas con Alejandro
no pueden distanciarse por un malentendido.
—Primero me aseguraré de que estén bien, las escoltaré hasta tu casa.
—No, vampirin, tienes que ir con tu amo, nosotras estaremos bien ¿Se te olvida que soy una bruja
poderosa?
Leonardo, mira a Beatriz y se despide con una sonrisa, mientras ella le hace una señal con la
mano mientras lo ve alejarse con rapidez entre la lluvia.
—Solo me ves como una amiga… ¡maldita zona de amigos! Por desgracia yo ya estoy
enamorada de ti.
Beatriz se deja caer de sentón y se jala los cabellos llena de ansiedad y en un ataque de grabes y
profundos suspiros se toca las mejillas coloradas.
—No me volveré a lavar la cara. —Beatriz suelta unos chillidos aterradoramente vergonzosos y
mientras la emoción la hacía dar vueltas como loca, choca contra un viejo espejo y su magia se
detiene al verse reflejada en él.
Mira su cuerpo con decepción, nunca se consideró hermosa o interesante, su cabello ondulado
casi rizado jamás le gustó, nunca se ha maquillado y ni hablar de ponerse ropa femenina, se
consideraba más hombre que mujer, nunca nadie le dijo que era bella así que desconoce su
propia belleza.
—No tengo derecho a sentirme triste por el hecho de que Leonardo me considere solo una
amiga, él es un príncipe hermoso, es blanco, elegante y educado, yo solo soy una bruja apestosa
que no se baña hasta que el olor no la deja en paz, además… soy estéril. Jaja… es obvio que él no
se enamoraría de alguien como yo.
#1467 en Novela romántica
#534 en Chick lit
#298 en Fantasía
#206 en Personajes sobrenaturales
Editado: 04.09.2022